"La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria que afecta a la piel de manera crónica aunque se puede controlar satisfactoriamente siguiendo de manera rigurosa un tratamiento que, en la mayoría de los casos, consigue una mejoría con los años", aclara la dermatóloga Ana Martín, jefa de este servicio en Son Espases.

Esta enfermedad, no grave pero sí molesta que es debida a una serie de anomalías en los componentes de las capas externas de la piel, afecta a unos 33.000 niños del archipiélago, uno de cada cinco censados en esta comunidad autónoma.

Paralelamente a otros centros sanitarios de cinco ciudades del país, el hospital de referencia de esta comunidad organizó ayer una jornada, dirigida fundamentalmente a personal sanitario -dermatólogos, pediatras y enfermeras-, con el objetivo de "unificar" el mensaje y las pautas que se les da a los pacientes, y a sus familias, afectados por esta enfermedad.

Menores de cinco años

Porque como concreta la doctora Martín, la dermatitis atópica afecta en un 90% de los casos a menores de cinco años. "Es una patología que interfiere en el sueño y en las actividades diarias del que la sufre y de los que le rodean", aclara la especialista en referencia a que el picor con el que se manifiesta impide, en muchas ocasiones, conciliar el sueño con normalidad. Y si un niño de menos de cinco años no puede dormir, difícilmente lo harán sus padres.

Aparte del picor, otras de las manifestaciones de esta enfermedad cutánea son el enrojecimiento y la sequedad de la piel. Preguntada sobre dónde se localizan estas lesiones, la doctora Martín, cauta, dice que tanto la localización como el aspecto de estas lesiones varían con los años. "En los niños muy pequeños se manifiesta más frecuentemente en la cara mientras que en los escolares aparece sobre todo en los pliegues de brazos y piernas", diferencia.

Una de las ventajas de esta enfermedad cutánea es que, en la mayoría de los casos, se cura antes de que el paciente llegue a la edad adulta aunque, como matiza la doctora Martín, siempre y cuando la persona afectada siga unas pautas de actuación generales durante el resto de su vida.

La especialista concreta cuáles son estas pautas. En primer lugar hay que seguir un tratamiento enfocado a reparar la barrera cutánea afectada. Así, en la higiene de cada día, hay que usar jabones muy suaves que no irriten la piel y mantener esta hidratada con cremas emolientes.

En segundo lugar, hay que evitar los agentes externos que agraven la enfermedad y que hay que identificar en cada caso. "En algunos pacientes los síntomas se agravan por el estrés y en otros por el uso de sustancias irritantes. El rascado y la temperatura ambiental, tanto el calor como el frío, también afectan", acota. Las duchas, por tanto, mejor con agua tibia que muy caliente y hay que secarse con suavidad y evitar en lo posible rascarse pese al picor.

En tercer y último lugar, la jefa del servicio de dermatología de Son Espases prescribe el uso de tratamientos enfocados a reducir la inflamación que acompaña a esta patología. Así, recomienda el uso de corticoides e inmunomodulares tópicos aunque, eso sí, siempre siguiendo las pautas marcadas por el especialista, recalca.