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Tiempo de pactos

PSIB y Podemos siguen sin relajarse

Los sectores económicos llaman a los socialistas para que impere la moderación, mientras los morados tratan de vencer el nerviosismo de su inexperiencia - Su desconfianza mutua es la única presión que tiene Més

Laura Camargo (Podemos), Marc Pons (PSOE) y Fina Santiago (Més). B. Ramon

En el segundo encierro no hubo las sonrisas del primero. Aún quedan varios días de negociaciones por delante hasta llegar al quid del conflicto, pero si algo quedó claro ayer es que postergar el reparto de sillas -y sobre todo, del sillón- solo dispara la tensión entre Podemos y PSIB-PSOE, ni siquiera salva momentáneamente el escollo.

La reunión de la mañana empezó subidita de tono. Los socialistas llegaron al Parlament bastante mosqueados con Alberto Jarabo&cía. El líder de Podemos difundió el miércoles sus condiciones para el Pacto; el segundo punto reiteraba su veto a Francina Armengol como futura presidenta del Govern. Solo que por vez primera lo plasmaba por escrito: "No participaremos en un gobierno encabezado por el PSOE".

Nada más sentarse, con su estilo irónico y mordaz Antonio Diéguez inquirió si tenía sentido seguir hablando de coincidiencias, ante la censura previa a un futuro socio. El veterano socialista también recriminó que los morados se saltaran el orden del guión, que fija el nombramiento de cargos para lo último. El amago de levantarse y dar un portazo de los negociadores del PSIB recibió entonces una regañina por parte de Fina Santiago, la futura vicepresidenta del Govern: "Vosotros también habéis dicho que no les queréis dentro [a Podemos], y habéis puesto como condición que Francina debe presidir", recordó a los socialistas la exparlamentaria de Més, la más alabada por lo suyos y Podemos por su papel contemporizador.

Jarabo optó entonces por rebajar el ambiente caldeado. El conflicto por la presidencia "lo dejaremos para la tercera fase, como habíamos quedado", apuntó. Y entonces pudo empezar la reunión, no sin retraso, centrándose en el "rescate ciudadano", el eje principal sobre el que el tripartito quiere que pivote el nuevo Govern. Y su proyecto estrella, la implantación de una renta mínima garantizada para personas en riesgo de exclusión social.

Quizá por el nerviosismo, quizá por la inmediatez, en la primera comparecencia ante los medios se dio erróneamente una cifra por elevación de los posibles beneficiarios -hasta el 10% de la población balear-, lo que empezó a disparar críticas sobre un ´efecto llamada´. Jarabo lanzó un tuit para evitar que la cosa se liara más: "Aclaración: la renta autonómica no beneficiaría a 110.000 personas, sino muchas menos. Coste aproximado, 60 millones de euros". Otra de las medidas pasa por la devolución de la tarjeta sanitaria a los 20.000 inmigrantes irregulares que el PP retiró por los recortes, un ahorro que jamás ha sido cuantificado. Pero tal y como se anunció ayer, disgustó a ciertas voces del PSIB, que apoyan la iniciativa pero exigían rigor: "Tenemos que ser serios, no se puede decir que ello tendrá coste cero, porque no es verdad".

Alberto Jarabo, el líder de Podemos, antes de la reunión. B. RAMON

A favor de los negociadores hay que valorar su firme apuesta por la transparencia. Los anteriores Pactos se caracterizaban por su opacidad; ahora se dan explicaciones casi al minuto, lo que siempre conlleva algún fallo.

Esta segunda tanda de negociaciones, con más de siete horas de reunión, dejó entrever mucho más la desconfianza entre PSIB y Podemos -del trío, Més es el más dispuesto a ceder-. Estos recelos alimentan la esperanza a algún candidato del PP de mantenerse en el poder, tras ser desbancado por las urnas el 24-M; otros más veteranos, como un diputado popular que ayer merodeaba por el Parlamento, lo tienen más claro: "Ahora hacen mucho ruido, pero ya verás como estos terminarán entendiéndose, y nosotros a chupar banquillo cuatro años". Eso sí, "viendo cómo han empezado de mal entre ellos, no van a pegar ni con cola", vaticinaba. Claro que en el PP no son precisamente los más indicados para dar ejemplo de unidad.

Cabe tener en cuenta que los dos protagonistas en los extremos, PSIB y Podemos, están sometidos estos días a distintas presiones. Desde que se conocieron los resultados la noche electoral, los socialistas reciben a diario muchas llamadas de gente con poder en Mallorca, exigiéndoles "sentido común", "centralidad", "conocimiento", "moderación"... Al otro lado del teléfono, empresarios, hoteleros, representantes de todo el sector económico, también agentes sociales, muestran a los dirigentes del PSIB-PSOE su preocupación porque en Balears gobierne Podemos. Los socialistas saben que su complacencia en el pasado reciente con determinados sectores les pasa ahora una elevada factura. El partido de Armengol está decidido a llevar a cabo claras políticas de izquierda, pero a la vez se debate sobre cómo mantener uno o parte de sus pies en el centro, donde ha captado a buena parte de su electorado en los pasados comicios.

Armengo y Antonio Diéguez, que ayer regañó a los de Podemos. B. RAMON

"En cierto modo hay que entenderles, su situación no es fácil porque ven que la marca de Pablo Iglesias les adelanta por la izquierda, pero no pueden ir ninguneando a los demás como las dos veces anteriores, tendrán que aprender a convivir con Podemos en el Govern, si no esto no funcionará", sentencia un dirigente de Més. Éste es consciente de que la "ingenuidad" de algunos miembros de Podemos puede acarrear problemas a largo plazo, pero "los del PSOE deberían recordar que pactábamos con una banda de chorizos como era UM ¿y ahora no podemos probarlo con Podemos, que son gente con clara mentalidad de izquierdas que quieren mejorar las cosas?", se pregunta.

"Fin de la rueda de prensa"

En el partido de Jarabo, el nerviosismo viene por la mezcla de inexperiencia y su elevada autoexigencia. "Estamos ante un reto muy serio y muy importante, la ciudadanía espera mucho de nosotros, tenemos que hacerlo bien", explica uno de sus miembros. Quizás esa bisoñez explica actitudes como la que tuvo Laura Camargo con los periodistas en su comparecencia por la tarde. Cuando las preguntas le empezaron a resultar incómodas, decidió cortar por lo sano: "Y con esto podemos terminar la rueda de prensa, estamos alargándonos". Ante unos cariacontecidos Marc Pons (PSOE) y Fina Santiago, hubo que recordarle que su derecho a no responder en modo alguno la faculta para vetar las preguntas que los profesionales consideren, y que le siguieron formulando. La novatada, sin duda.

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