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Entrevista

Manuel Gómez: "Nadie que quiera bien a Balears desea que vuelva la especulación previa a la crisis"

Manuel Gómez espera jubilarse este año tras casi cuatro décadas vinculado a la asociación de constructores de Balears. Guillem Bosch

Manuel Gómez planea jubilarse este año, tras casi cuatro décadas de relación con la organización empresarial que dirige. Y lo hace en un momento de cambios, tanto económicos como políticos.

-¿Que ha dejado por el camino la construcción balear tras tantos años de crisis?

-A muchos buenos profesionales que han regresado a sus lugares de origen o han cambiado de sector. Y han caído empresas mal organizadas, pero también muchas que eran muy buenas porque no han podido soportar los impago de sus clientes, algunos de ellos públicos, de ahí que en alguna ocasión hayamos dicho, y algún ayuntamiento se nos haya enfadado, que buena parte de los trabajadores que se habían quedado en el paro en nuestro sector eran consecuencia de la mala gestión de muchas administraciones locales.

-Se habla de la pérdida de unos 35.000 trabajadores en la construcción balear, de los que se han podido recuperar unos 5.000 en algo más de un año. ¿Se sabe cuantas empresas han caído?

-Las empresas de construcción tienen un tratamiento jurídico muy inadecuado, y cualquier persona puede abrir una sin tener conocimientos del sector y sin una gran inversión. Eso hace que nazcan con mucha facilidad y también se destruyan fácilmente. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2007 debía de haber unas 11.000 o 12.000 empresas de construcción en Balears, y ahora no creo que superemos las 3.000.

-En cualquier caso, la construcción es el único sector balear que en estos momentos crece en empleo e inversión con tasas de dos dígitos.

-Es un ritmo muy fuerte, pero no hay que olvidar que estamos en índices inferiores a los de 2011, y ya ni hablemos de los de 2007. Solo estamos recuperando parte del camino que hemos desandado. Un ejemplo que refleja lo que digo: en 2006 o 2007 la inversión en el sector era de unos 3.000 millones de euros, y el año pasado, con todo lo bueno que fue, no llegamos a los 1.000.

-¿Alguien aspira a volver a los niveles de esos primeros años?

-Nadie que quiera bien a Balears desea que vuelva ese desequilibrio entre la oferta y la demanda y esa especulación que se dio en 2005, 2006 o 2007. Además, creo que las islas no lo podrían soportar. Por suerte, hay muchas cosas por hacer sin necesidad de consumir más territorio. Habrá que utilizar nuevo suelo en algunos municipios en los que hay escasez de vivienda, pero hay muchas cosas de las que puede vivir el sector de la construcción sin tener necesidad de ello, como el mantenimiento de infraestructuras públicas, la rehabilitación del patrimonio arquitectónico, la conservación de carreteras segundarias, hay depuradoras que mantener...

-Hay más actividad e inversión, pero muchas constructoras se quejan de que les llegan migajas a causa de la guerra de precios que se ha abierto en el sector.

-Creo que se saldrá de esta situación en el momento en el que se equilibre un poco la demanda de trabajo y comience a haber proyectos para todos. Ahora hay una situación de prepotencia de algunos sectores para que les ajustemos los precios al máximo, pero eso es algo que también hacen las Administraciones. Es un problema de supervivencia de muchas empresas que necesitan actividad para dar trabajo a sus plantillas y amortizar un poco sus gastos. Ya sé que un contrato lo firman dos partes, y si es un con trato draconiano, con no firmarlo ya está. Dicho así, parece fácil, pero cuando una empresa ha presentado 18 presupuestos y no le han adjudicado ninguno, comienza a ser una situación de ser o no ser y firma cosas que en otro momento no habría firmado. El gran problema es cuando el cliente no valora la calidad que ofreces y lo único que quiere es que acabes pronto las obras. Porque cuando lo que se busca es la calidad, no se regatea tanto."¿Podemos? Quizás peco de ingenuo, pero no creo que el león sea tan fiero como dicen"

-Lo llamativo es que esta guerra de precios la están impulsando no solo Administraciones, que tienen problemas de déficit, sino sectores que están ganando mucho dinero o en productos dirigidos a clientes de alto poder adquisitivo, como sería el caso de las reformas en los hoteles o la construcción de chalés.

-Sí. El dinero es así. Habrá personas que no acepten eso, porque la situación de prepotencia no es buena y además luego puede darse la vuelta y acabar la prepotencia en el otro lado. Pero todas las partes buscan firmar contratos en las mejores condiciones para ellas. En muchos casos, el constructor lo está haciendo por una cuestión de supervivencia, pero decir que siempre es así sería exagerar.

-Otra queja de su sector y de los sindicatos es la entrada de empresas de fuera con precios con los que es difícil competir porque pagan a sus trabajadores por debajo de las isleñas.

-Defendemos la libertad de mercado, pero nos gustaría que las empresas que no tienen oficina en Balears no se trajeran todo el personal de fuera, sino que subcontrataran a trabajadores de las islas para dejar aquí algo de plusvalía. Y todo eso hecho por empresas legalizadas, porque cuando se contrata a una empresa en fraude de ley, lo que se hace es poner en el abismo a las que cumplen con la normativa.

-Una de las actividades que está impulsando el incremento en la inversión del que hablamos anteriormente es la reforma y mejora de instalaciones turísticas ¿Esta tendencia se está agotando o tiene todavía recorrido?

-En primer lugar, depende de la legislación aplicable en cada momento. Habrá que ver si la ley turística y los decretos de zonas maduras van a seguir en el tiempo o sufrir alguna modificación como consecuencia del cambio político. Si no se cambia esta legislación, que era necesaria para mejorar nuestra oferta turística y adecuarla a la competencia, yo supongo que llegaremos a un punto en el que la mayor parte de los negocios turísticos estarán rehabilitados, aunque luego cabrán trabajos de mantenimiento. Creo que todavía queda recorrido, aunque dependerá también de que los empresarios sigan viendo que esas mejoras les resultan rentables."Los nuevos gobernantes quieren tanto a Balears como nosotros y no creo que hagan locuras"

-La obra pública también ha crecido, pero tras la relajación preelectoral las Administraciones se verán obligadas a retomar el objetivo del déficit.

-Ha crecido en el último cuatrimestre un 6% únicamente No ha habido demasiada alegría. Creo que en infraestructuras necesitamos mantenimiento. Balears tiene todavía un déficit en tema sanitario, con una tasa de camas por población inferior a la media estatal. Y lo mismo se puede decir de la enseñanza, con necesidad de mejoras en sus instalaciones

-La asignatura pendiente sigue siendo la edificación de nuevas viviendas

-Para que levante cabeza hay que esperar a que los bancos terminen de abrir el grifo de la financiación, a que la economía de las islas mejore algo más y las familias puedan disfrutar de trabajos estables, y a que los promotores puedan disponer de suelo barato para edificar. Si queremos hacer viviendas asequibles para los ciudadanos de Balears, en estos momentos en Palma o en Calvià no hay suelo a un precio adecuado para ello. En los municipios con mayor demanda, habrá que plantearse modificaciones de los planes generales y del Plan Territorial de Mallorca. Veremos que decisiones toman los nuevos gobernantes en esta materia, y según lo que hagan seremos más o menos críticos.

-Nos queda el caso de la edificación no residencial, como oficinas o centros comerciales. ¿Sigue quedando margen para hacer cosas nuevas?

-Creo que en Mallorca este tipo de proyectos ya tiene el recorrido muy corto, más allá del mantenimiento de las instalaciones ya existentes.

-Desde su sector se lleva tiempo denunciando el exceso de intrusismo y de economía sumergida. ¿Tanto ´pirata´ hay en la isla?

-Sí, y es muy fácil serlo, porque estamos muy mal regulados y cualquiera puede ser constructor. Además, somos un sector que no radicamos en ningún sitio y que va cambiando sus centros de trabajo, lo que hace muy difícil para las Administraciones el poder hacer un seguimiento. A veces los proyectos se desarrollan en el interior de domicilios particulares donde la Inspección de Trabajo tiene muy difícil entrar. No solo necesitaríamos una plantilla muy grande de inspectores, sino además una colaboración muy importante de los Ayuntamientos a través de sus celadores, que nunca la han dado."La guerra de precios se genera por un problema de supervivencia de muchas constructoras"

-¿Por qué no existe esa colaboración?

-A los Ayuntamientos no les gusta meterse con sus vecinos, independientemente de que sean familiares o no de los concejales. Ponen mil y una excusas para no mantener una colaboración seria.

-Una de las empresas que ha denunciado la guerra de precios y la presión de los hoteleros para reducir el coste de las reformas lamentaba el verse obligada a explotar a sus trabajadores para evitar entrar en pérdidas.

-Es posible que haya casos así, pero sin generalizar Los falsos autónomos o los contratos a tiempo parcial en fraude vienen como consecuencia del desequilibrio existente entre oferta y demanda.

-¿Que balance hace la patronal de constructores de la última legislatura?

-Depende de las Administraciones. El plan territorial de Menorca es una asignatura vergonzosamente pendiente. En el caso de Mallorca, también hemos pedido que se modifique su plan territorial, y ahí está atascado. Lo que nos preocupa ahora es con qué decisión se hacen esas revisiones, porque el urbanismo es algo tremendamente sensible y no son convenientes grandes fluctuaciones, como pasó durante la anterior legislatura del Pacto.

-En el lado positivo, su asociación ha defendido los cambios en materia turística.

-Pero no solo porque hayan generado trabajo en el sector de la construcción, que también, sino para mejorar una oferta que se estaba quedando obsoleta para competir con todo el litoral mediterráneo

-¿Qué postura tiene esta patronal respecto a la regulación de los alquileres turísticos?

-Entiendo que se deben de regular sin asustar, para que afloren. Hay que pagar impuestos cuando se obtienen plusvalías.

-¿Se atrevería a poner una nota a las Administraciones salientes, de cero a diez?

-Hay Conselleries que se merecen un notable alto, como Turismo o Medio Ambiente. Al Consell de Mallorca le pondría un cinco muy rascado. El ayuntamiento de Palma ha hecho una muy buena gestión económica, aunque le ha faltado bajar al terreno y acercarse a la gente. ¿Ayuntamientos que lo han hecho muy mal? Calvià o Andratx.

-¿Qué se espera de un nuevo Govern de izquierdas y que se teme de él?

-En principio, no nos genera ningún temor. Ya hemos pasado por otros periodos similares. Estamos a la espera de analizar las medidas que se puedan tomar. Somos un sector al que nadie quiere pero todos nos necesitan, y que genera empleo con facilidad.

-La anunciada ecotasa ¿es buena o es mala?

-Aplicarla en los aeropuertos no es bueno para Balears. Si se hace algo parecido a Barcelona, y se paga en los hoteles y en los apartamentos turísticos, no estaría mal, pese al problema que puede suponer encarecer la oferta del todo incluido. Pero si es una tasa finalista para mejorar infraestructuras y medio ambiente, no es algo a lo que de entrada digamos que no. Lo deseable sería llegar a un consenso con el sector y dialogar mucho.

-Ahora no existe la presión urbanística que había a principios de este siglo. ¿Eso puede hacer que sea una legislatura más tranquila en esta materia?

-En esa época se hacían demasiadas locuras, y hay empresas que están enterradas debido a ellas. Pero no hay que relajarse. Y tenemos muchas zonas degradadas que hay que recuperar.

-¿El nombre de Podemos sigue generando alarma entre el empresariado?

-Quizás peco de ingenuo, pero no creo que el león sea tan fiero como dicen. La política, como todo, depende de las personas. Yo a veces he tenido mejor relación con dirigentes de Esquerra Unida que con otros del PSOE o del PP. Es verdad que si analizamos las recientes experiencias en algunos ayuntamientos del país, piensas ´virgencita que me quede como estoy´, pero no hay que asustarse. Confío en que los nuevos gobernantes van a querer a Balears tanto como nosotros, y no creo que vayan a hacer locuras. Y si se equivocan, rectificar es de sabios.

-¿La forma de salir de la crisis ha roto equilibrios entre sectores empresariales y ha dejado a unos pocos en una situación predominante?

-Somos una comunidad eminentemente turística, y los hoteleros lo han tenido más fácil y más apoyos del Govern para poder comercializar su oferta. Han sido quizás más innovadores. El sector turístico, en parte por los problemas que han tenido nuestros competidores del Mediterráneo y por los clientes que nos han llegado de rebote, ha podido crecer en mejores condiciones. Pero el sector hotelero necesita al de la construcción para que mejore sus instalaciones, mientras que un constructor no necesariamente necesita a un hotelero. En cualquier caso, ellos han tenido una legislación que les ha facilitado su actividad, pero que creo que eso ha beneficiado en su conjunto a Balears. El sector hotelero es más organizado y quizás más disciplinado que otros, y los respetamos porque son clientes nuestos, al igual que la Administración.

-¿Alguna anécdota que le resultara especialmente llamativa durante estos años?

-Hace mucho tiempo, estimulamos a los constructores para que se acercaran a la política municipal, y en unas elecciones conseguimos más de 30 concejales en varios municipios y de todos los colores políticos. Ingenuo de mí, convocamos a todos estos concejales en el hotel Palas Atenea para mantener reuniones con el fin de analizar los problemas que se pudieran dar en la construcción. Tuvimos dos reuniones, y a la tercera no acudió nadie por orden de los partidos. Otra anécdota curiosa es la reunión a la que nos convocó a varios representantes empresariales Cristófol Soler, cuando era president balear, para vernos con Jordi Pujol en una de sus visitas a Palma. El presidente catalán se ofreció a defender nuestros intereses en Madrid, algo sorprendente porque suponíamos que ese debía de ser un trabajo del PP y no de CiU. También recuerdo otra reunión con Maria Antònia Munar, en la que defendió que no había que promover la llegada de inmigrantes construyendo vivienda protegida y que había que apostar por pisos de lujo para mallorquines.

-¿Con qué responsables políticos ha sido más fuido el diálogo en todos estos años?

-He tenido bastante empatía con personas que han sido consellers como Jaime Carbonero, Margarita Nájera o Joana Barceló, del PSOE, y Joaquín García o Biel Company, del PP. Con el alcalde Mateo Isern la verdad es que no he tenido muy buena sintonía e incluso se enfadaba cuando le pedía soluciones o calendarios de pago, pese a que reconozco su buena gestión económica. La relación también fue buena con alcaldes como Joan Fageda o Aina Calvo. Con Gabriel Cañellas, que gobernó Balears durante mucho tiempo, hubo de todo, mejor al principio y no tan bien al final.

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