El futuro más indiscreto ya está aquí. Y no se le escapa un rincón. Doce empresas exploran desde el cielo cada centímetro de la isla. Lo hacen con drones, un engendro aéreo que permite sobrevolar y filmar Mallorca sin tripulantes. La moda se extiende al mismo ritmo que su polémica. Más allá de ser un juguete para particulares que buscan imágenes inverosímiles, los vehículos aéreos no tripulados se han convertido en una herramienta de trabajo. Según el instructor de la Escuela de Pilotos de Panamedia Pedro Núñez, "en el último año se han multiplicado por cuatro los alumnos que se sacan el carné de piloto de drones en Mallorca".
Por algo es uno de los sectores profesionales con más éxito en Balears, y en el mundo, con un potencial que va más allá de la curiosidad indiscreta. Sirve de ejemplo la iniciativa de Amazon Prime Air de enviar los paquetes a los clientes con el sofisticado aparato, ahorrando costes y tiempo. Según informes del sector, hasta el año 2050 se podrían crear en europa unos 150.000 puestos de trabajo relacionados con la fabricación de los aviones no tripulados, la apertura de empresas operadoras de vehículos aéreos y la formación de pilotos expertos en manejar los aparatos. "Son el futuro", señala Francisco Carrulla, el gerente de la empresa Estop, que desde hace más de un año utiliza los drones como instrumento de trabajo "a diario". Carrulla explica que el aparato ha supuesto "un gran avance tecnológico" para la firma, ya que "ha abaratado y facilitado la labor de los técnicos".
Precios
¿Cuánto cuesta el invento? "Nuestro vehículo aéreo vale 30.000 euros", afirma con rotundidad Carrulla, "a diferencia de juguetitos que valen 200 euros". Empresas como Panamedia, Estop o Palma Picture ofrecen los servicios de una máquina que capta desde imágenes para spots publicitarios hasta planos topográficos para el desarrollo de proyectos como viviendas, trazados de vías, paseos, puentes o movimiento de tierra. El aparato "es capaz de casi todo", subraya el gerente de Palma Picture. Los drones pueden volar a gran altitud, usan fuentes de energía renovables, se comunican con tierra y vía satélite, y operan con otros vehículos aéreos, creando "un enjambre" que llega a rincones hasta ahora inaccesibles incluso para los helicópteros.
El carné profesional de piloto de dron sirve para llevar el aparato con normas "menos restrictivas", ya que los particulares solo pueden hacer volar la aeronave [si supera los dos kilogramos] en zonas de aeromodelismo, situadas en Algaida y Campos. En Mallorca, desde el pasado mes de noviembre, la Escuela de Pilotos de Panamedia imparte cursos de formación de aviación a decenas de personas que "quieren trabajar como pilotos de drones de forma profesional", explica el instructor Pedro Núñez. De manera online, los alumnos reciben 60 horas de teoría por 850 euros anuales. Los estudios se complementan con las clases prácticas. "Se trata de un carné habilitado por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), que permite a los alumnos pilotar aeronaves con control remoto que no superen los 25 kg", explica el instructor. La escuela ha ido creciendo durante este año. "Empezamos con 16 alumnos y ahora tenemos 60", detalla Núñez.
Nuevos cursos
La Escuela de Pilotos de Panamedia de Mallorca ha integrado esta temporada dos nuevos cursos para ampliar los conocimientos de los alumnos. "Ha tenido una gran aceptación", subraya el instructor de Panamedia, donde han creado un curso de grabación en el que enseñan a los futuros pilotos a tener mayor control sobre la aeronave. El dron comienza a elevarse, y el alumno debe mantenerlo a la altura de sus ojos durante unos minutos hasta volverlo a aterrizar. Esta es una de las prácticas que los alumnos realizan, que se complementa con otras figuras como rectángulos o círculos en el aire.
La tecnología avanza a pasos agigantados. Las aplicaciones móviles son el siguiente paso hacia un futuro que ya está aquí. Según aclara Núñez, "llegará un momento en el que los drones se dirigirán con los smartphones", como de hecho hacen algunos usuarios particulares en Mallorca, una isla a la que cada vez le quedan menos rincones discretos.
