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Opinión

Francina hace el discurso de Dolores

Armengol repite en un breve discurso la letanía de que "comienza un tiempo nuevo", tras 16 años en el mismo asiento del Parlament

De amarillo, como si en el reparto de responsabilidades socialistas le hubiera tocado la faja central de la macrobandera de Pedro Sánchez.

Con la exasperante puntualidad del Ben-Hur de cada Semana Santa, también cada ocho años sube a la tribuna del Parlament un diputado del PSOE hereditario, para proclamar que "comienza un tiempo nuevo". Así ha ocurrido en 1999, 2007 y 2015, años del Señor. Francina Armengol, digitada por Antich en el socialismo dinástico que todavía va por la letra A, repitió la frase citada en un discurso de apenas cuarenta minutos. Al reiterarla, la expresión ya había envejecido. La renovación tan sospechosamente enfatizada fue decretada en la tribuna que la parlamentaria ocupa ininterrumpidamente desde hace 16 años. Es un tiempo nuevo de dilatada incubación.

¿Puede cambiar una persona a los 43 años? He aquí el dilema de Armengol, antes política profesional que "mujer de izquierdas" comprometida con la "inequívoca voluntad de cambio". El problema es decidir si la candidata encarna este deseo, aunque interprete adecuadamente que "los más audaces son los ciudadanos". Más que ella, en cualquier caso. De haber sido por el PSOE, los socialistas no gobernarían Balears a partir de hoy. Alumna aplicada de las entretelas del poder, memorizó "esta lección que hemos recibido de la gente". No hay nada más odioso que el periodismo Google, consistente en desenterrar promesas incumplidas, pero la cadencia lectiva y electiva sigue ahí. Cada ocho años, 1999, 2007, 2015.

El perfil exacto de Armengol lo traza su vestido de ayer. De amarillo, como si solo le hubiera tocado la parte central de la macrobandera de Pedro Sánchez. Su antagonista Xelo Huertas, de negro. Luto en la Semana de Dolores, porque la casi nueva presidenta describe un panorama dantesco, en franca contradicción con las playas de Mallorca rebosantes de turistas. Curiosamente, el ecorregionalista Jaume Font la rematará en el pésame que siguió al duelo. "Que el sufrimiento baje de manera drástica en esta tierra", tal vez no es el mejor eslogan publicitario de un restaurador de éxito. Se diría que no cobran por su trabajo. El primer impulso invita a subirles el sueldo, como hizo el PSOE con los hoteleros en su penúltimo mandato en lugar de regenerar el remendado tejido de las clases medias.

En realidad no les preocupa el turismo, sino el turnismo. El bipartidismo ha muerto, pero PP y PSOE mantienen escrupulosamente los turnos en el poder, ahora bajo la vigilancia de Podemos y Ciudadanos. Cuando Armengol vibra imperial por "un equipo unido, un solo equipo", está implorando antes que luciendo los votos de sus socios suspicaces. En proporción, Podemos fueron los más desazonados por el discurso de investidura, aunque finalmente garantizaron su unanimidad para coronar a la presidenta en la primera votación. En tres décadas y media de autonomía, solo Matas sufrió la humillación de una segunda vuelta, en 1996.

Las grietas del apoyo de Podemos antes de empezar a gobernar constituyen un síntoma preocupante. Armengol los apaciguó con la mención, también por partida doble, a la industria audiovisual. Si Alberto Jarabo fuera cerrajero en lugar de productor de documentales, el discurso nos hubiera ilustrado sobre la importancia crucial de los candados. Los representantes de Pablo Iglesias en su reino no es de este mundo se conmovieron quizás ante la promesa de que "haremos un Govern de la gente", en labios de quien construyó un Son Espases contra la gente. Incluso auguró una ecotasa de aliño, ya se encargará después de retrasarla ad calendas graecas.

Cuesta más llamar Armengol a quien siempre ha sido Francina, que llamar Rey a quien siempre ha sido Príncipe Felipe. La investida dio una embestida a su discurso. Arrancó atropellada, no tanto por la "emoción" que reivindicó sino por el miedo a que le arrebaten una presidencia que nadie sabe muy bien cómo ha obtenido, a lomos de solo 15 diputados sobre 59. La grandilocuencia de que "la historia no pasa dos veces" olvida que de momento ha pasado en tres ocasiones en su caso. 1999, 2007, 2015, y siempre las ha desaprovechado. La historia se ha puesto muy pesada para que la secretaria general de los socialistas se mude al Consolat. Su inesperada promoción confirma que el 24M lo ganaron los votantes a solas, sin disponer de un candidato alternativo a Bauzá.

En todo caso, la señorona historia puede pasar todas las veces que quiera sin despistar a Armengol, que vive sumida en el zoco de la política cotidiana. No habla desde el pedestal, los autores de discursos ajenos deberían renunciar a su pomposidad innata para adaptarse a la voz de los intérpretes de sus palabras. El categórico "la pesadilla ha acabado" debería modificarse en "la pesadilla ha cambiado de bando", porque el sueño agitado se ha adueñado del PP de Bauzá, que quiso imponer sus caprichos a toda Mallorca. Este precedente facilita el trabajo de la presidenta en ciernes, cuando se dirige a los profesores con el abrazo de "estoy con vosotros". Tres palabras, es más de lo que hizo su predecesor en cuatro años. Bauzá comprobó ayer con una legislatura de retraso lo fácil que es conectar con la población.

El discurso era corto y le sobró la mitad.

Muy pronto se adentró en la pereza de los tópicos del consultorio de la señora Francina, una solución para cada problema antes de que llegue el momento de encontrar un problema para cada solución. Habría que podar las comparecencias parlamentarias de los fragmentos que asumiría cualquier otro partido. El inopinado elogio de la cultura no es ilusionador sino iluso, pero la veterana socialista todavía cree que los intelectuales encauzan la comunicación. Después de exagerar el peso de las labores culturales, las relega a una conselleria desván, en la que solo faltan el Bienestar Animal, la Cerrajería y el Ganchillo.

"Pido tiempo y sé que no tenemos" es un arrebato realista, por no hablar del bofetón a su partido en "por primera vez tenemos un Govern de izquierdas". Que se sepa, las experiencias de 1999, 2007 y 2015 se han bautizado como Pacto de Progreso. ¿Se debe concluir que en 2023 Francina volverá a persuadir a la plebe de que por fin adviene el izquierdismo? Por fortuna, la presidenta no contará con el apoyo triste de Xavier Pericay, que siempre prefiere votar en negativo. Y según es costumbre, las reticencias o salvedades al discurso se disipan en cuanto se oye la réplica de Marga Prohens desde alguno de la media docena de PPs vigentes en la cámara. El "tiempo nuevo" suena engolado. "De la que nos hemos librado" está más cerca de lo ocurrido el 24M. Armengol acabó con Espriu, en el doble sentido de que asesinó sus versos al recitarlos en la despedida. Este Govern será más movido que un disco de Raimon.

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