Abrieron hace cuarenta años en lo alto de la colina más cercana al cielo de Palma para convertirse en referente del turismo de calidad mallorquín, y ayer celebraron sus cuarenta años con tres dragones de colores bailando en la puerta. Los tiempos cambian, y uno de los emblemas hoteleros de Mallorca hoy escribe su nombre en chino y celebra el inicio del año de la cabra. Para conmemorarlo (lo de los cuarenta años, que la resaca de lo de la cabra cumplió ayer cinco días), el primer grupo chino que se anima a comprar hotel en España, GPRO, organizó un sarao con 200 invitados.

Los únicos que tenían que pronunciar discurso, el president Bauzá y el alcalde Isern, llegaron una hora y pico tarde, que esto sigue siendo España. Pero échenle la culpa a la apretada agenda preelectoral de unos políticos que estos días desayunan cónsules, meriendan recordando figuras como la del abogado Félix Pons Marqués y cenan con el embajador chino en el cumpleaños de un hotel que fue mallorquín y hoy se ha convertido en emblema del desembarco asiático en España.

O eso dijeron tanto el presidente de la Cámara de Comercio e Inversiones de China, Liu Wei, como el embajador en España de la primera potencia económica del mundo, Lyu Fan. El máximo representante diplomático del país del Sol Naciente se congratulaba de paso del "gran placer de venir a la hermosa isla de Palma de Mallorca", que a los embajadores chinos les pasa como a los ministros madrileños y no saben cómo se llama la isla, aunque en su descargo hay que decir que los embajadores chinos vienen más. Sobre todo el actual, un enamorado de Mallorca, cuentan sus compatriotas.

El caso es que la cita con la historia era a las ocho, pero la cena de gala empezó pasadas las nueve y veinte con las presentaciones oficiales. Ya saben como es: que si excelentísimo presidente, que si honorable alcalde, que si señoras y señores, niños y niñas, que si bienvenidos y bienvenidas todos y todas, que si cuanto honor y honora. Y todo ello a dos voces, primero en castellano y luego en chino, por si había hambre. Para que se hagan idea, solo el saludo oficial del presidente de GPRO a las autoridades llevó cinco minutos. En lo que que duró el discurso entero habría dado tiempo a llamar al restaurante Gran Dragón y digerir su menú para seis.

Pero eso también habla del mérito que tiene la apuesta de GPRO, grupo originalmente industrial que ha sabido vencer las barreras culturales y domar el exceso de precaución habitual en los inversores asiáticos, para iniciar en Mallorca su conquista del turismo europeo. Vienen a aprender de un sector en el que los mallorquines son los mejores. Y de momento no se les da mal: si se juzga su éxito por el nivel de relaciones públicas, van bien. Ayer no faltaba casi nadie que pinte algo en el mundo de fantasía de la actualidad. Por eso estaban tan contentos el presidente y el vicepresidente de GPRO, que definían Mallorca como "una estupenda oportunidad para la inversión extranjera". El embajador elevaba luego la apuesta de GPRO al rango de "gloria" y "éxito". Aplaudían empresarios turísticos y hoteleros. Lo normal: no hay nada que más guste a un hotelero que un representante de régimen comunista, así en China como en Cuba. Luego le aplaudieron a Bauzá, que solo un líder comunista gusta más a un hotelero de pro que un president del PP, así con Matas como con Bauzá.

También le habían aplaudido al alcalde Isern. "Palma se está posicionando como destino urbano de referencia mundial", decía el alcalde, que quiere mucho lo suyo, por eso preferirá no leer que los chinos no conocen en España más que Barcelona y Madrid, como le puede explicar su concejal de Turismo, Álvaro Gijón, que andaba por allí.

Para el final dejaron al político que, a juzgar por las manifestaciones multitudinarias que le montan, más ha hablado en chino a los mallorquines. José Ramón Bauzá ayer usaba el castellano y se confesaba como en casa, que por lo visto va a comer al Valparaíso cada miércoles, con los amigos del club rotario. Ayer volvió para celebrar el cumpleaños del Valparaíso, "un icono" que vive "una etapa de cambio, pero conserva la tradición del hotel". Salvo por los dragones y eso.