La presencia de Jaume Matas en el despacho del juez Castro fue ayer tan rápida que ni siquiera dio tiempo a varios de los abogados defensores a ocupar sus asientos. El expresident del Govern,que estaba citado a declarar por el caso Son Espases, se acogió a su derecho a no responder ninguna de las preguntas, por lo que su interrogatorio apenas duró unos minutos. Tiempo suficiente para demostrar la estrategia que está siguiendo en este nuevo caso de corrupción, en el que varios implicados le señalan como la persona que intentó amañar el concurso para contratar la obra de Son Espases, el mayor proyecto público que se ha realizado en Balears, con un presupuesto de alrededor de 700 millones de euros.

Desde que abandonó la cárcel de Segovia, hace ahora ya cinco meses, fue la primera vez que Matas era llamado a declarar por el juez Castro. Ya dio su versión de los hechos precisamente en una visita que el fiscal Pedro Horrach y la Policía realizaron en la prisión, donde el expolítico cumplía condena. En realidad no quiso contestar a ninguna pregunta. Se limitó a dar un discurso con su versión de los hechos, sin dar la posibilidad de replicar ninguna cuestión. Sin embargo, mantuvo que en ningún momento intentó amañar el concurso. De hecho, insistió en que ordenó que el Consell Consultiu se implicara en el proceso para dar mayor claridad al proceso.

Ayer Matas ya no lució el espectacular vendaje con el que compareció cuando el Parlament, durante la investigación del proceso de adjudicación de Son Espases, le llamó a declarar. En esa fecha seguía en prisión y dado que el caso se encontraba bajo investigación judicial, no quiso responder a ninguna pregunta de los parlamentarios. Y ayer continuó con esta estrategia de guardar silencio, lo que motiva que no despeje las dudas sobre su intervención en la adjudicación de la obra y sobre su presunto interés en que se eligiera la constructora OHL, presidida por el empresario Juan Manuel Villar Mir.

El expresident, que mostró un buen aspecto físico, se reunió en el juzgado con sus dos abogados, José Zaforteza y Miguel Arbona. Ambos letrados dirigen conjuntamente la defensa del expresidente del PP de Balears, no solo en el asunto de Son Espases, sino en el resto de casos de corrupción que aún le quedan pendientes en los juzgados de Palma. Ambos abogados también intervienen directamente en el proceso de negociación que mantienen con la fiscalía Anticorrupción, que se inició hace más de un año y que todavía no se ha cerrado con un acuerdo. El fiscal Pedro Horrach quiere que Matas cumpla una serie de exigencias, que de momento no acepta. Quiere que se declare culpable, que reconozca que ha cobrado comisiones, que devuelva el dinero y que pase un periodo en la cárcel. El acuerdo será muy complicado.

El silencio que mantuvo ayer el exministro no supuso ninguna sorpresa. De hecho, nadie esperaba que declarara y, por tanto, no iba a defenderse de las graves acusaciones que le dedicó Aina Castillo, la que fuera su consellera de sanidad y a la vez persona de su máxima confianza. La exconsellera aseguró que Matas le entregó un sobre para que lo hiciera llegar a los integrantes de la mesa de negociación, en el que presuntamente se señalaban los principios técnicos que se debían seguir para otorgar la obra pública a la empresa de Villar Mir. Matas, antes de entrar en el despacho del juez, mantuvo una breve charla con el abogado Rafael Perera, su primer defensor, que se desplazó al juzgado para saludar al que fuera su cliente. Ambos demostraron que, a pesar de las diferencias que tenían sobre la estrategia de defensa, siguen manteniendo una cordial relación personal.