­"El golpe al sector turístico ha sido total. Las anulaciones han comenzado en Europa desde el mismo momento en que se tuvo noticia del ataque. La temporada alta ha acabado antes de empezar", confirmaba el empresario Julián Martín, con diez años de experiencia en la dirección de hoteles españoles en Túnez.

Su preocupación es compartida por todos los inversores turísticos que operan en el país, entre los que destacan la propia cadena Riu y la también mallorquina Iberostar. Entre ambas controlan 14 hoteles y más de 5.000 habitaciones, que ahora se preparan para un segundo golpe: la estampida de clientes. "Este sector emplea a un millón de personas, un 10 por ciento de la población total. Ahora demorará en los pagos a los bancos y proveedores, muchos tendrán que despedir o dejar de contratar personal temporal", advierte Julian Martín, consciente de la relevancia de un negocio que en Túnez estaba moviendo 1.500 millones de euros al año.

Martín subraya que el impacto real de un ataque que "afecta a sectores en cadena de una economía que ya estaba en crisis" se conocerá cuando empiecen las vacaciones para los vecinos argelinos, que normalmente viajan en masa a Túnez. Si ellos tampoco perciben seguridad, el desastre será absoluto.