Unió Mallorquina siempre anduvo a la caza y compra de votos, la gasolina que, cada cuatro años, le permitía hacer de bisagra y ocupar cotas de poder muy superiores a su peso electoral.
La Policía, la fiscalía anticorrupción y los jueces han desentrañado en los últimos años algunas de las redes de captación de sufragios de UM, que no dudó en usar fondos públicos del Govern, el Consell y el Ayuntamiento de Palma en su ansiosa búsqueda de apoyos.
Si el PP de Balears, con Jaume Matas a la cabeza, organizó a finales de los 90 una trama para captar votos de emigrantes en Sudamérica y conseguir el estratégico escaño de Formentera, lo que fue bautizado por los propios impulsores como Operación Mapau, UM tejió su propia red entre la inmigración latinoamericana en Mallorca por los años 2005 a 2010.
El follón judicial que se montó con el gran Mapau del PP no sirvió para escarmentar a los dirigentes de UM, que se volcaron en las asociaciones de colombianos, argentinos y de otras nacionalidades para agasajarlas, supuestamente con fondos públicos, y pillar votos.
El plan era sencillo: comprar la voluntad de los dirigentes de estos colectivos para que éstos a su vez convencieran a sus compatriotas de votar a UM.
Entre 2003 y 2007 los nacionalistas gobernaron el Consell y se dedicaron a contratar a liberados del partido, regar a entidades afines y, por lo que se ve, manipular con dinero el voto de los emigrantes.
Las acciones de captación de sufragios se extendieron a Argentina, a donde viajó una supuesta integrante de la red y líder de una asociación de inmigrantes de ese país. Los gastos del pasaje los pagamos todos y se camuflaron como una excursión a Porto Cristo, eso sí un poco cara.
A Matas la Operación Mapau le salió mal porque se descubrió antes de las elecciones del 99 y perdió Formentera y el Govern. A UM le duró la buena vida hasta 2010, cuando cambió las poltronas por las celdas.
