Recorrer los escasos metros entre la plaza Mayor de Palma y Cort de la mano de Andreu Manresa sin saludar a media docena de viandantes es labor imposible. Palma no procura anonimatos a este periodista de raza y escritor a temporadas. Conoce a casi todo el mundo, y reconoce a todo el mundo.

"¿Ves a ese del sombrero? ¿Sabes quién es, no?", le gusta aleccionar sobre los personajes clave en Mallorca y compartir su bagaje con los periodistas noveles. Le valoran mucho por cómo ha sabido adaptarse al nuevo periodismo tecnológico, cambiando el análisis reposado del papel por la primicia en Twitter.

Manresa camina siempre rápido y con los auriculares puestos, mientras el dedo cambia continuamente de dial. Lo sabe todo; lo escucha todo; lo lee todo. Está permanentemente conectado a los digitales en su iPad. No sabe qué son unas vacaciones, solo desconecta contadas jornadas en verano, para salir a pescar raors en su llaüt en Portocolom. Le relaja, aunque su mente no para de dar vueltas a nuevos artículos. No le avergüenza abordar a desconocidos para saciar su curiosidad, y frente a los que le acusan de cierto divismo otros le defienden por seguir a pie de calle con 40 años de oficio a sus espaldas.

Se ha enfrentado a muchos de los intocables, ha pisado callos. Algunos le han amenazado. Como todos, se ha callado algunas historias. Ha destapado muchas más.

Desde al hotelero con posturas alejadas a las suyas al banquero discreto, todos descuelgan el móvil cuando quien llama es "Andreu Manresa de El País", su tarjeta de presentación en los últimos 25 años y la que le ha proporcionado las fuentes más influyentes. En Baleares, S. A. (2005) desgranó cómo se corrompían estas islas cuando no se esperaba a los fiscales.

Manresa conoce bien la intrahistoria sociopolítica de la Comunidad; navegó por la trastienda del primer Govern de Gabriel Cañellas, pero la travesía fue corta. Él y l´amo se retiraron el saludo.

Amigo de los dos Miquel Barceló

Licenciado en Ciencias de la Información, Manresa trabajó entre otros medios en Diario de Mallorca, donde firmó la primera entrevista a Miquel Barceló. Son grandes amigos y confidentes, como lo fue del otro Miquel Barceló, el historiador y experto en Al-Ándalus, cuya pérdida afectó al nuevo director general de IB3. Su otro puntal es el reconocido psiquiatra Miquel Roca, que le ha asesorado sobre la aventura de dar este salto ´al otro lado´.

Respetado por la profesión, lo cual en Mallorca es decir, ningún otro nombre habría provocado el efecto de ayer en el mundillo periodístico-político. Sería el mallorquín mejor informado de no ser porque es de Felanitx, donde se concentra la mayor densidad de sabios y homenots por metro cuadrado de la isla. Del paisaje natal y sus historias más íntimas surgen Felanitx, felanitxers (1994) y Felanitxeràlia (1998), dos retratos distintos de un mismo pueblo. En sus calles sin asfaltar empezó a bregarse como cronista siendo un niño. Le gustaba sentarse con los mayores en los cafés y escuchar las tertulias de los personajes más interesantes. Apegado a sus raíces y a su madre Dora -fallecida recientemente y con quien compartió mucha complicidad-, Manresa es un madridista empedernido. Nada le proporciona más placer que ver golear a los merengues, salvo una buena mesa. Es un afamado gourmet, que igual disfruta de langosta con huevos estrellados que de una rebanada de pan con sobrasada y uvas.

Manresa ya ejerció la dirección ejecutiva de Radio Nacional de España en Cataluña y Balears. Sabe pues lo que implica estar al frente del barco; solo que ahora ya no es el joven de antes y el reto es capitanear un trasatlántico sin rumbo claro.

Francina Armengol y David Abril pusieron el ojo sobre este veterano del oficio para dirigir la etapa más incierta de IB3. Sabían que Manresa les diría que no, pero insistieron porque su perfil no lo reunía nadie más: A cinco años de jubilarse, en el culmen de una brillante carrera. Sin ambiciones, herencias ni cargas. Sin deudas con las productoras u otros poderes ocultos. Alguien que pueda ejecutar cambios drásticos en la tele autonómica porque no tiene nada que perder.

Solo que después de miles de artículos sobre otros, a buen seguro se sentirá extraño leyendo ahora docenas de titulares y noticias sobre él. Y cómo llegan las críticas, claro.