El sector de las salas de fiesta y discotecas lleva ya varios años optando por cerrar sus puertas en temporada baja, incluidos establecimientos de Palma que anteriormente habían mantenido su actividad, aunque solo fuera durante los fines de semana, durante todo los doce meses del año, lo que supone debilitar el atractivo que la isla puede tener para los visitantes que llegan durante el periodo de menor actividad turística.
El problema es que todo apunta a que esta estrategia empresarial se va a mantener a lo largo de los próximos años, según reconoce el presidente de la patronal de este sector, Jesús Sánchez, ante las enormes dificultades existentes para rentabilizar estos negocios a partir de noviembre y hasta la Semana Santa, y sin que por el momento se perciba ningún cambio que permitan dar un giro a esta política.
Porque al problema que supone un IVA más elevado que el que tiene el resto de la oferta turística se suma el crecimiento de una competencia, en muchos casos de carácter irregular, que además se beneficia de un tratamiento fiscal más favorable.
Prueba de ello, según señala Jesús Sánchez, son las denuncias que su asociación viene presentando contra otro tipo de establecimientos que, sin contar con licencia para ello, hacen una oferta similar a la de las salas de fiesta. Un ejemplo es un evento que se organizó este verano en un restaurante, con una pool party en la que debían de actuar varios disc jockeys, y que se tuvo que trasladar a otro espacio tras la citada denuncia. Hace pocos días se ha presentado otra contra un restaurante de Son Rapinya con música en vivo y pista de baile. La proliferación de estas actividades, el todo incluido hotelero o las beach partys está haciendo que los ingresos de discotecas y salas de fiesta se hayan reducido en verano, limitando las "reservas" para poder pasar el invierno. Y para evitar pérdidas, eso solo deja la opción del cierre estacional, según se lamenta.
