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Análisis

Cáritas apuesta por el cambio

La crisis no descansa y en nuestra pequeña isla la riqueza más opulenta convive con diez mil personas al borde del naufragio irreversible.

Cáritas, la infantería de la Iglesia católica en obras de caridad (asistencia social en lenguaje moderno), coincide al cien por cien con Podemos y Més en que urge redistribuir los fondos públicos para atender a los damnificados por la recesión.

Es llamativo que la Iglesia, que muchos sectores sociales identifican con la derecha más rancia, pida una renta social básica, una medida que los partidos progresistas en Balears anunciaron ayer a bombo y platillo.

La izquierda apuesta ahora por minimizar la presencia de la religión en la esfera pública, pero los católicos llevan siglos atendiendo a los desvalidos.

"Aún queda mucho por hacer", claman desde Cáritas y corean los llamados a gobernar las principales instituciones de las islas.

Los recién elegidos deberían saber que el progresismo no se mide por el grado de desprecio a los cristianos y cobra su sentido cuando el Estado no mima a los poderosos, contribuye al bien común y rescata a los desahuciados por el mercado.

Las nuevas mayorías negocian estos días un programa de mínimos y, claro está, el reparto del poder. En sus manos está el no decepcionar a los miles de ciudadanos que han votado porque las Administraciones no sean un foco de corrupción y miren más por los trabajadores y los desempleados.

Cada vez hay más niños en Mallorca con problemas para alimentarse en condiciones. Muchas personas se vuelcan en donar comida y se olvidan de que los necesitados precisan artículos de higiene personal y jabón para lavar la ropa.

Cáritas es un ejemplo de cuidados paliativos, aunque también se esfuerza en formar a parados. Para curar esta tremenda enfermedad social hacemos falta todos.

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