Tras un verano de cifras de pasajeros récord y funcionamiento ejemplar, el aeropuerto vivió este fin de semana sus peores jornadas de la temporada alta. Las lluvias que el viernes anegaron parte de las pistas, las zonas de embarque y los aparcamientos provocaron desvíos de vuelos el propio viernes, que se tornaron graves retrasos durante la jornada del sábado, la de más tráfico durante las semanas que dura la temporada alta. Las consecuencias fueron más de 350 retrasos, con demoras medias cercanas a la hora y algunos vuelos que aterrizaron tres horas más tarde del horario previsto. Alemania y Reino Unido, con más conexiones que nadie en temporada alta, fueron los destinos más afectados.

Ayer la normalidad volvía a ser la tónica, favorecida por el hecho de que el domingo se reduce la intensísima actividad que caracteriza los sábados. La mañana dominical ya empezó tranquila, con el grueso de los vuelos en hora y, hasta las 12.00 del mediodía, apenas una veintena de operaciones con retrasos casi siempre por debajo de una hora. Solo hubo una excepción en ese tramo horario: un Transavia con destino Rotterdam que debía salir a las 9.55 y acabó despegando a las 13.35 horas.

Los problemas solo repuntaron en uno de los picos diarios de actividad, entre las 12.00 y las 14.00 con la mitad de los vuelos sufriendo demoras (más leves, eso sí, que las del sábado). Por la tarde, el rojo que marca los retrasos empezó a desaparecer, para ofrecer paneles informativos teñidos de verde, de vuelta a la normalidad de un verano del que Son Sant Joan ha salido con buena nota en puntualidad pese a huelgas y varias y récords de trabajo y pasajeros en la isla de moda en el verano mediterráneo. En los días de más trabajo en la terminal y en hora punta, y según fuentes de Son Sant Joan, el paso por el control de seguridad demoró como máximo ocho minutos, un éxito para un aeropuerto que en verano mueve más pasajeros que ningún otro en Europa.