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La fiesta en paz

¿Qué pasará con IB3 dentro de cuatro años?

Josep Codony va por libre... del Govern.

"Ya me llamaréis dentro de cuatro años para pedirme trabajo". La respuesta se atribuye a la presentadora entusiasta del PP de un programa de IB3 (ahora no quiero acordarme si de radio o televisión). Se la escupió a unos compañeros con los que se había enfadado. Estoy de acuerdo con una parte del razonamiento implícito de la periodista y discrepo de otras dos interpretaciones.

Tiene razón cuando arguye que dentro de cuatro años volverá a gobernar el Partido Popular. Sobre todo si la izquierda sigue mostrando la misma eficacia para regir Balears que está mostrando para gobernar la radio y la televisión autonómicas. Por la misma razón, la ineficacia de la izquierda, es muy probable que la susodicha se mantenga al frente de su programa en los próximos 48 meses.

Sin embargo, lo más lamentable de la argumentación implícita en el mensaje es que IB3 esté al albur de lo que ocurra en las urnas, que las palabras independencia y rigor no estén grabadas en la entrada de cada puerta de los estudios de Son Bugadelles y de Manuel Azaña y que muchos de los profesionales lleven colgada una etiqueta -merecida o no- con su filiación política. (Por desgracia para la credibilidad de la cadena, alguno de ellos se ha creído un contertulio más y ha llegado a presumir en antena de sus filias y fobias. ¡Y no ha sido despedido!).

IB3 nació fruto de la megalomanía de Jaume Matas. Ante la imposibilidad de que se convirtiera en una versión regional de la BBC, algunos soñamos con que se pareciera a la TV3 de antes del proceso secesionista. Es decir una televisión con debates plurales, informativos imparciales y programas de interés divulgativo. Además, eso se daba por sobreentendido, de una herramienta cultural de primer orden para promocionar la lengua catalana en un océano de medios de comunicación en castellano.

La frustración partió de que ninguno de estos eran los objetivos de Matas cuando la creó. La televisión y la radio autonómicas eran un instrumento para ganar elecciones (instrumento fallido porque la pérdida de credibilidad se convierte en un boomerang para quien controla el medio) y para favorecer a sus amigos.

El medio nacido con un pecado original no ha tenido un bautismo redentor. Comenzó mal y desde entonces no ha hecho más que empeorar. Y, desde luego, la requeteedición del Pacto de Progreso no parece que vaya a reconducir la situación.

Desde el nombramiento por decreto de Antonio Gómez, vicepresidente del Govern de José Ramón Bauzá, como director general de la casa, no habíamos vivido una situación tan esperpéntica como la de esta semana. Mientras la izquierda debatía el modelo televisivo, Josep Codony, el director general heredado de la etapa anterior, nombraba un nuevo director de televisión sin ni siquiera tener el detalle de buena educación de comunicárselo al Govern. ¿Una muestra de independencia? No, una demostración de la incompetencia de los nuevos gestores autonómicos.

Los problemas de IB3 no son de ayer ni de hoy, sino de futuro. No se vislumbra ninguna posibilidad de tener una televisión dedicada al servicio público. Francina Armengol no parece preocupada por su deterioro; Biel Barceló sigue abrumado por la responsabilidad; Alberto Jarabo presenta ideas de la casta y el PP suspira por mantener a sus piezas clave en la casa. Pero nadie, absolutamente nadie, piensa en buscar la mejor televisión posible para los ciudadanos de Balears.

Lo mejor que hubiera podido sucederle a IB3 es no haber nacido. Gabriel Cañellas tuvo el valor de decir no a la creación de un canal autonómico (se lo propuso Antonio Alemany) porque supo ver que sería un pozo sin fondo en el que tirar dinero público. Jaume Matas, en cambio, antepuso sus delirios de grandeza a la necesaria austeridad. A los ciudadanos solo les queda el derecho a reclamar un canal que cumpla tres premisas: austeridad, calidad y rigor informativo. Parece poco, pero es una misión casi imposible. Gobierne la derecha o la izquierda.

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