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Denuncia

"Mi hija lleva más de dos meses desaparecida y nadie hace nada"

La madre de una quinceañera denuncia la falta de control en los centros de acogida del Consell - Su hija encadena una fuga tras otra y ella se encarga de buscarla por la ciudad

Esta madre quiere que alguien actúe y le devuelva a su hija, que está conviviendo con un adulto mayor de edad. B. Ramon

Su hija llevaba una vida normal. Iba al colegio, después hacía clases de violín en el Conservatorio, iba a inglés, a natación, sacaba buenas notas. De eso hace tiempo, más de tres años. Cuando tenía 13 empezó a escaparse de casa y su madre empezó a hacer sus periplos nocturnos por las plazas de Palma, buscándola. La niña pasó a un centro de acogida del Consell, pero las fugas no se detuvieron. Y la madre, tuvo que seguir buscándola por la ciudad. Tras la última escapada, llamó al centro advirtiendo de que no la iba a llevar más, ya que visto lo visto estaba mejor en su casa. Ahora lleva desde el 29 de mayo desaparecida: "Y nadie hace nada".

Esta auxiliar de enfermería se desespera y cree injusto que si la niña está en un centro de acogida y la guardia custodia la tiene el Institut Mallorquí d´Afers Socials (IMAS) por qué éste no se responsabiliza realmente del bienestar de su hija: "Cuando se fugaba me llamaban, me decían que ellos ya habían avisado a la policía, pero que a ver si yo podía ir a buscarla", narra esta mujer, que no entiende cómo mandaron a la niña a un centro de acogida asegurando que estaba en situación de desamparo: "Nunca vino nadie a casa a ver cómo era el entorno de la niña antes de decidir eso, ¿y ahora? Se llaman centros de protección de menores, pero ahora sí que está desprotegida".

Casos como los aparecidos en prensa en los últimos meses, como el de las dos menores que se escapaban de un centro del IMAS y ejercían la prostitución, no la tranquilizan. Según lo que ha podido averiguar, la niña está viviendo ahora con un chico mayor de edad.

Para esta madre todo empezó a ir mal cuando accedió a una custodia compartida con el padre, con el que no tenía ningún tipo de contacto. La niña se instaló en su casa en agosto de 2013: "Le dio unas llaves y le dejó empezar a ir a Gomila, con 13 años". Luego se enteró de que en esa época pasaba ya los días vagando por Pere Garau.

Cambio de comportamiento

Volvió a casa con ella, pero empezó a comportarse de forma agresiva, a faltar a clase y dejó todas las actividades que hacía antes. Llegaron las fugas de dos o tres días. Meses más tarde, su padre acabó desentendiéndose de su hija, mientras ella seguía con su lucha para evitar que la niña desapareciera y bebiera. Incluso un día, al ver por Facebook que su hija iba a una gala de tarde en la que se hacía una competición de baile con copas de un litro como premio, fue a la discoteca a pedir explicaciones. Dejó su teléfono y un día la avisaron de que estaba por ahí. Llamó a la Policía Local -"no sabía que me iba a encontrar ahí"- pero no quisieron acompañarla a buscarla. Cuando llegó, un chico mayor intentó agredirla, pero consiguió llevársela. Ahí descubrió que su hija consumía marihuana.

Estuvo viviendo una época con su hermana mayor, pero se volvió a escapar con un chico de 22 años y seguía fumando porros, para desesperación de su madre que se la llevaba al médico al verla fuera de sí. El 24 de agosto de 2013 se fue a un concierto de Pablo Alborán y desapareció de nuevo. La fuga más larga hasta la fecha ya que no apareció hasta octubre.

Además de empapelar toda Palma con carteles y acudir al USAF (Servicio de Atención a la Familia de la Policía Nacional), inició una investigación por su cuenta por Pere Garau, hablando con todo el mundo, haciéndose jornadas de hasta once horas de búsqueda, yendo a las discotecas. Consiguió localizarla en casa de una mujer y finalmente logró que la Policía la sacara de allí, pero no se la querían entregar: "La niña decía que le había pegado, pero yo solo pedía que la llevaran a hacer un reconocimiento médico: no sabía en manos de quién había estado, solo sabía que esta mujer menudeaba droga y ejercía la prostitución; luego me enteré de que le daban porros y alcohol todo el día y le hacían acostarse con hombres".

Fugas constantes

En el departamento de Menores del IMAS decidieron meterla en el centro de primera acogida de Can Mercadal, del que empezó a escaparse: "Me llamaban, me decían que ya habían puesto la denuncia y que si conseguía algún dato llamara a la Policía". Ella así lo hacía o directamente se iba a buscarla por la calle. Cuando la encontraba la reintegraba al centro aunque en una de éstas ya les dijo que se la iba a quedar: "¿Por qué la dejan escapar? No está segura". Estas continuas fugas impidieron hacerle un seguimiento del tratamiento por la infección de orina que contrajo cuando se fugó tantos meses; una infección que se agravó hasta el punto de correr el riesgo de quedarse estéril.

Desde el servicio de Familia del IMAS explican que en ningún caso pueden retener o encerrar a un menor, admiten que "pueden entrar una puerta y salir por otra" y que es una situación "complicada de parar" y que "preocupa a todos". Defienden la importancia del trabajo previo con las familias para no llegar a estas situaciones; un trabajo que esta madre cree que en su caso no se ha hecho bien.

La niña entraba y salía del centro de forma constante: "Una rutina, un desastre, yo pedía en Menores que la atendieran en Salud Mental para el tema de la droga y empecé a hacerle yo controles en casa para comprobar que no estaba consumiendo".

A finales de 2014 la trasladaron al centro Noray, de donde siguió fugándose. En la última escapada, apareció en su casa y decidió quedársela: "Temo menos por su integridad". El pasado 29 de mayo despareció. Y ya no ha vuelto.

Esta madre está muy descontenta con la actuación de Menores e incluso acudió a los tribunales para denunciar lo que ella considera negligencia y solicitar un tratamiento para su hija: "No quiero que solo quede aparcada en un centro". El juicio fue el pasado mes de junio y se recomendó el ingreso de la niña en un centro para menores con problemas de conducta en la isla o derivarla a otros especializados en Barcelona o Málaga: "¿Pero si no estoy yo allí quién la va a buscar cuando se fugue?, si me quitan a mi hija se supone que es para su bienestar, no para que esté peor".

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