Está el interés público en la educación. Luego, están los intereses privados, los intereses individuales de los alumnos y sus familias en recibir "la mejor preparación para la vida posible". Y también están los intereses particulares, los de colectivos como el profesorado, "columna vertebral del sistema". Y en medio de esta marea, el sistema educativo vive un momento "de desafío", con niños que deberán enfrentarse a una economía global ("compitiendo con millones de personas por un empleo") y digital ("con ordenadores y procesos automatizados que eliminan los empleos para los que estaba preparando la escuela hasta hace poco").

Así lo expuso ayer en el Club DIARIO de MALLORCA Mariano Fernández Enguita, sociólogo y catedrático en la Universidad Complutense con una larga trayectoria investigadora centrada en la educación, que participó en el ciclo de conferencias sobre el liderazgo para el aprendizaje organizado por Illes per un Pacte. Presentó el acto Manel Perelló.

¿Cómo conjugar esa maraña de intereses? Fernández Enguita señaló que el primer paso para averiguarlo es identificar esos intereses, los propios y los ajenos, como tales, algo "vital para llegar a pactos" y lograr lo que los ingleses llaman el win-win: todos ganamos. "Hasta los ejércitos en guerra llegan a pactos".

Referente a los intereses públicos en la educación, el catedrático hizo ver al auditorio que toda sociedad tiene que crear un sentido de permanencia y la escuela es el instrumento fundamental para ello, para crear ciudadanía. "La escuela es el primer lugar en el que se aprende a ser conscientes de nuestros derechos y de los de los otros, que debemos respetar", apuntó, "la escuela puede ser el sitio donde aprender a participar en la toma de decisiones colectivas". Para ello, resaltó el papel de la escuela común donde conviven niños y niñas, clases sociales, culturas... "La experiencia de la vida en común es lo que crea la ciudadanía y no hay otra como la escuela" y por ello advirtió de los riesgos de niños educados en "escuelas burbujas" de élite o en "centros gueto", por ejemplo.

Los intereses privados son los de los niños y sus familias. Fernández Enguita reflexionó sobre el derecho a la educación y planteó si más allá del poder ir al colegio, algo ya está garantizado, también debería ser un derecho "tener éxito en la educación obligatoria", poder salir "con una cualificación suficiente".

Sobre los intereses particulares, el investigador se refirió a los del profesorado: "el mayor colectivo existente en España bajo un mismo empleador" y núcleo central del sistema que en su opinión debe ser cambiado si se realmente se quiere cambiar la educación. Lamentó la falta de autocrítica, las excusas: "Lo que está mal no es culpa nuestra, es del Gobierno que no da dinero, de las familias que no comprenden... es aquello de yo les enseño pero ellos no quieren aprender".

Los docentes, grupo en el que se incluye, tienen tendencia a confundir sus intereses con los generales, vendiendo que "lo que es bueno para los profesores es bueno para los niños", adaptando aquella frase del director de General Motor que fue nombrado secretario de Defensa con Eisenhower ("Lo que es bueno para la General Motor es bueno para EEUU"). En el caso de los docentes, el conferenciante cree que desde luego la frase no es cierta y puso de ejemplo la jornada continua, "que está demostrado que es mala para los alumnos, pero es buena para los profesores".

"La situación del profesorado es mejorable", concedió, "pero hay que darle más a cambio de que dé más, buscar el win-win". Identificar y reconocer los intereses que confluyen en la educación como primer paso imprescindible.