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Análisis

La quiniela de las generales

Por primera vez en las elecciones al Congreso, hasta cinco partidos de Balears afrontan la campaña del 20D con opciones reales de conseguir diputados

La quiniela de las generales

El punto de partida de las elecciones generales es más interesante, y sobre todo más apasionante, que el desenlace del 20 de diciembre. Los ocho escaños por Balears, duopolizados desde el principio de los tiempos por PP y PSOE, se dispersan en un simétrico 2-2-2-2. En el lenguaje quinielístico, las formaciones políticas juegan fuera de campo, en una terra incógnita. Hasta cinco partidos aspiran con fundamento demoscópico a sentar un diputado en Madrid. Todos los votos son hoy útiles, hasta que las urnas demuestren lo contrario.

El férreo bipartidismo ha estallado en cinco pedazos. Ninguna lista tiene garantizado el discreto treinta por ciento de los sufragios. No es una predicción aventurada, porque esa cima tampoco logró ser coronada en las autonómicas de mayo. Por primera vez en su historia, PP y PSOE quedarán por debajo de ese límite, los socialistas ya lo acariciaron por el lado equivocado en dos infaustas ocasiones. Se acabaron las elecciones en que ambos partidos sumaban sistemáticamente en torno al ochenta por ciento de votos, hoy se conforman con el sesenta. Este encogimiento avala las aspiraciones germinales de Ciudadanos, Podemos y Més. Tienen derecho a soñar. En esta ceremonia iniciática, aventurar qué partidos desembarcarán en Madrid despierta más emociones que determinar la relación de fuerzas entre populares y socialistas.

2-2-2-2La dispersión se estrenó en las autonómicas.

La quiniela de los doses no es una predicción, porque ya ha ocurrido. La actual legislatura ha derribado el mito del voto diferencial en clave municipal, autonómica o europea. Se vota en clave de castigar al Gobierno de turno, el mejor precedente autóctono son las regionales de mayo. Tradicionalmente, el Parlament se repartía en un bloque inabordable de una treintena de diputados para el PP, otra veintena larga para el PSOE y la calderilla de media docena de escaños con aroma nacionalista.

En cambio, la contabilidad actual de la cámara es 20-14-10-9-3-2-1. Esta notable subdivisión sería discutida, porque Més per Menorca insiste en distinguirse de Més per Mallorca. La escisión de los ecosoberanistas complica la cartografía parlamentaria en 20-14-10-(6-3)-3-2-1. Puede simplificarse en 20-20-20, una veintena para la derecha tradicional, otra para el centroizquierda y un tercio de izquierda radical.

2(PP) -2-2-2Menos dura será la caída de una crónica anunciada.

El PP será probablemente el partido más votado en Balears el próximo diciembre, pero nadie puede garantizar esta hegemonía. Incluso hay más de un candidato a arrebatarle el liderato en sufragios. Apeados casi con toda seguridad de los cinco escaños que defienden, entre los populares se ha instalado la convicción de que ni los cuatro diputados están a su alcance. Es inaudito contemplar al todopoderoso partido conservador pugnando por su tercer congresista por Balears.

El respeto que infunde el gigante conservador entre sus rivales, contrasta con el desánimo de los cargos y militantes. Su dato correcto y salomónico sería 2.5, dos escaños y medio. El oráculo del aspirante Miquel Ramis publicado ayer en este diario, "si nos conformamos con tres, es probable que saquemos dos", no impresiona por el grado de incertidumbre asentado entre los conservadores, sino por la naturalidad con la que se habla de un PP de dos o tres diputados, sobre los ocho a adjudicar.

El tercer escaño para el PP, que desbarataría el simétrico 2-2-2-2, puede proceder de la frustración del voto de izquierdas por las desavenencias entre Podemos y Més. Los populares también se verían bendecidos por la deflación de Ciudadanos, dudosa en la actual euforia de Rivera. Entre los factores endógenos, puede pesar favorablemente la reconciliación de una parte de los votantes tras la decapitación de Bauzá. Por supuesto, habría resultado más beneficiosa la sustitución de Rajoy.

La traducción de la cosecha regional a los resultados globales del PP viene dificultada por el peso decreciente de la derecha local, que antes figuraba a la cabeza de los resultados estatales. Hasta siete comunidades superan hoy a Balears en el porcentaje de votos conservadores. En una aproximación, dos diputados del PP significan que Rajoy no llegaría a los cien escaños. Tres asegurarían el listón de los 120. Con cuatro, los populares pueden aspirar a 150. Por supuesto, y ya en terreno onírico, la reedición de los cinco escaños vigentes reeditaría la mayoría absoluta de la derecha en Madrid.

2-2(PSOE) -2-2El triste consuelo de perder menos que el PP.

El acentuado derrotismo socialista olvida que el PSOE fue el partido más votado de Balears en las penúltimas elecciones generales de 2008, saldadas con la renovación de Zapatero. No hace falta remontarse a las parlamentarias victoriosas de 1982 y 1986, en los tiempos de televisión pública y con González de cabeza de cartel.

La alusión al líder es pertinente cuando el PSOE apuesta por candidatos mate y reiterativos, Socías y Manchado. Los socialistas se empecinan en no asumir el mínimo riesgo frente a la izquierda emergente, según quedó demostrado en las listas a Cort y al Parlament. Sus dos escaños en el reparto lógico privan al socialismo de ambición y de sobresaltos.

El dos puro del PSOE en Madrid supondrá el peor resultado porcentual de su historia, por debajo del 29 por ciento en 2000 y 2011. Las matemáticas electorales le conceden un consuelo por partida doble. En primer lugar, la caída a partir de su tres diputados actuales es inferior al desplome del PP, desde su techo de cinco diputados y la mitad de los votantes.

El segundo alivio para el PSOE procede de la bifurcación de Més y Podemos. Las taifas de la izquierda son electoralmente improductivas. La traducción de los dos diputados socialistas a escala estatal debe consignar que Balears es un granero provinciano para Ferraz, superado en las pasadas autonómicas por una decena de comunidades.

El resultado propuesto en Balears dejaría al PSOE estatal al borde de la barrera psicológica de los cien diputados, seguramente por debajo. Con tres escaños locales, los socialistas serían los primeros sorprendidos pero contribuirían a apuntalar a un Pedro Sánchez por encima de sus 110 congresistas actuales y con un pacto de Gobierno al alcance de la mano.

2-2-2(Ciudadanos) -2Los vasos comunicantes con el PP indeciso.

Dos diputados de Ciudadanos y otros dos del PP es el máximo de centroderecha que la configuración del electorado balear puede soportar. Los mercaderes de Wall Street recuerdan que "los árboles no crecen indefinidamente". La suma de cuatro escaños puede retorcerse en un tres a uno para los populares. Sin embargo, no puede engordar en un tres a dos sin violentar el marcado giro a la izquierda que vienen diagnosticando organismos como el CIS.

La indignación ciudadana ha coagulado a siniestra. Los populares han derramado con liberalidad sus genes, pero PP y Ciudadanos son vasos comunicantes. No pueden registrar un crecimiento simultáneo. Si los ocho diputados de Balears se distribuyeran de acuerdo con la adscripción ideológica confesada en los sondeos, cinco irían a la izquierda y tres a la derecha. Este reparto encaja difícilmente con el 2-2-2-2, porque ya nadie sitúa a Ciudadanos más allá del centro aunque preserve su capital de seducción.

La formación de Albert Rivera cumplió en Cort y defraudó en Balears, donde registró cifras inferiores a otra docena de comunidades. El candidato importa, según ejemplifican Ada Colau y Manuela Carmena en geografías contradictorias. En cuanto a la proyección de los datos locales, dos diputados baleares convertirían a Ciudadanos en socio obligatorio sino preferente para el próximo Gobierno, tuteando a PP y PSOE. Por tanto, se perfila como el caladero donde los populares han de amarrar su codiciado tercer escaño.

2-2-2-2(Podemos / Més)La separación os hará más débiles.

No se dilucida aquí el furgón de cola, sino el segmento más bullicioso de la liza electoral. Més/Podemos equivalen razonablemente a dos diputados. Por separado, Més y Podemos no garantizan un escaño per cápita. Ni siquiera se aseguran un solitario asiento en el Congreso entre los dos, dada la pérdida de fuelle de Pablo Iglesias.

En honor a la verdad, PSM/ Més llegó antes que sus hermanos emergentes a la asignación probabilística del primer diputado que rompería el bipartidismo balear en Madrid. Los nacionalistas siguen contando con el manantial infinito de la Assemblea de Docents, pero la Ley Inviolable de las Elecciones Generales insiste en que los nacionalistas mallorquines no colocarán jamás una pica en Madrid.

Un año atrás, Podemos hubiera aspirado en solitario a dos o tres diputados por Balears. La semialianza con Més es otra prueba de que el votante de izquierdas ha arriesgado más que los gobernantes de izquierdas. La separación de los radicales consolida el dos del PSOE y contribuye al tres del PP. Así de dura es la matemática electoral.

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