La responsable de Territorio e Infraestructuras del Consell, Mercedes Garrido, insistió ayer en su defensa del desdoblamiento de la carretera Llucmajor-Campos y sostuvo que se trata de una cuestión de "seguridad, no de velocidad", ya que es una vía con una elevada siniestralidad. Garrido rechazó los argumentos del GOB en contra de este proyecto y aseguró que "no será una nueva autopista", sino que la intención es que "se parezca a la carretera de Manacor".

Recordó que se trata sólo de "unos ocho kilómetros" de trazado y que el Consell está trabajando en la modificación del proyecto de desdoblamiento que dejó el Gobierno de la popular María Salom, que estará terminado "en uno o dos meses". Al respecto, adelantó que está previsto mantener la rotonda de la entrada a Campos, mientras que la de Llucmajor "está en estudio". Además, se eliminará del proyecto la polémica rotonda elevada que se había previsto.

Según Garrido, las modificaciones supondrán rebajar el presupuesto inicial de 38 millones de euros a 32 millones aproximadamente, por lo que negó "la acusación del PP de que se trata de una operación de maquillaje".

No obstante, insistió en la necesidad de estás obras. "No se trata es ganar tiempo, sino seguridad en una carretera por la que en verano pasan 30.000 vehículos diarios; el objetivo no es llegar antes a Campos, es llegar seguros", sostuvo. Añadió que "en ocho kilómetros de carretera hay 69 incorporaciones que la hacen muy peligrosa y que provocan la elevada siniestralidad, por la invasión del carril del sentido contrario".