Los empresarios Fausto Ferrero y Bartolomé Cursach negaron ayer, en la comisión parlamentaria de investigación sobre Son Espases, que la compra de terrenos cercanos al solar donde al final se construyó el centro hospitalario se debiera a la obtención de información privilegiada sobre su ubicación. Ambos admitieron haber adquirido fincas rústicas con la expectativa de poder construir en ellas, pero rechazaron que esta previsión de negocio estuviera relacionada con la posterior elección del solar de Son Espases para el centro hospitalario. Tanto Cursach como Ferrero negaron haber acudido a una cena en Madrid, en abril de 2002, en la que el entonces ministro de Medio ambiente, Jaume Matas, habría filtrado que si ganaba al año siguiente las elecciones autonómicas se edificaría el hospital en Son Espases. También rechazaron que algún responsable político les hubiera aconsejado las compras.

Los dos empresarios abrieron por la mañana el calendario de comparecencias ante la comisión parlamentaria de investigación cuyo presidente, el popular Miquel Jerez, advirtió a cada uno al inicio que, de acuerdo con el artículo 502 del Código Penal, el que faltara a la verdad en su testimonio podría ser castigado con "la pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses". Cursach, a preguntas de Fina Santiago (Més), negó que compartiera con Bartolomé Seguí Gamundí la finca de Son Cabrer. Horas después, acabada ya la comparecencia del empresario, Mes mostró la documentación del registro de la propiedad según la cual Cursach y Seguí compartían, como mínimo parcialmente, esta propiedad.

Según explicó Cursach, cerró la opción de compra de Son Cabrer en 2000, aunque la operación no se hizo efectiva hasta 2003. El precio que pagó por los aproximadamente 150.000 metros cuadrados de terreno fue de 13,5 millones de euros, que abonó con un crédito del Banco de Valencia. Al preguntarle el socialista Antoni Diéguez si hubiera adquirido esta finca de saber que 20 años después seguiría teniendo la calificación de rústica, su respuesta fue elocuente: "Por supuesto que no, no la compré para sembrar patatas, sino porque pensaba que Palma crecería por ahí". Recordó que pidió permiso para construir una residencia geriátrica, pero el Ayuntamiento de Palma se lo denegó, aunque dijo no recordar los motivos. La propuesta se efectuó cuando al frente de Urbanismo de Cort se encontraba Javier Rodrigo de Santos. El padre de Seguí Gamundí es Juan Seguí, en aquella época arquitecto de Cort.

Cursach lamentó haber comprado esta finca ya que "no vale nada por lo que ha pasado" porque "no dejan hacer nada". Respecto a si consideraba que el precio que pagó (90 euros el metro cuadrado) era excesivo, afirmó que "cualquier terreno que pudiese tener el crecimiento de Palma" valía más que esa cantidad.

Fausto Ferrero también lamentó haber adquirido en 1995 la mitad de la finca Son Bessó, de unos 160.000 metros cuadrados, ya que no ha tenido beneficio, y afirmó que tiene su parte en venta por unos 400.000 euros, es decir, unos cinco euros el metro cuadrado. El empresario, quien dijo no recordar cuánto pagó por la finca, sostuvo que su compra no fue un intento de "pelotazo" ya que "eso ocurre cuando alguien tiene información privilegiada y en 1995 no era el caso".

Por la tarde compareció Joan Antoni Ramonell, exalcalde de Montuïri y exdirector general de Infraestructuras entre 1996 y 1999", quien primero sostuvo que tras dejar la política activa en 2001, tras dos años como diputado, se dedicó a sus negocios privados, aunque después admitió que en 2003, y durante "dos o tres años", Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), que formaba parte de la UTE adjudicataria de Son Espases, lo contrató como asesor por unos 2.500 euros mensuales.

Ramonell negó que hubiera estado en la cena en la que Matas habría filtrado su intención de construir Son Espases, aunque admitió que sí estuvo ese día en Madrid con "amigos" para ver jugar al Real Madrid. Añadió que no desmintió las informaciones periodísticas que le situaban en esa cena porque "no vale la pena" y eran informaciones de "un periodista que lo único que escribe es para hacer daño a la gente". La Fiscalía Anticorrupción tiene acreditada, por el testimonio de un asistente a aquella cena, que en la misma se dió información privilegiada.