Diario de Mallorca

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La fiesta en paz

Nuestros ´jóvenes turcos´ mallorquines

Felipe VI, con Xelo Huertas en Marivent.

Concéntrese. Respire hondo. Reflexione. Señor nuevo político o político nuevo. ¿Para qué está aquí? ¿Por qué se ha sentado en un despacho idéntico al que hasta hace unos meses usaba la casta? Oooom. Preste atención a lo útil. Libérese de la campaña electoral, ha terminado hace meses. Lo que dijo entonces no sirve hoy. Oooom. ¿Qué ha dicho de la monarquía y de los reyes en las semanas de campaña? Sí, usted. El mismo o la misma que hoy saluda a Felipe VI en la escalera de Marivent.

Sí, señora Xelo Huertas. Ya sabemos que es republicana. Nadie en su sano juicio puede decir lo contrario. La razón apuesta por el republicanismo. La ley, la historia, el corazón y hasta la comodidad posibilitan que España sea un régimen tan democrático como el francés o el danés con un rey en la Jefatura del Estado.

Señora presidenta del Parlament, los déficits democráticos que padecemos, como ocurre en el resto de países libres, no tienen su origen en la forma de Estado, sino en un modo torcido de ejercer el poder. Y en las malas prácticas pueden incurrir desde el monarca hasta el último concejal. Incluso si milita en Podemos.

Oooom. Piense señora presidenta del Parlament. Antes de pronunciar según qué frases, sopese si supondrán una aportación a la democracia o a la demagogia. Pedir que se suprima la recepción real de la Almudaina prevista para el próximo miércoles y se dedique su coste a una "asociación o comedor social" tiende más, bastante más, hacia lo segundo. Sobre todo cuando ha salido de la boca de alguien que unos minutos antes se ha bajado de un Audi A4 con chófer.

La audiencia del año pasado fue tan plural que incluyó a la casta y a los descastados. Salvo que para los iglesias boys, los colectivos gays, los deportistas y los músicos también formen parte de los privilegiados que han usurpado el poder. En proporción, el coste del convite debe ser similar al de los vasos de agua que los bedeles van reemplazando cada vez que un orador sube a la tribuna del Parlament. ¿Qué pasaría con los trabajadores de la empresa que sirve la copa si instituciones y empresas escucharan sus ruegos? ¿Serían despedidos? Deslizarse por la senda de la demagogia es fácil en las tertulias de café. Los políticos y los periodistas debemos evitarlo. Oooom. Pensemos en ello.

La espontaneidad del presidente del Consell se agradece frente a la rigidez del alcalde de Palma. Miquel Ensenyat es mucho más espontáneo que José Hila y no se corta a la hora de hablar. En esta misma sección se ha escrito que Mallorca tenía un contrato con el anterior monarca. Nosotros le cedíamos Marivent y él, a cambio, promocionaba la isla. Eso puede escribirlo un periodista de tres al cuarto, pero un representante institucional debe guardarse de decirlo en la mismísima residencia veraniega del monarca. Oooom. Medítelo

"Esto nos cuesta dinero -habla Ensenyat- y es importante que vengan. Nosotros vivimos de la imagen, y es importante cuidarla y es lo que tenemos y hemos de aprovechar y explotar". En el comentario del presidente del Consell manca finezza, como diría el camaleónico político italiano Andreotti. Parece un mero ganadero dispuesto a muñir las ubres de una vaca lechera.

Los socialistas Francina Armengol y José Hila, por aquello de que son de la casta, reflexionaron -oooom- y fueron más cuidadosos con sus declaraciones y con la explicación de sus objetivos.

En cambio nuestros ´jóvenes turcos´ son casi tan impetuosos como los militares nacionalistas que derrocaron al sultán Abdul Hamid. Ellos también llegaron para reformar la política y para evitar el desmoronamiento de su patria. Fueron acogidos con entusiasmo porque representaban algo nuevo frente a lo viejo, defendían la igualdad y la modernidad ante las viejas formas.

Solo para quienes desconozcan esta parte de la historia, recordaremos que su década en el poder supuso el desmoronamiento del Imperio Otomano, la derrota en la I Guerra Mundial y otros desastres que no vienen al caso. Oooom. Cavilen. No vaya a ser que su empuje nos lleve al precipicio, eso si antes no sufren una caída del caballo como la de Tsipras en Grecia.

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