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Economía

Solo 50 de los 150 millones de beneficio anual del aeropuerto se quedan en la isla

Las ganancias de Son Sant Joan se han duplicado en dos años, pero no así las inversiones, que dejan a Balears a la cola del Estado - El Govern reclama participar en la gestión de una terminal que ahora es en un 49% privada y se usa para mantener aeropuertos deficitarios y retribuir a los nuevos accionistas

El aeropuerto de Palma mueve 23 millones de pasajeros al año. Manu Mielniezuk

Dos de cada tres euros de beneficio que genera el aeropuerto vuelan de la isla. Se van para no volver. Lo mismo que ocurre con los impuestos que recauda la Comunidad, reconvertidos en solidaridad autonómica de ida sin vuelta, se repite con el mejor negocio público de Mallorca: su aeropuerto. Según los datos que facilita José Antonio Álvarez, director de Son Sant Joan, el año pasado la terminal y las pistas del aeropuerto generaron unos beneficios netos de 151 millones de euros. Muchos. Más del doble que solo dos años antes (73 millones), cuando Son Sant Joan era lo que llevaba un decenio siendo: el aeropuerto más rentable de la empresa entonces pública que gestiona los cielos españoles, AENA, ahora privatizada en un 49%, gracias a que entre sus activos luce máquinas de hacer dinero como la terminal mallorquina.

Son Sant Joan dejó el año pasado de ser el más rentable, superado por las ampliadas instalaciones de Barcelona. Allí y en Barajas se concentraron en los últimos años las inversiones aeroportuarias de un Gobierno central, tanto como Mariano Rajoy (PP) como con Rodríguez Zapatero (PSOE), que dejó sistemáticamente a Balears como la Comunidad que menos dinero recibe del Estado para proyectos de obras públicas. A la cola y a cientos de millones de euros de alcanzar la media de inversión estatal en el resto de comunidades. Aquí no hay AVE, y lo que más se le parece, el aeropuerto, se ha transformado en un negocio cuyos beneficios acaban lucrando a accionistas privados y sosteniendo una red que en los últimos quince años destacó por abrir aeropuertos deficitarios (León), cuando no directamente inútiles (Ciudad Real, que costó 450 millones de euros y ahora se ha adjudicado por apenas 10.000 euros a un grupo chino). El aeropuerto más rentable ha quedado así relegado. Y lo seguirá estando: en los próximos años, Son Sant Joan y sus 151 millones de beneficio neto al año (cifra que sigue subiendo a velocidad de vértigo), recibirá de media en inversiones de mejora una media de 50 millones por ejercicio. Lo confirma su director, que asegura concretamente que irán llegando "entre 30 y 70 millones" por año, y enfatiza que eso, solo eso y nada más, es lo que necesitan las instalaciones de Palma para seguir operando con eficiencia máxima y seguir siendo la máquina de hacer euros que es.

Más que un negocio

Aunque el aeropuerto es mucho más que un negocio muy lucrativo, recuerdan políticos de todos los colores, empezando por el vicepresidente Barceló, nuevo responsable de turismo: Son Sant Joan, además de un negocio ahora medio privado, es la puerta de entrada a Mallorca de diez millones de turistas al año, y, al tiempo, el principal nexo con el mundo de los residentes mallorquines. Por eso insiste Biel Barceló, en la entrevista que acompaña a estas líneas, en que Balears debe gestionar sus aeropuertos, o al menos participar directamente en las decisiones estratégicas. Sin controlar el aeropuerto es imposible hacer política turística, viene a decir el vicepresident y líder de Més.

El criterio es compartido por la práctica totalidad de partidos políticos y agentes económicos y sociales de las islas. Como hacen los empresarios de las islas y el resto de partidos, el vicepresident Barceló apunta a estrategias basadas en la bajada o, directamente, eliminación de tasas en meses de temporada baja, por ejemplo, con el objetivo de estimular la creación de rutas y el refuerzo de las ya existentes, con la mirada puesta en que pueda llegar más turismo de invierno sin que las aerolíneas asuman tanto riesgo y, a la vez, los residentes se conecten con Europa a precios más asequibles. El fin de ese tipo de políticas, coinciden el vicepresident, los empresarios y la mayoría de fuerzas vivas de la isla, no es que AENA y sus accionistas ahora privados ganen dinero, sino que lo haga la sociedad mallorquina a la que sirve un aeropuerto privatizado por el Gobierno Rajoy sin consultar ni a los mallorquines ni a las instituciones que les representan.

Desde AENA, el director del aeropuerto argumenta que ese tipo de políticas ya se están desarrollando. Pone como ejemplo el 100% de subvención en las tasas aeroportuarias a las compañías que abren nuevas rutas. También cree suficiente lo que se dedica a renovar el aeropuerto. "Estamos constantemente contrastando los pronósticos de tráfico con la capacidad. De ahí nos salen necesidades, que son las que abordamos con las inversiones precisas. Cada vez que hay un necesidad se planifica la estrategia para resolverla y se ejecuta", dice el director de un aeropuerto que está ingresando 277 millones de euros al año. La mayoría se van para no volver.

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