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Opinión: La huida populista a los dramas globales, por Matías Vallés

Opinión: La huida populista a los dramas globales, por Matías Vallés

La incorporación de los misericordiosos hoteleros mallorquines y de Cristina de Kirchner a la caravana de solidaridad con los refugiados sirios no demuestra la unanimidad en torno al desplazamiento masivo, sino los ribetes de farsa de una de las exhibiciones populistas más sangrantes de los últimos tiempos.

Los magnates con dinero en cuentas cifradas suizas, véase la lista Falciani, quieren incrementar la cuota humanitaria de sus compatriotas. Allá los nativos si se dejan engatusar por esta carísima treta. El Govern progresista, en cambio, ha de responder ante todos los ciudadanos con una deuda que va camino de triplicar su presupuesto.

Como mínimo, PSOE, Més y Podemos no han resuelto ninguno de los problemas íntimos y mezquinos que catapultaron a la tripleta al poder. Algunos de estos casos son tan dolorosos como la provisión de la dependencia. O la velocidad de crucero que mantienen los desahucios, según desveló ayer este diario. Los votantes damnificados de las categorías citadas deberán esperar. Han dejado de estar de moda, sus dramas son quizás demasiado cotidianos para emocionar a un Govern o a un hotelero.

La huida hacia los conflictos globales es un clásico de los gobernantes incapaces de cumplir con su agenda local. A escala estatal, los inquilinos de La Moncloa acaban ejerciendo de ministros de Asuntos Exteriores, un ámbito donde las responsabilidades se difuminan. Un Govern de proximidad no puede permitirse este lujo. Sus olvidados habitan en el vecindario.

Mallorca tiene oficialmente 50 mil parados. Admitiendo que la cifra está hinchada por la economía sumergida, puede reducirse a la mitad. Aun así, al contabilizar a las personas a cargo de los desempleados se obtienen cien mil mallorquines que viven en precariedad extrema, véanse los datos de una entidad irreprochable como Cáritas.

El contingente de desasistidos debería quitar el sueño al Govern, pero el drama local no acaba aquí. Dado que la reforma laboral de Rajoy consiste en contratar a dos trabajadores por el precio de uno y que todavía sobre dinero, se habla ya de personas empleadas que no abandonan el estado de miseria.

El Govern no puede derogar la reforma esclavista, pero es la única esperanza de una ciudadanía privada de fiar su suerte al sanguinario FMI. La aportación mallorquina a Siria debería ser una coda evidente pero mínima en la actividad del ejecutivo, que deserta de problemas propios acuciantes para resolver dramas del desierto mesopotámico.

Ampliar el radio de decisión no es un síntoma de ambición, sino una coartada para evitar la toma de decisiones. En vísperas del inicio de un curso escolar por lo visto sin incidentes para los alumnos mallorquines, españoles, extranjeros o inmigrantes con derecho a educación en la isla, el Govern ha de hundirse en la mediocridad ambiental y tal vez así exportar soluciones que alivien a otros países. Así ocurrió con el turismo de masas, invento mallorquín.

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