En un diálogo callejero que se repite desde el 24-M, votantes visiblemente inquietos se cruzan con los futuros miembros del Govern, que les intentan apaciguar:

-"¿Qué pasará? Mira que si ahora que hemos sacado a Bauzá resulta que no os ponéis de acuerdo y vuelve el PP..."

-"No se preocupen, irá bien".

-"¿Sí, seguro? Es que..."

-"Ya lo verán, seguro, irá bien".

El parto se complicará al final, pero el Pacto nacerá. Con tanto cruce de tuits beligerantes estos días algunos capítulos de su gestación recuerdan a Juego de Tronos, pero la izquierda sabe que tiene entre manos algo muy delicado. "No podemos permitirnos irresponsabilidades", señala uno de los actores principales. Hay escollos difíciles, ciertamente, pero a Més, PSIB-PSOE y Podemos les une lo fundamental: "No permitiremos que el PP vuelva a gobernar nuestras instituciones", resaltó ayer el partido de Alberto Jarabo. Es el primer punto de su guión programático para alcanzar el acuerdo. Socialistas y econacionalistas no discrepan ni una coma al respecto, así que todo lo demás es salvable. Incluso quién presidirá el Govern, por mucho que las posturas estén ahora muy enconadas. Y más que lo estarán.

El tripartito reanuda hoy las negociaciones, y después de la primera sesión en una entidad social lo hace en el Parlament, como si ya tomara posesión. Hay cabezas calculando cada gesto, cada escenificación, cada mensaje lanzado.

PSIB, Podemos y Més se han fijado mañana como máximo para anunciar cómo será la nueva ecotasa, el punto más conflictivo junto a las presidencias. Las diferencias terminarán puliéndose, se muestran convencidos en Més, más preocupados en cambio por cómo vencer la desconfianza mutua generada entre socios condenados a entenderse.

Hará falta fontanería

Estos recelos se trasladan en el plano práctico en que Podemos no quiere a Francina Armengol como presidenta, y el PSIB-PSOE persigue que los de Jarabo no entren en el gobierno y lo apoyen desde fuera. En medio está Més, a cuyos líderes -Biel Barceló, David Abril y Fina Santiago- les esperan cuatro años de dura fontanería. "Tendrán que untar a fondo", bromea un colaborador de los econacionalistas.

Barceló sabe que deberá jugar un importante papel de árbitro moderador en la inminente legislatura: Podemos solo se fía de Més; el PSOE confía en que Més haga que Podemos "toque con los pies en el suelo y se dé un baño de realidad".

Més está dispuesto a negociarlo "absolutamente todo", inclusive a ceder la presidencia del Govern si ello fuera el obstáculo. Por contra, es irrenunciable un pacto a tres bandas, 34 diputados. Sin Podemos dentro, "sabiendo lo que supone gobernar", Més no quiere estar.

Los econacionalistas anteponen la estabilidad, si bien son conscientes de que Podemos es un experimento; hay cierto temor a la falta de cohesión interna de los 10 diputados morados, especialmente porque Podemos de Eivissa ha ido hasta ahora a su aire, y Menorca otro tanto.

Incluso entre los cinco parlamentarios de Podemos en Mallorca no se puede hablar de criterio único. A ello se añaden voces muy rebotadas con Armengol por un pasado conjunto, lo que a la larga puede aflorar fuertes tensiones. En Podemos les hace gracia que la vieja política les reproche "ser gente diversa, plural, y no sumisos como ellos".

Tras verse relegado en los dos Governs de Progreso anteriores, en este tercero Més reivindica su papel: "El PSOE de Xisco Antich y Munar nos tenían como un apéndice, eso se acabó", dice un dirigente en alusión al expresidente y la expresidenta de Unió Mallorquina (UM), ésta hoy en la cárcel. "La ventaja es que por vez primera Balears tendrá un Govern solo de izquierdas", recalca por UM. El menosprecio de Munar hacia sus socios de Més fue el principal foco desestabilizador de los Ejecutivos del Pacto. Internamente, los problemas se vaticinan ahora por la inexistente relación entre Podemos y PSIB. "No se conocen, hay que darles tiempo, y luego está que cada uno libra su propia guerra en Madrid, que esa es otra", explica este cargo de Més.

La OPA hostil lanzada por Pablo Iglesias a Pedro Sánchez a escala estatal tiene su repercursión en las islas. Ambos quieren digitar desde Madrid al futuro presidente balear. Quizá sería mejor decir que quieren vetar al candidato menos idóneo para sus intereses de partido: Armengol en el caso de Podemos, y Biel Barceló por parte de Sánchez.

Estrategia Més-Podemos

Los socialistas de aquí cuestionan el purismo y la virginidad de Més en este sentido, "van de inocentes, pero juegan sus cartas", señala un veterano del partido. Al hacer frente común en Balears, la maniobra de Biel Barceló pasaría por ir en coalición a las próximas elecciones generales con Podemos, y asegurarse el codiciado diputado en el Congreso por el que llevan tantos años batallando. En Valencia, en este caso con sus aliados de Compromís, parece que se ultima una operación similar.

Tras haber posado juntos en la primera foto conjunta, Podemos volvió a llamar ayer "casta" al PSOE, "si bien es cierto que no es el PP", apostillaron. Los nombres que conformarán el nuevo Ejecutivo será lo último que se negociará, reiteraron los de Jarabo. También insistieron en que no participarán en un Govern presidido por Armengol, que replicó sin disparar misiles: "Respeto su decisión, no hay problema".

Estamos aún en la fase del postureo, "todos tenemos que fijar posiciones maximalistas, es lo normal porque luego todos tendremos que ceder", quita hierro uno de los negociadores del tripartito, con media sonrisa. "Irá bien, ya lo verás", remacha. Sabe que lo contrario supondría resucitar a un PP más desnortado que nunca, pero al que no hay que subestimar.