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Opinión

Son Espases, ha salido el Gordo de la corrupción

Son Espases, ha salido el Gordo de la corrupción

El incansable Pedro Horrach da otro paso gigantesco en su obsesivo "descubrimiento de la verdad" histórica de Mallorca, al levantar el velo del premio Gordo de la corrupción del Govern Matas. Se podrá discutir la vehemencia del fiscal para excluir a Cristina de Borbón del caso Infanta, o la ausencia del presidente madridista en la presente querella por la infamante subasta de Son Espases entre Villar Mir y el finalmente agraciado, Florentino Pérez. Sin embargo, la envergadura de los tres mosqueteros de la fiscalía anticorrupción crece al compararlos con la torpeza del titubeante ejército progresista de PSOE, Més y Podemos, extraviados en la maraña de la administración autonómica.

Hasta Horrach parece abrumado por el colosal escándalo de Son Espases, donde "el interés público es la última razón a considerar, o simplemente no tiene cabida". Los 800 millones contemplados en la querella, y que se doblan holgadamente con el pago de los intereses, implican que el monto del hospital equivalga a doscientas veces el Palma Arena. No solo en precio, también en corrupción.

La querella reconoce que "no ha podido colmar determinadas lagunas". Entre ellas sobresale "determinar si se solicitaron y abonaron comisiones o sobornos como contraprestación a las maniobras descritas". Luis Bárcenas ya resolvió esta cuestión ante los ingenuos diputados de la comisión de investigación del Parlament. El tesorero del PP apuntó que la comisión es proporcional al encargo, y no se mide en las decenas de miles de euros de sus famosos cuadernos con Rajoy incluido.

Un punto de rabia emerge de la prosa de Horrach cuando escupe prácticamente sobre los "títeres complacientes" que sirvieron de "escudo protector" a Jaume Matas. Pese al esfuerzo taxonómico del fiscal, el escarnio o shaming multiplicado por las redes sociales influye solo relativamente en los asiduos de los escándalos de corrupción.

Con todas las presunciones que se desee a su favor, el querellado por la fiscalía que conmocionó ayer a la sociedad balear fue Luis Piña. Sí, el gerente sempiterno de la UIB, el responsable de UCD con un papel clave en la transición. Fue exculpado finalmente en el escándalo de las agencias de valores Inverbroker/Brokerval, que le obligó a abandonar su cargo universitario después de 17 años.

Piña acababa de liberarse del yugo de la agencia de valores cuando se involucró con entusiasmo en Son Espases. Esta vez, como asesor jurídico de Global PM, la esotérica consultoría a la que se encomendó por unas monedas la valoración de las ofertas para el hospital corrupto. Cabe esperar que los esforzados defensores de Piña entre la jet mallorquina repiqueteen que "en esta ocasión vuelve a ser inocente". Y así sucesivamente. La diferencia estriba de nuevo en las magnitudes. Brokerval era el juego de la oca de la corrupción, por comparación con el gran casino de Son Espases.

El fiscal reconoce la colaboración con la justicia del querellado Sergio Bertrán. Sin embargo, la Caeb deberá plantearse el mantenimiento como gerente con un sueldo estratosférico de origen público de un implicado en el Gordo de la corrupción. La exconsellera Aina Castillo también fintó antes de hacerse chivo expiatorio. Le cumple el honor de haber enterrado Son Dureta y Son Espases en el pozo de "perversión" de Matas.

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