Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Abusos a menores

Restaurando vidas rotas

La Red de Ayuda a Niños Abusados (RANA) y el programa ATURA'T de la conselleria de Familia que trata a menores que han cometido un delito de agresión o abuso sexual han atendido en el último año a 74 personas en Mallorca - Esta cifra, impensable hace años, es solo la punta del iceberg de un problema ante el cual lo último que hay que hacer es callarse

Con el cuento ´¡Estela, grita muy fuerte!´, de Isabel Olid, la fundación RANA ya ha enseñado a 13.000 escolares de entre 6 y 11 años de las islas a decir "no" a los abusos y a denunciarlos en cuanto se produzcan.

El nombre de Beatriz Benavente, psicóloga y coordinadora de la Red de Ayuda a Niños Abusados (RANA), ya es sobradamente conocido tras la proliferación de casos de abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia mallorquina, el último de los cuales ha afectado al exprior del que es considerado como el reducto de la fe católica en la isla, el santuario de Lluc, que al parecer habría abusado reiteradamente de un blauet a su cargo durante su formación, primero en el complejo religioso de Escorca y, más tarde, en el monasterio de la Real de Palma.

La víctima de estos presuntos abusos cometidos por el exprior Antoni Vallespir ha esperado más de veinte años para denunciarlos ante el tribunal eclesiástico y la justicia ordinaria. Y la primera pregunta que hay que formular a Benavente es el por qué de esta demora tan prolongada.

"El menor que ha sufrido los abusos tiene miedo y un sentimiento de vergüenza y de culpa por lo que ha sucedido. Además, en muchas ocasiones el propio agresor se encarga de manipular sus sentimientos para hacerle sentir así. A veces, incluso la familia está detrás de ese silencio. Le dicen: 'Y tu, ¿qué hiciste? Lo mejor es que te calles', le aconsejan para evitar asimismo el estigma social. El resultado de todo esto es que tan solo uno de cada diez menores que han sufrido abusos sexuales los denuncia en el momento en el que se están produciendo. Los otros nueve pueden denunciar las agresiones años después de que se produjeran o no hacerlo nunca", revela la coordinadora de la asociación de ayuda a las víctimas de estos delitos.

"Pero llega un momento en que la situación se les hace tan insoportable que tienen que hablar", continúa Benavente, que se congratula de que hoy en día haya más herramientas sociales para poder hablar de un asunto que hace no tanto tiempo, menos de veinte años concreta, no se tocaba, era tabú, acallado por las propias familias. "Hay casos más recientes, de hace unos diez años, en los que una familia cortaba de raíz e inexplicablemente su relación con el hermano porque el tío había abusado del sobrino. Se dejaba de ir a comer los domingos a la casa de los tíos pero no se denunciaba el hecho, se acallaba", explica la psicóloga cómo se actuaba en un pasado no tan lejano.

Otra pregunta obligada es qué consecuencias tienen los abusos sexuales en las víctimas, a lo que Benavente responde que "a nivel social quedan muy afectadas. Sufren trastornos de la personalidad como psicosis, depresiones, intentos de suicidio y, en muchas ocasiones, caen en adicciones a las droga o al alcohol, sustancias que usan para olvidar".

RANA atendió el pasado año a 40 adultos víctimas de abusos sexuales en su infancia -los casos de los menores de edad quedan a cargo de la conselleria de Familia y Afers Socials-, una cifra que no para de crecer año tras año. "El anterior atendimos a 37. Y pese a atender a 40 en 2014, dejamos a gente fuera, en lista de espera por falta de presupuesto", lamenta la coordinadora.

Estos tratamientos constan de diez sesiones individuales, celebradas semanal o quincenalmente, en las que se trabaja en la historia personal y del abuso de la víctima, en intentar que exteriorice su trauma. "Cuando rompe el silencio, el paciente vive una liberación y comienza el trabajo de la terapia. No hay que olvidar que las relaciones sociales de la víctima están muy dañadas. Y no solo por el abusador, ya que siente que su familia y sus profesores le han fallado en esos momentos tan duros", remarca Benavente.

Una vez completada esta terapia individual, el paciente puede acceder a las seis sesiones grupales con las que se completa el tratamiento. "Son muy importantes porque el hecho de encontrarte con un grupo que ha sufrido lo mismo te ayuda a quitarte el estigma del abuso. Se trabajan las emociones en común para poder reconocerlas y transformarlas ya que con rabia, que en un momento puede ser beneficiosa, no puedes vivir toda la vida", revela la coordinadora de RANA.

Beatriz Benavente es psicóloga y coordinadora de la Red de Ayuda a Niños Abusados (RANA).

Benavente responde con un tajante "no" a la pregunta de si trabajan para conseguir que el abusado perdone a su agresor: "No, no nos planteamos el perdón como un objetivo terapéutico porque eso es un planteamiento personal de la víctima. Nosotros nos centramos en recuperar a unas personas que al llegar, en general, nos manifiestan que son infelices, que tienen tendencias suicidas, que no encuentran motivos para levantarse por las mañanas de la cama y que en muchas ocasiones han hecho elecciones equivocadas de pareja con lo que las situaciones de maltrato se repiten".

Sobre las muestras de cariño recibidas por un presunto abusador como puede ser el prior Vallespir por parte de sus antiguos alumnos, en muchas ocasiones progenitores de los niños que estaban a su cargo hasta que el Obispado decidió apartarle cautelarmente de sus funciones, la psicóloga de RANA recalca que "es muy difícil pensar que alguien en el que has depositado tu confianza haya hecho daño a otros. Y estamos ante un caso de una persona que puede haber actuado bien con mucha gente. Recientemente tuve un caso de un abuelo abusador que había sido un padre ejemplar. Así que la madre dudaba de todo, no se podía creer que su padre, que se había portado tan bien con ella, ahora estuviera abusando de su hija. Y no hablo de un abuelo con sus facultades mentales mermadas o alteradas por la edad".

Pese a que hay un aumento de los casos de abusos detectados, Benavente considera que todavía queda trabajo por hacer y sugiere un endurecimiento de las condenas por estos delitos, que los juicios sean más rápidos y que se dé más credibilidad a los testimonios de los niños.

"En España no existen registros de personas condenadas por pederastia. Así que un abusador, tras pasar dos años en prisión, sale por buena conducta y puede trabajar al día siguiente como profesor en un colegio porque no hay un registro que lo impida", lamenta la coordinadora de RANA, que si de algo se siente orgullosa es del trabajo de prevención que está realizando su asociación en las escuelas de Balears.

"Ya hemos enseñado a 13.000 niños de seis a once años de las islas a decir que no y a contar los abusos que están sufriendo gracias a la lectura comentada del cuento ¡Estela, grita muy fuerte! en los colegios. Labor que completamos con charlas con las familias y formación de los profesores para que unos u otros sean capaces de detectar los síntomas detrás de los cuales puede estar un nuevo caso de abuso sexual a un menor", concluye Beatriz Benavente.

Compartir el artículo

stats