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Quién teme a la Junta Hotelera feroz, derrotada en las urnas

Mi voto no ha sido decisivo, porque al descontarlo no cambia el resultado. Además, se ha incumplido mi sueño de convertirme en el último votante del PP, pero estoy en el buen camino.

La emperatriz Soraya se solaza en Palma con el primer ministro de la dictadura comunista china, después de que en su penúltima visita a Mallorca le horrorizara la talla nula de Antonio Gómez, Miquel Vidal y Margalida Duran. Manu Mielniezuk

Mallorca es presentarte ante las urnas en el ceremonial sagrado de la democracia, y que la presidenta de la mesa te reconvenga:

-Tu madre todavía no ha venido.

Mi voto no ha sido decisivo, porque al descontarlo no cambia el resultado. Además, se ha incumplido mi sueño de convertirme en el último votante del PP, pero estoy en el buen camino. Los populares se presentaban como marca blanca de sus titiriteros, la Junta Hotelera de Salvación. Las decenas de miles de bofetones en las urnas a los empresarios turísticos no les servirán de escarmiento. Por si el castigo recibido el 24M fuera insuficiente, los hoteleros rezongan todavía ante la falta de sumisión mostrada por Alberto Jarabo al visitar su madriguera. El candidato de Podemos tuvo la desfachatez de considerarlos uno más, y de comunicarles que anteponía lo intereses de los trabajadores de hostelería a las preocupaciones de los patronos multimillonarios.

Los votantes mallorquines han vuelto a equivocarse. No solo negaron el sufragio a la Junta Hotelera, se rieron abiertamente de la intimidación apocalíptica del emperador Marco Aurelio Vázquez, felizmente recuperado para la empresa privada después de conseguir que la imagen de los hoteleros se sitúe unos escalones por debajo de Paquirrín. Su jefe Don Miguel puede darle alguna lección de sutileza. Cuando le felicité por haber recolocado a James Matas en el Consolat en 2003, Miguel Fluxá me respondió a la mallorquina que "algo teníamos que hacer". Su consejero delegado ha querido hacer demasiado, con el resultado de rigor en una sociedad a la que repugna la sobreactuación. Siempre hemos postulado la prohibición del voto a los nativos, tan impredecibles.

Quién teme a la Junta Hotelera feroz, derrotada en las urnas. Nunca articules una amenaza que no seas capaz de cumplir, Goliat no puede permitirse una derrota ante David. Después de la visita de Podemos, los hoteleros vapuleados dan por descontada la derogación de la Ley General Franco de Turismo. Habrá que ir pensando en asaltar un ayuntamiento democrático, como en los viejos buenos tiempos.

En la plegaria de Gandhi, "la Tierra no da suficiente para satisfacer la codicia". Sustituyan por Mallorca y sigue siendo válido. Paul Krugman sostiene que un empresario de éxito no sirve como gobernante y le dieron el Nobel. Lástima que los hoteleros no pierdan el tiempo leyendo libros. En fin, el empresariado no se quejará de la rendición del PP a su causa. Como dice la diputada más hermanada a Herr Kommandant Bauzá, "a Mateo Isern lo hemos tenido que quitar porque miraba por el pueblo y no por el partido".

La coronación dinástica de Inma de Benito como emperatriz hotelera escandalizó al austero empresariado mallorquín con más fuerza que su batacazo electoral. Para garantizar el boato, se contrató a la empresa Trui Espectáculos. Una alfombra debía amortiguar el impacto de los delicados pies de la presidenta de la Junta. Era de color azul, ni hablar del rojo en el templo de los aparentadores.

Las elecciones nos han dejado la conmovedora imagen de un jerarca de IB3 que se niega a hacer su programa al día siguiente del batacazo del PP, porque su estado anímico no se lo permite. Mallorca corona nuevas cimas de periodismo comprometido. Y qué decir de Rafael Santiso, el director general de Salud convencido de suceder a Martí Sansaloni al frente de la conselleria de Sanidad. El jueves previo a las elecciones repartía optimista gerencias de hospitales. Hoy cesante, sic transit.

El PP saliente teme que Podemos nos condene a una dictadura venezolana, en lugar de la dictadura china pero con sueldos más bajos que pretende Rajoy. En la imagen de Manu Mielniezuk que hoy nos ilustra, la también emperatriz Soraya Sáenz de Santamaría se solaza servicial en Palma con el primer ministro comunista de la tiranía asiática.

En su penúltima visita a Mallorca durante la precampaña, la ausencia de Bauzá por fallecimiento de su suegro obligó a la vicepresidenta de Rajoy a departir con Antonio Gómez, Margalida Duran y Miquel Vidal, secretario general del PP. La abogada del Estado quedó horrorizada de la nula talla intelectual y política de sus altos cargos isleños. Conociendo al farmacéutico, no sé de que se espanta. Se ve a Soraya más entretenida escuchando a Li Keqiang en chino que atendiendo a un mallorquín que le suena a chino.

Los dirigentes del partido único que sufrieron orgías en el table dance de la Playa de Palma, en la confianza de que sus andanzas no serían grabadas, merecen una condena por hubris o prepotencia sexual. Uno de los fijos en la quiniela de usuarios gratuitos ya ha lamentado su mala suerte porque se confiesa asiduo de la citada institución benéfica, pero pagando. Seguro que lo acreditará mediante las oportunas facturas. Ahora solo falta que aparezca otro alcalde y declare que "yo solo miraba". En este caso puede afirmarse con propiedad que los clientes se prostituyeron con mayor dedicación que las profesionales.

Amante de las emociones fuertes, para mí será la semana de la reaparición inesperada y postelectoral de Ella. La saludo pletórico de flema mallorquina:

-Tanto tiempo.

-No tanto. Cada vez que el teléfono no suena, sabes que soy yo.

Mientras las trituradoras del Govern sacan humo, mi banda sonora obsesiva ha sido estos días el Sweet Jane de Lou Reed, en la versión incendiada de los Cowboy Junkies. El viernes anterior a las urnas, el juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional paseaba por la Plaza de España cargado de ensaimadas. Vean Mad Max III, la obra maestra feminista que John Ford hubiera rodado hoy. Y sobre todo vean Mandarinas, una joya estoniogeorgiana.

Reflexión dominical mironiana: "Miles de personas recorren a diario la geografía de Miró, sin resultados visibles".

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