­El embajador de España en Roma estaba cenando con unos amigos en una trattoria cuando le llamaron para decirle que Juan Pablo II acababa de fallecer. Se fue, sin pagar su parte de la cuenta, caminando hacia la embajada. Aún recuerda el paseo: "La luz de una lámpara titubeante, las paredes desconchadas, los coches y las motos aparcadas en sitios inverosímiles. Había llovido. Empezaron a sonar las campanas de una iglesia tocando a muerto. En un momento, las 400 iglesias de Roma tocaban sus campanas. Fue un momento que podría haber ocurrido exactamente igual hace 600 años, fue un momento mágico".

Así lo cuenta Jorge Dezcallar en su libro de memorias Valió la pena. Una vida entre diplomáticos y espías y así lo relató ayer ante un entregado auditorio que no dejó ni un asiento libre en el Club DIARIO de MALLORCA. Ese paseo romano fue la última de las muchas anécdotas con las que el diplomático deleitó a unos asistentes que, en cuanto acabó la presentación, corrieron a conseguir una dedicatoria del autor en su ejemplar. Eso, los que lo consiguieron comprar, ya que la librera Glòria Forteza-Rey, de Embat, que los vendía a la entrada acabó rápidamente con todas las existencias. Entre el público, muchas caras conocidas de muy variados sectores de la sociedad balear, como el diplomático José Luis Dicenta; la expresidenta del Consell María Salom; abogados como Rafael Perera, Pedro Morell o Joan Buades o Tomeu Vidal; el periodista Antonio Alemany; médicos como el neumólogo Bernat Togores; o el exdirector de este diario José Eduardo Iglesias, por citar solo unos cuantos nombres.

"Si eso es lo que cuenta, qué será lo que calla", se planteó Miquel Borrás, director del Club e introductor del acto de ayer, al acabar de leer el libro. Fernando Schwartz, colega de profesión y batallitas, acompañó a Dezcallar en la presentación, en la que ambos no pudieron evitar recordar con cierta nostalgia la diplomacia de la época de Felipe González: "La política exterior está ahora de capa caída", dijo el Premio Planeta, "se ha perdido la finezza".

En línea similar se expresó el mallorquín: "Trabajar en política exterior durante la Transición es de lo más bonito que recuerdo, ahora hemos perdido la conciencia de nuestro lugar en el mundo", consideró, "deberíamos ser más activos". Trabajó con González, con José María Aznar y con José Luis Rodríguez Zapatero, pero solo menciona a los dos primeros como presidentes "que tenían una misión". Eso sí, para hacer política exterior fuerte, consideró, "necesitas economía fuerte y otras cosas, y ahora nos falla también la unidad, con lo de Cataluña. Es triste, pero es normal que no tengamos una política exterior fuerte: hemos jugado por encima de nuestra categoría".

En el caso de Aznar aplaude su labor de asedio contra ETA y lo cree artífice de la situación actual de la banda, pero en política exterior cree que "se equivocó" cuando, ante la mala relación que tenía con Francia, respondió a la llamada de Tony Blair y acabó conformando aquella "alianza de periféricos" con George Bush, quien le tentó con "la posibilidad de estar en el escenario mundial".

Entre los motivos para escribir estas memorias, el diplomático señaló "la obligación de desmentir teorías de la conspiración totalmente inverosímiles que se difundieron por razones interesadas y que han hecho mucho daño" sobre el 11M, el segundo mayor atentado de Europa. Deploró que esas teorías "delirantes" crearon "desconfianza hacia las instituciones y una polarización de la sociedad terrible que aún perdura". Ayer recordó la envidia que le dio la reacción de EE UU tras el 11S: "Todos juntos, abrazados".

Era presidente del CNI aquel 11 de marzo de 2004 y hoy Dezcallar admite: "No estábamos preparados para el terrorismo islamista, lleva tiempo prepararse y nos pilló el tiempo. Nosotros vamos aprendiendo, quizás ahora lo hubiéramos podido evitar, aunque ellos también van aprendiendo". Sobre este triste capítulo, el diplomático insistió: "A mí nadie me forzó a decir que había sido ETA, aquella mañana pensábamos que había sido ETA e incluso ellos mismos pensaban que había sido algún comando loco, todo empezó a cambiar cuando encontramos la furgoneta". Añadió: "Lo siento, me hubiera gustado mucho saberlo desde el principio".

Entre las preguntas del público, no podía faltar alguna sobre Cataluña, a quien Dezcallar le recordó que "fuera de las instituciones hace mucho frío". Instó a Mariano Rajoy a optar por una solución política y averiguar por qué hay un 49% de catalanes descontentos, aunque para llegar a esa solución, advirtió, es necesario que del lado catalán haya quien quiera negociar. "Me estremece que un presidente de una comunidad diga que lo democrático es incumplir la ley", señaló. Con todo, ve la situación como "un desmadre con el que todos podemos perder mucho, sobre todo los catalanes". No quiso pasar a otro tema sin concluir: "Los nacionalismos tuvieron su razón de ser hace cien años".

Respecto al panorama internacional actual, ayer admitió que le da pena que Europa no esté ofreciendo "soluciones y una respuesta diplomática robusta" a la crisis de los refugiados que ha causado el Estado Islámico y la guerra siria. Consideró además que Vladimir Putin está aprovechando para exigir en el concierto internacional que "para arreglar los problemas del mundo se le trate de tú a tú y recuperar así el estatus de gran potencia de la URSS".

Jorge Dezcallar habló ayer como lo hace en su libro, con esa perspectiva y esa libertad que da el paso de los años. El diplomático, que entre sus muchos destinos también pasó por Uruguay, adaptó la frase de uno de sus próceres, José Gervasio Artigas, para definir la filosofía que sigue ahora mismo: "Con la verdad, ni ofendo ni temo".

Presentación del libro: ´Valió la pena´

A cargo del autor, Jorge Dezcallar, y Fernando Schwartz. Miércoles, 7 de octubre. Club Diario de Mallorca. Calle Puerto Rico, 15. Entrada libre