El Vaticano llamó la semana pasada a capítulo al obispo de Mallorca, Javier Salinas. Roma tiene sobre su mesa el posible relevo del prelado al frente de la diócesis mallorquina, a raíz de un episodio con conexión laical que contravendría frontalmente su ministerio episcopal. En ningún caso el trance tiene repercusiones en el ámbito jurídico-civil, aunque por su calado choca de lleno con la doctrina de la Iglesia católica, forzada ahora a actuar.

Monseñor Salinas acudió a la Santa Sede el pasado miércoles día 2 para dar cuenta sobre este conflicto, que ha provocado una fuerte conmoción entre un señalado grupo de seglares palmesanos. Permaneció en la capital italiana hasta que regresó a Mallorca el sábado 5 por la tarde, después de haberse reunido con altas instancias vaticanas y en vísperas de las señaladas celebraciones de la Inmaculada. No se descarta que el propio Papa Francisco haya sido informado del alcance de lo ocurrido, por la trascendencia que adquiere la salida precipitada de un prelado en activo.

El asunto se gestiona con extremo sigilo por parte de la jerarquía eclesiástica mallorquina, por las consecuencias que tiene para el gobierno de la diócesis y para la moral de la comunidad católica local.

El episodio que ha puesto en el disparadero del Vaticano al obispo Salinas tiene traducción en la composición de la estructura episcopal. Un cambio en el organigrama de la curia diocesana de Mallorca ha sido decisivo para descifrar lo ocurrido en el entorno del prelado, con nombramientos que el desarrollo de los acontecimientos ha obligado a deshacer in extremis.

Documentación

Hasta el Vaticano ha llegado detallada documentación sobre lo ocurrido en la diócesis mallorquina, que va más allá de los testimonios personales.

La implicación directa de Roma se justifica por la importancia que tendría el posible traslado de monseñor Salinas. La situación planteada supera las competencias de la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en Madrid, ejercida en este momento por monseñor Renzo Fratini.

La continuidad de Javier Salinas en el palacio episcopal está hoy por hoy en entredicho por la relevancia de los hechos en los que se habría visto implicado el prelado, reforzada por la documentación existente al respecto y que manejan destacadas personalidades palmesanas. Las repercusiones han alcanzado a la alta sociedad madrileña.

En cambio, queda por dirimir el ritmo para una posible sustitución, según el cuidadoso manejo de los tiempos por parte de la Santa Sede. El origen del impasse en el cargo que afronta el obispo Salinas se remonta a finales del verano, pero ha estallado en toda su magnitud con motivo de la visita a Roma. La perplejidad que se detecta en la cúpula eclesiástica se debe a que no abundan los precedentes de una situación similar.

La delicada situación jerárquica que vive el prelado ha debilitado su posición al frente de la diócesis de Mallorca, que hasta la fecha transcurría sin mayores contratiempos. La intervención del Vaticano obliga a reinterpretar decisiones del Obispado de Mallorca que habían causado perplejidad en las últimas semanas, incluidas declaraciones personales de Javier Salinas.

El domingo, tras su regreso del Vaticano, Salinas asistió como viene siendo habitual a la recepción en la Almudaina del Día de la Constitución, con el intento de trasladar una imagen de normalidad en el gobierno de su diócesis. Posteriormente presidió la eucaristía en la iglesia palmesana de Sant Nicolau, con motivo de la festividad del santo.

Misa de la Inmaculada

El obispo tiene previsto presidir esta mañana en la Seu la misa estacional con motivo de la Inmaculada Concepción, una de las festividades de mayor importancia para los fieles católicos.

Nacido en Valencia en 1948, Javier Salinas cuenta con una larga trayectoria episcopal. Fue ordenado sacerdote en 1974 y es doctor en Catequética por la Pontificia Universidad Salesiana de Roma.

Salinas tiene un amplio conocimiento de la sociedad balear. En 1992 ya fue nombrado obispo de Eivissa, isla en la que tenía raíces familiares. En 1997 fue trasladado a la diócesis de Tortosa. Ha sido también Administrador Apostólico de la diócesis de Lleida entre 2007 y 2008.

El prelado tomó posesión de su cátedra en la catedral de Mallorca el 12 de enero de 2013. Llegó para relevar a otro valenciano, Jesús Murgui, que pidió a Roma su urgente salida de Mallorca al verse desbordado por el complejo funcionamiento de la diócesis y especialmente por su dificultad para conectar con el clero mallorquín.

En los casi tres años de episcopado en Mallorca, Salinas se ha caracterizado por un perfil discreto, sin ejecutar reformas ambiciosas en el seno eclesial, y rehuyendo en todo momento cualquier injerencia con las instituciones políticas de Balears.