­Una semana después de que Air Berlin aprobase en consejo de administración su plan de retirada de Mallorca para concentrarse en Alemania y controlar su sangría de perdidas, otra de las compañías clave para la isla la mallorquina Air Europa, avanzaba por un camino antes recorrido por Iberia: crear una empresa filial de bajo coste con la que plantar cara a Ryanair, EasyJet y compañía. Las aerolíneas low cost, nacidas durante los noventa y en el comienzo del siglo XXI con una estructura de costes salariales y de producción más barata, no solo han sobrevivido a la quiebra inmediata que les vaticinaban los gurús de la avión tradicional, sino que se han convertido en el modelo de éxito. Casi el único modelo de éxito. Quizá por ello ya son hegemónicas en casi todos los aeropuertos europeos, donde son las únicas que crecen sin freno en tráfico y beneficios.

Por eso Iberia creo Iberia Express y se compró la bajo coste española Vueling. Por eso Air Europa pone en marcha su filial low cost, que construirá sobre los rescoldos de una pequeña aerolínea quebrada y recién comprada. Y por eso otras como Ryanair, Volotea e EasyJet miran la marcha de Air Berlin del hub de Palma con ambición. En eso los gurús de la aviación parece que sí aciertan: consultados inmediatamente después de conocerse la desmantelación del hub Air Berlin (la compañía que mueve en Palma 5 millones de viajeros, el 24% del total), auguraban que pronto ocurriría lo de siempre, que otras darían el paso adelante para reforzar su presencia en un mercado tan suculento como el balear. Y así parece que está siendo. Air Europa Express, por su parte, busca objetivos más allá de Mallorca, pero acabará favoreciendo la conectividad de Palma, dicen en la compañía. Y a eso se suman los movimientos de Vueling e Iberia Express. La primera planea reforzar frecuencias en Palma en los próximos meses. En la segunda son más concretos y detallan que elevarán este invierno un 32% su oferta de vuelos, para ofrecer 27 frecuencias con precios de hasta 29 euros. Y a la espera de lo que ocurra con Air Europa Express, la Air Europa tradicional tiene preparada una revolución en su sistema de facturación, que le permitirá ofrecer en cada avión algunos billetes con una tarifa básica muy parecida en derechos e importe a las de Ryanair y compañía.

No es solo cuestión de precio

El precio es la clave, aunque no es solo cuestión de precio. Lo ha descubierto Ryanair. La compañía de bajo coste casi por antonomasia es hoy por hoy la mejor colocada en Mallorca para coger el hueco que deje Air Berlin. A ello apuntan sus cifras: cerrará el año cerca de los 3,5 millones de pasajeros, amenazando ya el liderazgo de Air Berlin (con 5 millones) y casi doblando en volumen aAir Europa (que lleva 1,6 millones de viajeros de enero a octubre) y Vueling (1,4 millones).

¿Lo logra solo con precio? No, no solo. Hace año y medio ya que Ryanair le dio un vuelco a su modelo para volver a crecer, viendo como EasyJet, Vueling, GermanWings y alguna otra le comían terreno añadiendo a las ofertas a la baja servicios al alza. La aerolínea irlandesa empezó entonces a asignar asientos, acabando con las carreras de pasajeros en busca de butaca. Continuó la estrategia con la admisión de un segundo bolso, dejando atrás las escenas de viajeros sudando la gota gorda para adelgazar sus maletas a costa de vertírselas para subir al avión. Y continuó con el cobro de servicios avanzados de calidad, olvidando ideas peregrinas, como su propuesta para que los pasajeros viajasen de pie o su idea de que los clientes con sobrepeso pagasen dos asientos.

El resultado es que Ryanair crece. Pero también EasyJet, que este año ha marcado un nuevo récord de beneficios (782 millones). Y otro tanto hace Vueling, la aerolínea que más rápido está levantando el vuelo, con un éxito que ha llevado a su presidente, Alex Cruz, a la cúspide de IAG, el gigante británico nacido de la fusión de British Airways e Iberia, que desde 2016 tendrá al español como presidente y consejero delegado.

Entre todas hacen el modelo low cost mueva el 70% del tráfico de un aeropuerto de Palma en el que, paradójicamente, los precios y la presencia de compañías de bajo precio hacen exactamente lo mismo: subir. Y rápido.