José María Ruiz Mateos José María Ruiz Mateosha dejado un sabor muy amargo en Mallorca, y muy especialmente entre el empresariado hotelero, con constantes paseos por los juzgados isleños durante los últimos años. Pero la relación con el archipiélago viene de mucho más lejos, y sistemáticamente bajo la sombra de la polémica.

El 23 de febrero de 1983, el Gobierno que entonces presidía Felipe González y que tenía a Miguel Boyer como ministro de Economía ordenó la intervención del grupo Rumasa, que agrupaba a unas 700 empresas y a mas de 65.000 trabajadores. En Mallorca, unas 3.000 personas trabajaban para este holding en el edificio que Galerías Preciados contaba en Jaume III y que luego pasó a manos de El Corte Inglés; en las oficinas del Banco Atlántico, el Condal, el Industrial del Sur y el Comercial de Cataluña; en las dependencias de las aseguradoras Minerva, Unión Condal de Seguros y Fénix Peninsular; en las promotoras Cala Falcó y Doña Falcó; y en los establecimientos hoteleros que en aquellas fechas tenía la firma Hotasa en la isla, como Los Mastines, Los Chihuahuas y Los Canarios, en Calas de Mallorca, y Los Mirlos y Los Tordos, en Palmanova.

Estos hoteles, junto al resto de los que Hotasa contaba en otros puntos del país, acabaron en manos de la cadena Sol Meliá, lo que marcó otro de los episodios protagonizados por Ruiz Mateos en la isla. En 1998, 15 años después de la citada ´nacionalización´, el empresario pronunció una conferencia en la Universitat balear, con una masiva asistencia, en la que arremetió contra Gabriel Escarrer, al que acusó de "haberse quedado con el fruto de un robo al pactar con el Gobierno que robó Rumasa".

La intervención del holding en 1983 generó el correspondiente despliegue de personal de Hacienda por las instalaciones con que el grupo contaba en la isla, con el cierre de las oficinas bancarias durante esa jornada.

Veintidós años después, Ruiz Mateos volvió a desembarcar en Mallorca, de nuevo bajo la firma de Hotasa, con la adquisición de dos establecimientos de tres estrellas, el hotel el Santa Fe de Can Picafort y el aparhotel Eurocalas de Calas de Mallorca. En aquellas fechas, representantes del grupo Nueva Rumasa, del que Hotasa formaba parte, ya advertían de su interés por ir ampliando su presencia en el archipiélago.

En 2007 sumó dos nuevas incorporaciones, el Samoa de Calas de Mallorca y el Menorca Sea Club. En 2009 se añaden a la lista el Sarah y el Clumba Mar, ambos en Can Picafort, propiedad, entre otros, del exconseller de Turismo Jaume Cladera. La estrategia era siempre la misma: una jugosa oferta por la propiedad de estos establecimientos, que se cubría con pagarés a ejecutar a plazos.

Implantación en las islas

En 2010 Hotasa disponía ya de seis establecimientos en Mallorca (a los antes señalados hay que sumar el Beverly Playa de Peguera) y uno en Menorca, y había comprado a Kraft la fábrica de quesos en Maó que había albergado la firma de El Caserío. No hay que olvidar el importante peso que Nueva Rumasa llegó a alcanzar muy especialmente en el sector de la alimentación.

Y además Ruiz Mateos lanzaba ofertas por doquier, y anunciaba su interés en hacerse con los hoteles de Acorn, con la Policlínica Miramar y con los establecimientos turísticos de la firma THB, propiedad estos dos últimos paquetes de Francisco Miralles.

Una característica que se repite en los contactos mantenidos por el empresario fallecido ayer es que sus interlocutores reconocían la confianza que generaba. Pero en 2011 el sueño de Nueva Rumasa comenzó se seguir el mismo destino de su antecesor, al anunciarse su preconcurso de acreedores, que afectaba a Hotasa y a sus establecimientos en Mallorca, cuyo precio no había sido todavía más que en una pequeña parte. La deuda, según señalaron entonces fuentes del sector, ascendía a "decenas de millones de euros". La alarma en la isla fue mayúscula. Además, los impagados alcanzaron a otros sectores, como los distribuidores de alimentos, lo que llevó a la patronal Afedeco a convocar una reunión urgente de afectados en un intento de "cuantificar los daños".

El empresario compró la planta de Kraft en Maó. DIARIO DE MALLORCA

A partir de ahí, las acusaciones de "estafa" formuladas por los afectados marcaron los meses siguientes, a medida que se iba confirmando el alcance de las cantidades que muchos empresarios se iban a quedar sin cobrar tras la quiebra de Nueva Rumasa. La partida, desde ese momento, comenzó a jugarse en los Tribunales.