La historia de José Noguera, un exagente de seguros de 59 años al que han concedido una incapacidad absoluta por la degeneración macular que sufre desde hace unos diez, es la historia de una persona que se está quedando gradualmente ciega y tiene enormes dificultades para leer. "Llevo más de tres años sin poder leer un libro y añoro mucho hacerlo", proclama.

Por eso, se decidió a aprender el método braille que le permitiera hacerlo. Pero ha chocado con un impedimento hasta ahora infranqueable: la única institución que ofrece esta formación en Balears, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), le impide hacerlo porque antes ha de estar afiliado y una condición sine qua non para esta inscripción es que el candidato ha de tener menos de un diez por ciento de visión, requisito que Noguera todavía no cumple.

La degeneración macular es un trastorno ocular que destruye lentamente la visión central y aguda, lo cual dificulta la lectura y la visualización de detalles finos. Esta enfermedad es más común en personas de más de 60 años, razón por la cual a menudo se denomina degeneración macular asociada con la edad.

Y Noguera confirma esta definición al asegurar que hoy en día "no puedo conducir ni andar en bici. Tardo mucho en analizar lo que veo. Podría conducir sí, pero sin sobrepasar los tres o cuatro kilómetros por hora", ironiza.

"Lo que me resulta más difícil es conseguir llegar con el cursor del ratón a un punto determinado así como rellenar las casillas de una quiniela, por ejemplo", continúa.

Asegura que se puede mover por su barrio sin ayuda porque es una zona que conoce a la perfección y lamenta que el único remedio para su patología ocular sean "unas vitaminas que solo sirven para retrasar la pérdida de visión, que no entran en la Seguridad Social y que cuestan unos 35 euros el tubo".

Pese a que se mueve con cierta soltura, todavía tarda en identificar los objetos que se le acercan y, con el fin de preservar su integridad, decidió hacerse con un bastón blanco que actuara como elemento disuasor frente a ciclistas y skaters que apuran demasiado. "Haz la prueba. Intenta conseguir un bastón blanco de ciego en una ortopedia. No los venden, solo los puedes adquirir en la ONCE, pero igualmente hay que hacer un curso para saber manejarlo y para poder acceder a esta formación hay que estar afiliado", continúa Noguera revelando el tortuoso camino que ha tenido que recorrer.

Finalmente, ante los impedimentos con los que se encontró, descartó el bastón. Pero a lo que no quiere renunciar es al placer de la lectura, por lo que ahora está decidido a aprender el método braille para poder leer algún libro disponible en este lenguaje.

Menos de un 10% de visión

"Volví a la sede de la ONCE y me recalcaron que para poder acceder a uno de los cursillos de braille que ofrecen tenía que estar afiliado en su organización y que, para ello, tenía que tener menos de un diez por ciento de visión, condición que no cumplo. Al menos no todavía, que con el tiempo quizá todo llegará", lamenta Noguera, que añade que "me cuesta mucho leer un libro normal. Tengo que ir juntando las letras una a una, tarea muy laboriosa que hace que me agote y abandone cuando apenas he leído un párrafo".

Este diario se puso en contacto con la delegación balear de la Organización Nacional de Ciegos para contrastar la denuncia y allí confirmaron que los cursillos de braille están reservados para sus propios afiliados y para el personal docente que ha de trabajar con niños invidentes y que los estatutos de la propia organización especifican que para afiliarse a ella hay que tener menos de un diez por ciento de visión ocular.

"No disponemos de medios, nuestros recursos son muy limitados y no podemos ofrecer estos cursos más que a personas invidentes, que son las que más lo necesitan. Así, pese a que nuestros estatutos especifican que la organización solo está abierta a ciudadanos españoles, a veces los impartimos a extranjeros ciegos residentes en las islas", respondieron desde esta institución.

La persona de la ONCE que respondió a los requerimientos de este diario, Alejandra Luque, del departamento de Servicios Sociales, recuerda que una persona se interesó por estos cursos pero asegura que en ningún momento les comunicó que padecía una degeneración macular ni ningún otro problema con la vista, por lo que le animó a personarse en su sede y a volver a plantear su reclamación. "Recuerdo que le recomendamos un curso de braille por internet, totalmente gratuito. Aunque, si tiene problemas visuales y no ve la tinta, es otra cosa", dijo entreabriendo la puerta a un arreglo.

Sin embargo, para Noguera este curso online no es una solución para su problema: "Ya sé cuáles son las letras de braille, pero como no practique en un ascensor (en algunos elevadores los botones de cada planta cuentan con estos caracteres), ¿ dónde lo voy a hacer? Necesito aprenderlo de un profesor y practicar con él", concluye este palmesano que no quiere renunciar al placer de leer un buen libro, aunque para ello tenga que hacerlo en el idioma de los ciegos.