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Convivencia escolar

Padres unidos contra el acoso

Familias con hijos que son o han sido víctimas de 'bullying' han empezado a dar los primeros pasos para crear una asociación en Balears. Quieren tratan de dar respuesta a estas graves situaciones que creen que la mayoría de veces se silencian

María, Pedro y Rosa han recabado apoyo entre amigos y compañeros de trabajo para impulsar esta nueva asociación. m. mienliezuk

"Quiero que acabe esto, encontrarme bien, tener un trabajo, ayudar a mi madre". Eso es lo que quiere Laura, una chica de 16 años que vive en Palma que, como a cualquier otra joven de su edad, le gusta la ropa, ponerse guapa, usar el móvil. Cuando dice que quiere que "acabe esto" se refiere a los ataques de ansiedad, al miedo a salir a la calle sola, a la angustia. A una tristeza impropia de una chica de 16 años.

Laura (un nombre que, como todos los testimonios de víctimas que aparecen en este reportaje, es ficticio) ya ha acabado el instituto, pero las secuelas del acoso escolar del que comenzó a ser víctima en su primer colegio siguen con ella. Lo dice su madre, María, que se desespera al verla en pleno verano encerrada en casa. Se desespera al tener que estar pendiente de si su hija sube la persiana, ya que ya le ha dicho más de una vez que tiene ganas de saltar por la ventana: "Se está consumiendo y yo ya no sé dónde ir, nadie me da una solución".

María tuvo constancia de que su hija sufría vejaciones en el colegio cuanto ésta tenía diez años. "Le ponían cartelitos en la espalda con insultos; le quitaban el bocadillo y se lo destrozaban en la papelera; le decían que era una retrasada; una chica le tenía que dar permiso para poder jugar..".

La niña no quería ir al colegio y, una vez que su madre supo el porqué, empezó a quedarse cada vez más días en casa. Presentó una denuncia contra los supuestos acosadores y responsabilizó también al colegio de lo ocurrido, cambió a la niña de colegio, acudieron ambas al psicólogo, al servicio de Menores del Institut d'Afers Socials (IMAS), al Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Policía Nacional, y, demasiadas veces, visitaron la sala de Urgencias.

Partes de lesiones

La carpeta donde María va guardando los distintos partes médicos es muy gruesa. Y su contenido asusta: uno por contusión facial; varios por ansiedad; otro con golpe en el ojo y visión borrosa, e incluso uno, más reciende, por un ataque epiléptico. "El neurólogo me advirtió de posibles daños cerebrales", lamenta Maria, "desde hace un año tiene reconocido un grado de minusvalía del 33%, y todo es por el acoso escolar". No ha podido sacarse el título de ESO.

Tras el cambio de colegio, el problema persistió ya que se encontraba con algunos de sus antiguos compañeros por la calle. Algunos, según María, le amenazaban con llamadas anónimas al teléfono fijo y otros le enviaban mensajes insultantes al Whatsapp.

Cuando Laura se encuentra peor, cuando tiene tarquicardías y no puede respirar, van a Urgencias, donde le dan alguna pastilla para que se tranquilice, pero María no quiere seguir así, sino que siga una terapia que la estabilice. Dice que hace unos meses pidió cita en el centro de salud para ir al psicólogo y le contestaron que ya le llamarían, que tardarían al menos seis meses: "Aún no me han llamado", deplora esta madre que ya se ha buscado a un profesional por su cuenta.

Desde Son Espases, los responsables del servicio de atención psiquiátrica a niños y jóvenes consideran "imposible" que se le dé hora tan tarde: "Si algún menor con ideas suicidas viene al hospital ya no se le suelta y en cualquier caso la lista de espera no supera los 20 días", indicó una fuente oficial del hospital.

María insiste no obstante en que ha explicado varias veces a profesionales médicos, tanto del hospital como de su centro de salud, la situación en que se encuentra su hija y no ha recibido ayuda ni seguimiento.

Hace unas semanas le llegó la noticia que le ha hecho empezar a moverse buscando ayudas no solo para su hija, sino para todas las víctimas de acoso escolar: su abogado le comunicó que la denuncia que había presentado por el bullying quedaba archivada.

Desde Fiscalía de Menores, José Díaz-Cappa explica que atienden apenas una decena de casos al año que realmente sean de bullying, que no es una lesión o vejación puntual, sino que implica un acoso sostenido en el tiempo y reiterativo que busca el quiebro psicológico de la víctima. Señala que para probar que realmente se trata de un caso de acoso hace falta aportar toda una serie de pruebas que confirmen que no es un mero indicio o sospecha de la madre.

"No lo puedo entender, ¿qué hago yo con las secuelas de mi hija? ¿quién paga por eso? ¿quién me ayuda?¿vendrá alguien a decirme 'lo siento' si al final se suicida?". María tiene muchas preguntas y lamenta que nadie le dé respuestas. Y por eso ha decidido empezar a moverse.

Con ayuda de otros padres quiere crear una asociación balear contra el acoso escolar. Y hablando con otras familias que conoce se ha dado cuenta de que ésta es una realidad silenciada, que muchos niños sufren, pero que poco padres denuncian. Y los que lo hacen no siempre encuentran el apoyo esperado, como ya denunció la directora de la Oficina de Defensa de los Derechos del Menor, Maria Garrido: "El 90% de las familias que acuden a nosotros nos dicen 'es que en el colegio no han querido hacer nada', o 'no nos han escuchado' o 'no nos creen', aseguran".

Garrido lamenta que hay profesores que miran para otro lado, pero también ve lógico que los docentes requieran apoyo extra para afrontar estas situaciones. El problema, muchas veces, es la infradotación de servicios como el Institut per a la Convivència i l'Èxit Escolar (Convivèxit) y del cuerpo de Inspección Educativa. Para Garrido, también facilitaría las cosas la creación de un protocolo que conociesen todos los docentes y al que acudiesen para notificar fácilmente cualquier posible situación de abuso que detectaran en clase. Esta oficina trató el año pasado once casos de acoso físico y nueve de psíquico; una proporción muy escasa según su directora, que cree que en cada centro hay al menos un niño que está siendo víctima de bullying.

Los niños con alguna discapacidad se convierten a veces en objeto de burlas, agresiones o humillaciones. Según cuentan sus padres, eso le ha pasado a Pedro, un niño de doce años que sufre varias enfermedades raras, tiene reconocido un 33% de grado de dependencia y lo primero que hace al verte es darte un abrazo.

"Desde que está de vacaciones está feliz, pero antes estaba tenso, se ponía como un palo y decía que no quería ir al colegio de ninguna de las maneras", explica su madre, Rosa, "cuando tenía un problema en el 'cole', luego por la noche estallaba de nervios en casa; por su enfermedad, cuanto más estrés sufre, más incoherencia y más nervios tiene después, coordina menos y no duerme".

El niño, indica, ha llegado a arrancarse las uñas de los pies de cuajo por la ansiedad, a decir que su vida es "una mierda" y que tiene miedo de que alguien vaya "arrancarle la cabeza". Esta madre no sabe qué hacer y en un momento le saltan las lágrimas:"Me ha dicho que se quiere morir, solo tiene 12 años".

Según cree, por lo que les ha dicho el niño, hay dos o tres chavales que le pegan. Especialmente uno, de otra clase." Llega muchos días marcado, con golpes, y sabemos que hay niños que le dan órdenes y le tiran cosas al suelo para que él las recoja", explica el padre, Pedro: "Se aprovechan de que es un niño que no tiene malicia y de que quiere agradar".

Éste es el segundo centro al que asiste el chaval. Del primer colegio se tuvieron que ir porque, según denunciaron los padres, fue víctima de agresiones sexuales por parte de otro alumno. En aquella época también lloraba cuando tenía que ir al 'cole': "Me decía que no quería ir, y se ponía rígido".

Llegaron al segundo colegio esperanzados, pensando que iría mejor, pero ni Pedro ni Rosa están contentos. Él explica que muchas veces cuando lo va a buscar está solo, apartado y a veces llorando. También deploran que en lo que se refiere al aprendizaje está estancado, que no se trabaja con él para que progrese: "En casa vemos que puede hacer mucho más de lo que le hacen hacer en el 'cole'; nos dice que hay días que solo está delante del ordenador haciendo Informática Libre, no sé cómo irá al instituto".

Aseguran haber hablado con la dirección del centro para buscar soluciones, pero deploran no solo no haber recibido ayuda -"Lo que pasa en el centro se queda en el centro", asegura Pedro que le dijeron en una ocasión que fue a pedir explicaciones- sino que además se ha dado vuelta a la tortilla, ya que el colegio dio aviso a las autoridades de un posible caso de maltrato en el hogar, algo que estos padres desmienten de forma rotunda.

Al contactar este diario con este colegio ubicado en Palma, la directora no quiso entrar a valorar el caso concreto para preservar la identidad del menor, pero indicó que cuando un menor verbaliza que su padre le ha pegado actúan y ponen en marcha el pertinente protocolo. Y que hacen lo mismo cuando detectan un posible caso de acoso escolar en su centro, garantizó.

Ante las sospechas de acoso escolar, Rosa no ha presentado ninguna denuncia pero ha acudido tanto a Inspección como a Convivéxit. En este instituto dependiente de la conselleria de Educación le dijeron que habían revisado el caso y que todo estaba bien con su hijo. Pero ni ella ni su marido están de acuerdo con ese diagnóstico y no se conforman. María, a la que han conocido por casualidad, tampoco quiere que los padres sigan conformándose.

Estos tres padres aseguran haberse sentido desamparados al no saber a qué más puertas podían llamar. Y por eso han decidido dar el paso y crear una asociación contra el acoso escolar propia de Balears.

Apoyos de distintas asociaciones

Han encontrado apoyos. Les ayuda en esta batalla Jonny Darder, Margalida Palou y Joana Segura, miembros de la asociación Shambhala, que atiende a jóvenes de entre 18 y 24 años que salen de centros de acogida o internamiento en una situación de gran vulnerabilidad.

Jonny, trabajador en Servicios Sociales, explica que en cuanto les explicaron la situación "en seguida" se involucraron: "Es muy importante velar por la educación de los niños, son el futuro".

Desde Barcelona, también les ha asegurado su asesoría y ayuda la asociación No al Acoso Escolar. De hecho, cuando María contactó con ellos, aplaudieron su iniciativa ya que, según le explicaron, muchas familias de Baleares les llamaban a ellos al no encontrar ninguna entidad similar en el archipiélago.

A principios de agosto quieren hacer una reunión en la sede de Radio Social -que Darder lleva junto a Palou y Toni Bauzá- con los padres interesados. María lo tiene claro e insiste: "Yo voy a luchar hasta el final, y no solo por mi hija, sino por todas las víctimas de acoso escolar: alguien tiene que hacer algo".

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