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Escoleta de verano

Diversión para todos

Los niños con discapacidad intelectual también disfrutan del verano gracias a Amadiba - Piscina, playa, excursiones, murales o música son solo algunas de las actividades que los más pequeños realizan y amplían sus conocimientos

Los niños con discapacidad intelectual también disfrutan de unas divertidas vacaciones. Como cada año, el colegio de Son Anglada abre sus puertas en verano para recibir a los más pequeños de la casa. Las sonrisas y los saltos de alegría de los niños a la salida de la escoleta es una escena que se repite día tras día. Un lugar de ocio que atiende a este colectivo más vulnerable -ya que estos niños no pueden ir a un campamento normal porque requieren de unos cuidados especiales-. "Las actividades al aire libre son nuestra excusa para educarles" apunta la directora de Servicios, Natalia López.

¡Yupi! La palabra del verano para una niña de tres años que ha aprendió a decirlo y que ahora lo utiliza para todo. El asombro y la satisfacción de su madre es extremo al ver que su hija no solo se lo pasa bien, sino que también aprende cosas nuevas. "Preguntes lo que le preguntes, ahora siempre responde con un yupi", cuentan sus monitores entre risas. "Es un placer verlos como crecen y evolucionan" continúan.

Y es que cualquier logro por mínimo que sea (decir la palabra "yupiii") "se ve como una gran avance ya que lo que a cualquier persona sin esa discapacidad lo aprende de forma natural y sin apenas esfuerzo, sabes que a un niño con discapacidad le es mucho más complicado ya que se encuentra con muchas barreras ya sea las propias por la discapacidad, sociales o arquitectónicas".

Al trabajar con niños discapacitados, la rutina de esta escoleta es diferente. No pretenden solo entretener a los más pequeños sino que deben educarlos y marcarles unas rutinas. Se trata de un colectivo que necesita que estén muy encima de ellos, y una vez que aprenden algo, hay que repetírselo y trabajarlo cada día para que no se les olvide. "Que tengan una discapacidad no significa que los padres se lo tengan que hacer todo", explica la directora. Un error en el que caen muchos padres. Por ello, esta escoleta trabaja cada día con estos niños para que sean autosuficientes. Ponerse el bañador solos, los zapatos, encargarse de poner y quitar sus cubiertos, son actividades simples que los niños trabajan día a día de una manera divertida.

"Nunca imaginé ver a mi hijo comer verdura", apunta una madre. Los monitores de este colegio le grabaron un vídeo en el que salía su pequeño comiendo judías verdes porque la madre no se lo creía. "Esto es un aprendizaje continuo en el que nosotros solo les guiamos en el camino", destaca la directora, quien subraya que "no hay imposibles para ellos".

"Si educar a niños es complicado, hacerlo con estos chicos lo es aún más porque son más cabezones si cabe", explica Onofre Frau, director de comunicación de Amadiba. Por ello, los trabajadores de estos centros son personas especialistas que saben cómo tratar con estos niños. Un equipo multidisciplinar que va desde psicólogos, psicopedagogos, fisioterapeutas, técnicos en comunicación y lenguaje a un equipo profesional de atención directa. Las conversaciones con los padres son continuas, a fin de que el pequeño vaya evolucionando y realice las mismas pautas en casa. Las pataletas y los gritos no tienen cabida en esta escuela y se sustituyen por la tranquilidad y la autonomía de los pequeños.

Romper los estereotipos

Amadiba acerca los recursos a las personas discapacitadas para aumentar su calidad de vida, dando respuesta a las necesidades en cualquier municipio de Mallorca. Solo en el colegio de Son Anglada atienden a 60 niños con discapacidad intelectual -la mayoría de ellos autistas y con parálisis cerebral-.

Así, la atención que requiere cada niño depende de la edad y el nivel de autonomía. "Tenemos monitores que solo están con un niño, por ejemplo" cuenta López, "y lo máximo son cuatro niños por monitor" -cuando en los colegios convencionales la media es de diez niños por persona-. Y aunque esta escuela requiera de más personal, las cuotas mensuales son iguales a las de otras escoletas, 300 euros al mes. "Se trata de un servicio que pretende facilitar la vida de los niños y de las familias, no complicarlo aún más", resalta la directora.

Una niña rubia con ojos azules se sienta en las escaleras después de salir de la piscina a la espera de que la monitora le diga qué debe hacer. ¿Ves a esa niña? "Hace unos meses era impensable verla quieta" explica Frau. "Se trata de trabajar con ellos cada día y tener mucha paciencia", continúa. Le llaman la atención y corriendo la niña viene a darles un beso a todos los asistentes. "Son un encanto estos niños", afirma Frau con una sonrisa de oreja a oreja. "La satisfacción personal que sentimos al trabajar con estos niños no se puede definir con palabras" subraya la directora, y todos coinciden con ello.

Son las nueve de la mañana y los niños entran corriendo a la escoleta, dejando a los padres atrás. Se saludan entre ellos y comienzan a jugar. Una escoleta creada para niños discapacitados que también atiende a otros niños. "En un primer momento eran grupos de hermanos que los padres los traían aquí para que los niños sin discapacidad convivieran con los más vulnerables" explica López. Con los años, el número de estos niños ha aumentado. El objetivo es claro: convivir con niños discapacitados hace que se rompan los estereotipos y valoren otras cosas.

"Que sean más solidarios", destaca una monitora. El día a día con un niño discapacitado es diferente. Al asistir a esta escoleta, los niños sin discapacidad crecen en otro entorno y se dan cuenta de las dificultades de los demás. "Siempre les ayudan mucho", explica Frau, y "hacen de hermanos mayores". Una experiencia muy positiva que de cada vez se repite con más frecuencia.

Un proyecto consolidado

En concreto, la iniciativa surgió en 1996 de una mujer que tenía una hija con una discapacidad intelectual. "Me di cuenta que mi hija no podía ir a una escoleta de verano convencional y decidí crear una", explica esta mujer. En un primer momento los monitores no eran especialistas, pero poco a poco el proyecto se fue consolidando, llegando a atender hoy en día a 442 personas discapacitadas en toda Mallorca. Para ello, tienen a 168 trabajadores fijos en su plantilla y 50 extras en campaña de escuelas. Amadiba, además, cuenta con el apoyo de diferentes ayuntamientos, Govern, Consell de Mallorca y otras entidades.

A los padres al inicio de verano se les entrega un dosier con todas las actividades que los niños harán a lo largo de las semanas. "Se trata de que los niños sepan cada día antes de venir a la escoleta qué actividades haremos", explica la monitora. En el horario se describe paso a paso qué harán los niños, ¡hasta a qué hora se tienen que poner la crema solar!

Con estos horarios pretendemos transmitir tranquilidad y seguridad a los niños", explica López. Son un colectivo vulnerable que les cuesta mucho más las cosas. "La incertidumbre que sienten los niños al venir y no saber qué van a hacer es un sentimiento muy negativo" continúa. Por ello, los padres antes de ir a la escoleta le explica al pequeño qué actividad toca hoy. Martes: monster chef, brico garden, piscina, y por la tarde, expresión corporal y musical. Además, de las horas de comida, hábitos de higiene y cuidado personal, entre otros.

Se establecen unas rutinas diarias y los niños aprenden autocontrol. Además cada semana imaginan que se van de viaje. "Sellamos hasta los pasaportes" apunta entre risas la monitora. Un simulacro en el que los niños aprenden otras culturas y costumbres. "¡Esta semana, nos vamos a Kenia!", destaca la monitora.

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