­Estaba todo el mundo hablando de la huelga ferroviaria de Londres cuando lo que hubo en la City ayer fue un choque de trenes. O más bien un atropello, con un ministro español aplastado por una presidenta balear desatada. El impacto se veía venir desde el lunes, cuando el vicepresident del Govern, Biel Barceló, lamentó en la feria de turismo de Londres que el ministro de Industria, José Manuel Soria, se preocupe tanto por meterse con el nuevo impuesto balear a los turistas, mientras su departamento se niega a pagar 63 millones comprometidos por Madrid en 2009 para financiar obras en Balears.

Aparecía en escena el citado Soria, un ministro del PP que, entre subidas de IVA turístico y defensa a ultranza de las prospecciones petroleras, ha porfiado tanto con las islas que hasta un Govern de su mismo partido, presidido por José Ramón Bauzá, llegó a hacer algo parecido a quejarse. Ayer se le quejaron de verdad. Y en la cara. La razón es que el propio Soria, en rueda de prensa internacional, había respondido a eso de las 16.00 horas a las quejas de Barceló, para advertir dos veces, por si hubiera duda, de que su Ministerio no enviará ni uno solo de los 63 millones de euros que debe para financiar actuaciones en Platja de Palma hasta que el Govern detalle y justifique en qué se ha gastado los 20 millones que se entregaron. "Todas las comunidades cuando se les da una línea con recursos para una finalidad debe justificar si lo ha gastado en eso o en otra cosa. No tendría sentido que se le siga transfiriendo dinero antes de que justifique", argumentaba el ministro, que aseguraba que ahora empieza a haber más recursos para turismo, pero su llegada a Balears seguirá supeditada a que se explique en qué se ha gastado el dinero anterior.

A los pocos minutos el vicepresident Barceló y la presidenta, Francina Armengol, estaban enterados de lo que había dicho Soria. Y les esperaban, para abordarle durante el paseo programado por el ministro para conocer la feria y la oferta española. Antes de su llegada, Barceló lamentaba que el ministro considere subvenciones lo que en realidad se negoció como inversiones con el presidente Zapatero, y protestaba por el hecho de que ni les den tiempo de justificar unos gastos (20 millones les reclama Soria) que achacan a tiempos del PP de Bauzá. Algo parecido rumiaba la presidenta, que esperaba al ministro al pie del stand, con un gesto serio poco habitual en ella y pinta de generala asomada a la muralla de su castillo. Llega Soria, muy alto él. Recibe Armengol, subida a un escalón que la pone a la misma altura del ministro: "Esto no puede ser, ministro, así no". Ese era el saludo. Luego seguían minutos en los que la presidenta hablaba, casi abroncaba, y Soria escuchaba. Al lado sonreía, irónico, Barceló. Y miraba como quien no está allí la secretaria de Estado de Turismo, Isabel Borrego, autora de la carta en la que le pide a las islas de las que procede que devuelvan dinero al Estado. Acabada la escena, Soria se marchaba con gesto más serio del que ya traía y Armengol explicaba que le había dicho que no es de recibo que prive a Balears de inversiones que necesita para su turismo y se niegue a dar tiempo para justificar lo ya gastado y programar obras para los 63 millones que faltan. "Ni yo, ni los ciudadanos tenemos la culpa de que el Govern de Bauzá no invirtiese esos recursos que tenían para actuaciones necesarias para Platja de Palma y el turismo. Le hemos pedido tiempo para justificar lo gastado y preparar inversiones", zanjaba la presidenta, que veía a Soria "muy cerrado". Y más tras el rapapolvo.