Golpe a Túnez. Golpe a su titubeante democracia. Golpe a su economía. Golpe a su turismo. Golpe a decenas de familias que perdieron a los suyos. Y golpe quizá definitivo a las inversiones mallorquinas en el país, que son pocas y estaban ya de retirada, pero aún son. Un hotel de la cadena Riu en la ciudad costera de Susa se convirtió ayer en el escenario del atentado terrorista más sangriento que sufre Túnez desde que estalló la llamada "primavera árabe" en 2011, que ha resultado ser un invierno frío en lo económico y sangriento en lo humano. El asalto de dos yihadistas armados con Kalashnikov contra el Riu Imperial Marhaba convirtió las vacaciones de cientos de turistas en una pesadilla que se salda con al menos 37 muertos y 36 de heridos, según informaron ayer desde el gobierno tunecino.

La matanza empezó a las 11.55 horas, con la irrupción en el hotel de dos hombres, vestidos como turistas pero pertrechados de armas automáticas que llevaban ocultas en sombrillas playeras. Bajaron de una embarcación que les dejó en la costa y accedieron por la playa del complejo hotelero de lujo. Allí abrieron fuego contra los bañistas, la mayoría de ellos turistas alemanes, británicos, franceses e italianos. En la arena y en la parte trasera del hotel intercambiaron disparos con las fuerzas de seguridad tunecinas, que patrullan habitualmente una zona en la que los propios establecimientos cuentan con importantes medidas de seguridad (el de Riu suele tener una decena de vigilantes). Uno de los atacantes fue abatido allí mismo. El otro huyó y acabó siendo detenido. Su rastro fue un escenario dantesco, tanto en la playa del hotel de Riu como en la zona del establecimiento de al lado, el Muradi Palm Marinay: cuerpos inertes sobre las dunas, pánico en las habitaciones y confusión en las fuerzas de seguridad desplegadas sobre uno de esos enormes playas de arenas blanca que, hace ya una década, desencadenaron el desembarco de inversores y turistas.

En la vanguardia de la conquista del país a base de euros estaba la siempre activa industria hotelera mallorquina, que entró en Túnez con energía. Riu e Iberostar fueron las que apostaron más fuerte, aunque también lo intentó Barceló, que ya no tiene nada en tierras tunecinas. Sí lo conservan las cadenas de las familias Riu y Fluxá, que suman catorce hoteles en un país que empezó a levantar cabeza el año pasado, tras la espantada turística que originaron las revueltas de 2011. Entonces el turismo en Túnez, que el año pasado sedujo a 6,4 millones de turistas (menos que Mallorca y la mitad que Balears), se había desplomado un 31%, para recuperarse un 24% en 2012 y poner en 2013 y 2014 rumbo a récords de ocupación y facturación. Eso empezó a cambiar el 18 de marzo de este mismo año. Otro atentado, éste contra el museo de El Bardo, y el impacto de 24 muertes habían enfriado de nuevo las reservas en la zona. Ayer la barbarie extremista fue aún mayor. Como lo será el golpe económico: con la temporada alta en marcha, agencias como las de El Corte Inglés o Globalia auguraban cancelaciones para los próximos días. Y llueve sobre mojado, para desgracia de las cadenas mallorquinas, que ayer, no obstante, ponían el foco donde realmente estaba: el sufrimiento de las víctimas de la barbarie y sus familias.

Pero si el análisis se centra en los números y el impacto sobre Mallorca de lo ocurrido en Túnez, Riu es la cadena que se ve más comprometida por efecto de la barbarie terrorista. Tiene diez hoteles y 3.586 habitaciones en las localidades de Djerba, Mahdia, Hammamet y Susa. En esta última controla tres complejos, uno de ellos el ayer atacado, el Imperial Marhaba, en el que se alojaban 560 huéspedes en el momento del atentado. Eran las 11.55 y a las 12.30 horas las redes sociales ya estaban sembradas de fotos de turistas montando barricadas en sus habitaciones por si se trataba de un ataque a gran escala. Más a o menos al mismo tiempo, la noticia irrumpía en las portadas de las diarios digitales e informativos de todo el mundo. "Es horrible. Me cuesta imaginar lo qué ha pasado esa gente hoy [por ayer] y me consta que nuestros clientes también están sobrecogidos. Y aunque ahora es lo de menos, el impacto de esta barbaridad en las empresas y en el país va a ser tremendo. Otra vez lo mismo", se lamentaba ayer mismo un directivo de Iberostar, consciente de que se les avecinan cancelaciones en los cuatro grandes hoteles de cuatro y cinco estrellas que gestionan en Túnez.

También lo saben en Riu. Y quienes llenan sus hoteles: los grandes touroperadores alemanes y británicos. Ayer mismo, uno de los principales aliados de Riu, el grupo TUI, que tiene hoy mismo 3.800 clientes alemanes viajando por Túnez, ofrecía vuelos a los turistas para interrumpir sus vacaciones y regresar del país norteafricano, al tiempo que daba la posibilidad de cancelar reservas para próximas fechas sin recargo alguno. Thomas Cook, otro gigante, este con más presencia en Reino Unido, decidía después aplicar la misma política. Ya lo habían hecho cuando el atentado del museo de El Bardo, en marzo.

En aquel momento, las mayores cadenas de cruceros, MSC y Costa Cruceros, cancelaron para el resto de temporada todas las escalas en Túnez. Las trasladaron a Mallorca. Ahora no hay nada que reprogramar: ninguna gran compañía de cruceros se acerca a Túnez. Tampoco lo hacen la mayoría de aerolíneas. Desde España solo vuelan Tunisair (desde Madrid) y Vueling (Barcelona). La mallorquina Air Europa hace tiempo que canceló las conexiones con un país que desde 2011 vive en una montaña rusa de sinrazón terrorista e inestabilidad política, como le ocurre por cierto a Egipto.

El impacto de la barbarie

Ambos países, competidores de Mallorca, vuelven a ver su turismo desinflado por la sangre. En el caso de Túnez, el impacto afecta a un turismo procedente de los mismos mercados que llenan Mallorca: Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y, en menor medida, Rusia. ¿Supondrá de nuevo un trasvase de turistas a los principales destinos de Balears? Quizá no sea el momento de hablar de ello, pero justo eso fue lo que ocurrió con los anteriores atentados, tras los que los hoteles de las islas se llenaron con la cancelación de plazas en África. Aunque ayer en el sector explicaban que "el impacto en Mallorca, con la temporada ya lanzada, no va a ser grande, porque en la isla en julio, agosto y septiembre estamos ya en cifras de ocupación máximas". Y máximas seguirán, con el añadido de que el hundimiento de mercados cercanos suele elevar los precios a los que vende Mallorca sus habitaciones.

El impacto económico real será así sobre todo en las cuentas de resultados de Riu e Iberostar. También en las de Túnez, un país que verá evaporarse buena parte de los 1.500 millones de euros y 400.000 empleos que aporta el turismo a una economía que había convertido las inversiones hoteleras en su mejor motor de desarrollo. Hasta ayer.