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Sanidad

Trabajadores y usuarios denuncian graves deficiencias en Son Espases

Ausencia de circuitos racionales por los que transiten tanto pacientes como personal sanitario, ambulancias programadas que comparten zona de descarga con camiones de la basura y unas urgencias mal diseñadas y caóticas, principales quejas

El pasillo Q mide 498 interminables metros.

­Han pasado más de cuatro años desde que Son Espases tomó el relevo de Son Dureta como hospital de referencia de las islas y tanto sus trabajadores como sus usuarios siguen echando de menos la funcionalidad del viejo centro sanitario de la calle Andrea Doria frente a las deficiencias aún no subsanadas de un hospital diseñado a toda prisa y sin contar con la opinión de los profesionales que día a día sobreviven a desajustes que les complican mucho su labor asistencial.

La Asamblea de Trabajadores y Usuarios del Hospital de Son Espases (ATUHSE) ha hecho llegar a este rotativo un informe en el que expone, con todo lujo de detalles, varias de las más clamorosas deficiencias en la construcción y diseño del hospital de referencia que esta comunidad terminará de pagar en torno al año 2040.

En nombre de ATUHSE habla Rafael Berlanga, médico de urgencias en la actualidad en excedencia, que empieza con una pequeña anécdota que es muy significativa de las prisas y la improvisación con las que se abrieron Son Espases, un hospital de tercer nivel que debería haberse realizado de acuerdo a los criterios técnicos y funcionales que deben seguir este tipo de infraestructuras, en opinión de este facultativo.

Grados fahrenheit

"Recuerdo perfectamente el día que abrimos el servicio de urgencias, la noche del 19 de diciembre de 2010. La coordinadora había fijado las diez de la noche como hora para empezar a atender a los primeros enfermos que nos llegaran. A las nueve y media un familiar de otro paciente ingresado sufrió un indisposición y decidimos asistirle. Cuando fuimos a buscar un termómetro con el que tomarle la temperatura, ¡resulta que todos los aparatos de los que disponíamos la medían en grados fahrenheit!", recuerda aún hoy el doctor Berlanga.

"Todo el proceso del traslado fue caótico porque los servicios médicos no estaban terminados. Era el año 2010 y ya teníamos esta crisis encima. Creo que si hubieran tardado dos años más en inaugurarlo, este hospital no se habría abierto", opina el facultativo.

Una de sus primeras denuncias hace referencia a la ausencia de unos circuitos mínimamente racionales por los que puedan transitar de manera ordenada tanto los profesionales como los usuarios. Y pone como ejemplo el periplo que deben realizar las personas desde que se apean del autobús en la parada ubicada entre el edificio de hospitalización y el general.

"Los accesos al edificio general están ubicados en la planta cero sur, por el que se entra a las consultas externas, y en la planta menos dos, tanto en su lado sur por donde se accede a urgencias pediátrica y de adultos y a rayos, como por el lado norte. Pues bien, si te apeas en la parada de autobús ubicada en la planta menos dos norte y quieres ir a los servicios de urgencias ubicados en la misma planta pero en su lado sur tienes tres opciones: dar la vuelta por fuera a todo el edificio; subir en ascensor hasta la planta cero, cruzar por el único nivel que comunica el norte con el sur y volver a bajar hasta la planta menos dos o, en tercer lugar, atajar a la brava por los pasillos de los servicios de urgencias y radiología entorpeciendo la labor asistencial que se realiza en esos espacios en teoría exclusivos del personal sanitario", explica minuciosamente este facultativo este peculiar "circuito" hospitalario.

También lamenta que los servicios de urgencias carezcan de un ascensor propio para trasladar a los pacientes a la UCI o a los quirófanos, situados dos plantas más arriba. Los trabajadores tienen que atravesar todo el servicio para acceder a los ascensores del famoso pasillo Q, de 498 metros de longitud, y allí compartir ascensores con los usuarios que, de manera cívica, acceden a urgencias siguiendo el itinerario descrito en el párrafo anterior y no atravesando zonas asistenciales.

"A veces los celadores que trasladan a un paciente en camilla tienen que decir a la gente que espere otro ascensor, por no hablar de la poco intimidad que eso supone para el enfermo trasladado" lamenta.

Ambulancias y camiones de basura

Otra deficiencia que ha suscitado muchas críticas por parte de ATUHSE ha sido la ausencia de un lugar propio para que las ambulancias de transporte programado puedan dejar cómodamente a los pacientes que trasladan. "Las ambulancias de traslados a gabinetes UVI, radiología y las que recogen las altas de hospitalización no disponen de un aparcamiento específico. Lo hacen en los muelles N y O aunque han de compartir espacio con camiones de abastecimiento, suministros para la farmacia hospitalaria e incluso con el camión de la basura", continúa enumerando deficiencias el doctor Berlanga, que asimismo revela que esta zona carece de un mínimo saledizo que impida que, en días lluviosos, el enfermo trasladado no tenga que sufrir las inclemencias del tiempo.

Este facultativo guarda para el final la situación del servicio de urgencias que tan bien conoce. Para empezar, revela que el bordillo que da al servicio tuvo que rebajarse para impedir que las ambulancias, al subirse a él, chocaran contra el tejadillo que aquí sí protege a los pacientes de los fenómenos meteorológicos adversos.

Continúa con el mostrador de admisión, ubicado a tan solo sesenta centímetros de la única puerta de acceso al servicio, lo que provoca que todos los que están esperando para facilitar sus datos puedan presenciar en primera fila quién entra y sale del servicio. Berlanga revela además que en un zona que suscita tantas iras como este mostrador de admisión se han tardado más de tres años en poner un cristal que separe a los trabajadores de los usuarios.

Mención aparte merece la puerta de acceso a urgencias. El facultativo especifica que mide 2,08 metros de alto por 1,30 de ancho y que da paso a otro pasillo con una longitud de 6 metros con la misma anchura donde están las dos puertas de las salas de triaje en las que se evalúa la gravedad del paciente. "Pues bien, por esta puerta entra y sale todo el mundo: pacientes, familiares y trabajadores y hay muchos momentos en los que por ese pasillo es casi imposible transitar ya que se acumulan personal sanitario, celadores, técnicos de ambulancia, guardias de seguridad, pacientes, acompañantes y sillas de ruedas y camillas", subraya Berlanga, que recuerda que el documento de estándares del ministerio de Sanidad recalca que los servicios de urgencias deben de contar al menos con dos entradas independientes: una para las emergencias que casi siempre acceden en sillas o camillas y otras para los pacientes que puedan caminar por sus propios medios.

También se carece de un vestíbulo, obligatorio en estas dependencias, en el que cambiar al paciente de la camilla de la ambulancia a otra del servicio.

Y, ya por último, Berlanga muestra una mesa de trabajo de un médico en urgencias, con un conglomerado de cables amontonados a sus pies. "He trabajado en precarias condiciones con Médicos del Mundo en zonas asoladas por catástrofes naturales y, si allí trabajar así es normal, aquí, más de cuatro años después del traslado, no debería serlo", lamenta.

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