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Salud

Una sanidad huérfana de alergólogos

El Ib-Salut asegura que dermatólogos, otorrinos, neumólogos e inmunólogos garantizan una correcta atención de estos procesos en la pública mientras que los especialistas hablan de "intrusismo" y de que se marea a los pacientes

Una sanidad huérfana de alergólogos

Poder ser atendido por un alergólogo sin tener que rascarse el bolsillo es una vieja reivindicación en esta comunidad autónoma, la única del país que carece de estos especialistas en su cartera de servicios. Y hay dos opiniones radicalmente contrapuestas. De un lado, los responsables del Servei de Salut consideran que la atención a los procesos alérgicos está garantizada con la asistencia combinada prestada por otorrinos, neumólogos, dermatólogos e inmunólogos mientras que los facultativos que se han especializado en estas patologías hablan sin tapujos de “intrusismo” y de una deficiente asistencia en la que, denuncian, en muchas ocasiones se marea al paciente de un servicio médico a otro sin conseguir proporcionarle ni un diagnóstico ni un tratamiento adecuado.

Nacho García, director asistencial del Servei de Salut, se alinea, lógicamente, en el primero de estos bandos. Sostiene que los servicios de dermatología, neumología y otorrinolaringología de los diferentes hospitales públicos de esta comunidad se bastan para atender a los pacientes alérgicos y que para aquellos procesos que entrañan una especial complejidad o dificultad se cuenta con los inmunólogos de Son Espases, servicio de referencia para toda las islas.

“Con estas especialidades podemos tratar a la práctica totalidad de los pacientes que padecen básicamente rinitis alérgicas, asma, dermatitis y urticarias”, mantiene el director asistencial antes de revelar que en 2014 el Servei de Salut realizó más de 3.500 pruebas diagnósticas para identificar las causas de las alergias.

García recalca además que los diferentes servicios médicos que tocan estos problemas se reúnen periódicamente en comités interdisciplinares para abordar de una manera más integral su tratamiento y puso como ejemplo la unidad de asma de difícil control creada en el servicio de neumología de Son Espases.

También habla el director asistencial de las más de cuatro mil vacunas (4.087, concreta) dosificadas a pacientes alérgicos desde enero de 2014 hasta la fecha para abordar alergias especialmente resistentes a los tratamientos más convencionales. “Se les llama vacunas pero en realidad se trata de fármacos para desensibilizar a los pacientes frente a los alérgenos que les provocan los problemas”, aclara antes de señalar que aporta este dato para dejar bien claro que el Servei de Salut asume el coste de estos fármacos y que los servicios médicos que abordan los procesos alérgicos, sea cual sea su causa, también cuentan con otro recurso aparte de remitir a los inmunólogos de Son Espases los casos más complicados: derivarlos a centros especializados de la península como se hace con los grandes quemados a los que se remite al Vall d’Hebron barcelonés.

“Y desde 2014 tan solo hemos tenido que derivar a un solo paciente a la península, en concreto al hospital de la Fe de Valencia”, revela Nacho García sin aportar más datos que vulneren la intimidad del paciente. Tras admitir que la especialidad existe y que está reconocida, el director asistencial concluye que “no hemos detectado la necesidad de incorporar al Servei de Salut a estos especialistas ya que la atención a los procesos alérgicos está garantizada” con la actual cartera de servicios.

Lógicamente, los alergólogos no comparten esta opinión. Los especialistas consultados para redactar este reportaje reclaman el anonimato para que sus pacientes, a los que han de derivar a la pública en ocasiones, no padezcan represalias. En cualquier caso, recalcan que las ideas expresadas coinciden con la de la sociedad balear de Alergia, institución que ya ha pedido una reunión con la consellera Patricia Gómez para intentar solucionar esta carencia.

Para empezar revelan que la alergología es una especialidad como cualquier otra que, vía MIR, requiere de cuatro años de residencia, dos en medicina interna y otros dos formándose en alergias de adultos e infantiles rotando por los servicios de pediatría, neumología, dermatología e inmunología.

“La alergia es una enfermedad que no tiene órgano y las especialidades existen porque son necesarias”, recalca uno de los alergólogos consultados, que revela que solo en Mallorca habrá entre diez y doce facultativos de esta especialidad trabajando, lógicamente, en la privada.

“La mayoría de los pacientes nacen alérgicos y a lo largo de su vida van desarrollando reacciones anormales a otros agentes, padecen tres o cuatro alergias distintas. Y la diferencia estriba en que nosotros los tratamos de forma integral. En la pública te remiten hasta a seis especialistas diferentes con el consiguiente mareo para el paciente y la multiplicación del gasto, porque cada uno te pide una prueba”, argumentan.

Abordaje superficial

Sostienen que, con el actual abordaje de las alergias en la sanidad pública balear, los diferentes facultativos están actuando como si un médico de cabecera tratara todas las patologías él mismo, sin derivarte al especialista. “Y se están quedando en el escalón inicial, tratando las alergias de forma superficial”, aseguran.

Sobre las vacunas aludidas por Nacho García, alertan de que estos tratamientos tienen un riesgo y deben ser prescritos con precaución y, acerca de las derivaciones de pacientes, al contrario que el director asistencial aseguran que lo hacen habitualmente a centros de Madrid y Barcelona.

“Hay tratamientos biológicos muy caros, de hasta 400 euros por dosis (y pueden ser necesarias varias dosis mensuales en terapias que se pueden alargar durante años), que no cubren ningún seguro. Y hay que remitirlos al médico de cabecera con un informe que justifique la necesidad de prescribírselo. Este remitirá al paciente al especialista que, en muchas ocasiones, contradice la prescripción del alergólogo, el verdadero conocedor del problema”, lamentan. Además, añaden, el paciente ha de pasar otra vez por todo el calvario de las pruebas y soportar los tiempos de espera de la sanidad pública. Y todo para que, como denuncian que está ocurriendo, finalmente no se prescriban estos carísimos fármacos por restricciones presupuestarias.

“No entendemos cómo se puede trabajar de alergólogo en Balears sin tener la titulación requerida. Eso es intrusismo”, concluyen.

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