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La fiesta en paz

La política balear es teatro del malo

Armengol se ha traído de Madrid una comisión.

El PP suspende de militancia a la exconsellera de Salud Aina Castillo por amañar el concurso de adjudicación de Son Espases. Ella lo declaró ante juez esta semana. Los servicios de información populares deben andar algo lentos de reflejos porque hace meses que la misma confesión la había firmado ante el fiscal y había sido ampliamente divulgada por la prensa. Quizás la inteligencia del PP está en manos de Mortadelo y Filemón (o del agente secreto Anacleto, ahora que acaba de estrenar película). Una prueba adicional de su grado de competencia es que han seguido remitiendo los documentos confidenciales de Génova al Consolat de la Mar, donde, desde hace tres meses reina Francina y no José Ramón.

La expulsión de Castillo es una mera representación teatral en la que Miquel Vidal, un presidente sin poder real, intenta aparentar que tiene autoridad para dirigir el partido. Una función imaginaria que se presenta como una especie de auto de fe moralizante pero que, a los ojos de los pesos pesados del PP y del público en general, es una comedia... y de las malas. Otra cosa hubiera sido que, siguiendo el consejo de la misma Castillo, hubiesen investigado internamente cómo se financia el partido. El problema es que el guión de esta obra de intriga no hubiese tenido credibilidad.

Francina Armengol y Mariano Rajoy se reúnen en La Moncloa durante casi 90 minutos, según narran los voceros de la política de Inca. La presidenta de Balears reclama un techo de déficit más alto del autorizado, una mejor financiación y que se ejecuten las inversiones pendientes. Vuelve a Balears con un escaso botín: se reunirá una comisión. Es la promesa de un señor gallego que no sabe si dentro de unos meses seguirá habitando un palacete de las afueras de Madrid o estará repasando la legislación que atañe a un registrador de la propiedad, olvidada después de más de 30 años calentando escaños.

Sin embargo, los dos se muestran encantados con el encuentro. Una porque quiere demostrar a sus gobernados -y de paso a sus desconfiados socios políticos- que han elegido a una estadista que les representa con firmeza ante el poder ejecutivo del Estado. El otro porque tampoco se trata de ofender a los baleares. Ya se sabe que son muy útiles para ingresar en el Tesoro un dinero con el que después se riega a las comunidades con auténtico peso político y electoral.

En definitiva, un presidente y una presidenta ofreciendo un espectáculo de magia, o de trile. Rajoy coge el dinero, lo oculta detrás de una comisión y cuando Armengol intenta encontrarlo, ha desaparecido. Sin embargo, ella tiene que aparentar que todo ha salido bien porque los votantes desconfían de los dirigentes a quienes se tima con cierta facilidad.

El director de IB3 ha ido a la Universitat de les Illes Balears en busca de asesoramiento lingüístico. ¿No era en esta televisión donde, siguiendo fielmente las consignas de sus amos políticos, se decidió diferenciar el catalán de dret del de assegut? Microsoft ha dejado morir por inanición su centro de alta tecnología del Parc Bit. ¿No eran estas instalaciones las que José Ramón Bauzá y Pep Ignasi Aguiló presentaron como el Silicon Valley de una Mallorca que se apuntaba al futuro? José Hila anuncia que retirará el monolito de sa Feixina. ¿Acaso no era este alcalde el segundo de Aina Calvo cuando se retiraron los símbolos fascistas para cumplir la Ley de Memoria Histórica? Armengol se reúne con los presidentes de los cuatro consells insulars y acuerdan federalizar la comunidad autónoma. ¿A quién diablos le importa? Y diría más, ¿qué puñetas significa?

La política es una representación teatral para convencer a los ciudadanos de las virtudes del líder. Churchill levantaba la moral de los londinenses cuando hacía el signo de la victoria mientras caían las bombas alemanas. J. F. Kennedy buscó un telón de fondo adecuado, el muro, para dirigirse a los berlineses. Julio César declamó aquello de alea iacta est cuando cruzó el Rubicón. Pericles lloró en la colina de Ares para salvar a su amada Aspasia... A nosotros nos han tocado en suerte malos actores con peores guiones.

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