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Entrevista

Catherine L'Ecuyer: "El consumismo es la forma más rápida de acabar con el asombro de un niño"

La autora canadiense analiza las claves de su propuesta educativa

La canadiense Catherine L´Ecuyer. j. zorrilla

- Usted no es profesora sino abogada, ¿cómo y por qué ha acabado escribiendo libros de educación?

-He dado clases en la universidad durante años, pero no soy maestra, efectivamente. Mi interés por la educación ha venido a raíz de ser madre, con el nacimiento de mis cuatro hijos. Trabajaba en una consultoría de empresa y me dedicaba a responder a la pregunta '¿qué es lo que motiva a los empleados?'. Trasladé esa pregunta al ámbito educativo: ¿Por qué un niño de 18 meses va corriendo hacia el enchufe y 18 años después nos pide que le motivemos? ¿Qué ocurre en ese lapso de tiempo y por qué se pierde el interés por conocer (el asombro), que es motor del aprendizaje?

-¿La escuela de hoy mata el asombro del niño?

-No conozco todas las escuelas de hoy. Podríamos decir que en general el sistema educativo arrastra paradigmas conductistas, considera al niño como una ente que no se mueve por sí mismo, lo ve como un cubo vacío que vamos llenando de conocimientos desde fuera. Ese paradigma viene de la estimulación temprana y de una serie de neuromitos en la educación. Un neuromito es una mala interpretación de la literatura científica aplicada a la educación y el más difundido es que "más y antes es mejor". Por eso se bombardea a los niños de conocimientos desde la tierna infancia.

-¿Qué cambios propone para favorecer el asombro?

-Hay que divulgar los neuromitos para que el sistema educativo deje de vender productos que no corresponden con la realidad del aprendizaje. El parvulario no es una etapa para el aprendizaje formal. Hay que sustituir las fichas por el juego desestructurado y los cuentos. Los niños no aprenden de la virtualidad sino de la realidad y de las relaciones interpersonales. La mirada es clave, no la cantidad de estímulos.

-¿Están sobreestimulados?

-Creo que sí. Hay que bajar el nivel de estrés al máximo. Nuestros hijos necesitan serenidad, ternura y nuestra mirada atenta. Simone Weil decía que la atención es la forma más escasa y pura de generosidad. Hemos de regalarles esa mirada, como decía Weil, "en la que el alma se vacía de contenido propio para recibir al ser al que está mirando tal cual es, en toda su verdad; solo es capaz de ello quien es capaz de atención".

-¿Cómo compatibilizar ese respeto al asombro con aprender conocimientos y salir preparado para el mundo laboral?

-Por supuesto. Los estudios afirman que el juego desestructurado mejora las funciones ejecutivas, como la atención, la planificación o la memoria de trabajo. Hay que cambiar el paradigma. La mejor forma de preparar a un niño de 4 años para el mundo laboral no es dándole una tableta, es consolidando su autoestima a través del apego. Cuando su principal cuidador le mira y le atiende, el niño recibe el mensaje de "valgo la pena", eso no tiene precio. Saltarse la etapas y forzar el aprendizaje de la lectoescritura a esa edad introduce al niño en una espiral de fracasos que puede afectar su autoestima. ¡Ya habrá tiempo para el aprendizaje formal! No estoy en contra del aprendizaje formal, pero cuando toca.

¿Respetar los ritmos del niño es dejarle hacer lo que quiera?

-Para nada. No hay que confundir "descubrir la realidad desde la libertad" y "ser caprichoso". En mi libro hablo de la importancia de los límites. Cuando un niño tiene todo, incluso antes de pedirlo, da todo por supuesto y pierde el asombro y con ello su capacidad de agradecer. El asombro es "no dar nada por supuesto" y la forma más directa y rápida de acabar con él es el consumismo. Hemos de dar al niño lo que pide su naturaleza, que no es necesariamente lo que pide él: educar es discernir entre ambos, y para ello necesitamos escuchar nuestra sensibilidad como padres. Se precisa más de esa sensibilidad y menos libros educativos con "recetas" hechas.

¿Qué efecto puede tener en un niño el enfrentarse a internet cuando aún no ha desarrollado suficiente pensamiento crítico?

-Es como dar de beber agua directamente de una boca de incendio. Antes de adentrarse en ese mundo, hay que haber desarrollado una serie de cualidades, de virtudes, como por ejemplo la fuerza de voluntad, la templanza, el sentido de discreción, la prudencia, etc. La cabeza del niños tiene que ser mínimamente "amueblada". Los estudios asocian el consumo de pantalla en edades tempranas con la inatención, la impulsividad, la hiperactividad, la pérdida del sentido de relevancia... Por eso la tesis de Educar en la realidad es que la mejor preparación para el mundo digital (online) es el mundo real (offline).

-Los niños se sienten atraídos por las tabletas, ¿se puede aprovechar para mejorar la educación?

-¿Es necesario aprovechar eso para mejorar la educación? El último estudio PISA dice que un uso de ordenadores por encima de la media da muchos peores resultados académicos, que los países que han invertido en nuevas tecnologías no han visto mejoras en sus resultados y que los que no han invertido en ello han visto mejoras rápidas. La industria de la telecomunicación tiene recursos prácticamente infinitos para hacernos pensar lo contrario. Pero los datos están ahí y hay que divulgarlos sin complejos. A eso me dedico."Los niños están sobreestimulados, hay que bajar el estrés al máximo; necesitan serenidad"

-¿Cree que está introduciéndose la tecnología de manera adecuada en nuestras escuelas?

-La tecnología no va a revolucionar la educación, porque la educación es un asunto humano. La educación no es verdadera por ser revolucionaria, sino que es revolucionaria por ser verdadera. En una década habrán pasado de moda las tabletas y no habrán cumplido con sus promesas. Habrá otra novedad tecnológica que nos deslumbrará. Todo lo tecnológico está programado para la obsolescencia. ¿Qué pueda servir para algo de forma puntual? Puede que sí, pero no en edades tempranas. En Infantil, por la forma de aprender de los niños, no sirven las pantalla y en Primaria puede interferir con el aprendizaje de la lectoescritura.

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