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Opinión

Armengol liquida símbolos ya caducados

El "Govern de los mejores" es una secuela de los anteriores Pacto de Progreso, donde no se percibe el poder de veto de Podemos

Cuanto más feliz se muestra Armengol, más se ensombrece el semblante de su vicepresidente turista, Biel Barceló. Manu Mielniezuk

El sueño de un político es suceder en el cargo a Bauzá. Las mamarrachadas del president y su jurista Gómez adquieren tal dimensión, que basta con enderezar sus entuertos para revestirse de la aureola de estadista. Verbigracia, Francina Armengol, al liquidar la primera Ley de Símbolos del Govern del PP. Había una segunda del mismo título, pero fue desestimada por el propio farmacéutico al advertirle de que no pasaría el filtro del Tribunal Constitucional de Sudán.

Armengol retiró también su recurso del TIL, antes de que el Supremo diera la razón a Bauzá contra los habitantes de Balears. Un debut demoledor y efectista, pero que dejó incólume la Ley General Franco de Turismo, redactada por los hoteleros en su propio provecho y por tanto más dañina para Mallorca que el resto del corpus jurídico de Gómez.

En realidad, la Ley de Símbolos no se aplicaba y el TIL había sido anulado por el Tribunal Superior. Por tanto, la simbólica ejecución legislativa sobre textos caducados carece de valor. La destructora Ley General Franco sigue vigente. No queda claro si su mantenimiento está en la raíz de que, cuanto más feliz se muestra Armengol, más se ensombrece el semblante de su vicepresidente turista, Biel Barceló.

La acometida parcial contra los símbolos de Bauzá, mantiene la incógnita sobre la política de Armengol cuando necesite ideas propias. Su compañera Susana Díaz lanza cada martes una iniciativa rompedora, tras la reunión de su Gobierno. La farmacéutica mallorquina se enfrenta al inconveniente de que su "Govern de los mejores" es una secuela de bajo presupuesto de anteriores ejecutivos de izquierdas. El Pacto de Progreso, el Pacto de Regreso, el Pacto de Reingreso.

Si la tremenda expectación electoral se trasladó a unas negociaciones de alto voltaje, y al asalto parlamentario de los descamisados de Podemos y Més, la confección del Govern cursa con un anticlímax. El nutrido contingente de repescados encontrarán incluso la grapadora que dejaron huérfana en la misma mesa del mismo despacho, o las páginas favoritas en el historial de su ordenador.

No debe olvidarse que Fina Santiago recibió en la coronación de Armengol la ovación reservada antaño a Margarita Nájera. Corren buenas vibraciones por la incorporación de Negueruela y de... Negueruela. En la mayoría de departamentos, el "Govern de los mejores" es el Govern de los de siempre. Ocho años más viejos, y ya en su anterior reencarnación no descollaban por su hiperactividad.

Por supuesto, está la pirueta. En tres décadas largas de ejecutivos autónomos, nunca se había dado la circunstancia de que un conseller nombrara número dos a su pareja. El nepotismo de la consellera de Sanidad, Patricia Gómez, al proclamar director general del Ib-Salut a su pareja y autor del programa sanitario del PSOE, Juli Fuster, no solo prohíbe cualquier apelación subsiguiente a la ética por parte de Armengol. Desactiva además el coraje de nominar por primera vez a una enfermera para el cargo cenital. Por cierto, un precedente que puede elevar a otra enfermera a la gerencia de un hospital.

Los argumentos de la "excelencia" de Fuster son sonrojantes, cuando emanan de su compañera. Ambos son más incompatibles que Bauzá y su farmacia. Además, el PSOE no aceptó estas excusas en un caso mucho más leve. Los socialista deben pedir perdón urgentemente a Carlos Delgado. No por haberse burlado de su foto testicular, sino por las críticas vertidas cuando el entonces conseller contrató a su novia como asesora. Con el agravante de que rectificó.

Además, los consellers que no han nombrado a sus cónyuges lanzan el mensaje de que cohabitan con inútiles carentes de capacitación profesional alguna. En fin, los jefes de servicio de Son Espases demandarán en su primera reunión con los consellers Gómez/Fuster que se mantenga a Víctor Ribot en Son Espases, pese a haber sido digitado por Martí Sansaloni. Suerte que Martí March garantiza que no se apostará por la facultad de Medicina.

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