Alfonso Grau, el político gruñón, se ha salido parcialmente con la suya: ha conseguido reabrir el caso Nóos cuando ya parecía que la larga historia estaba a punto de concluir. Grau un buen día se levantó imputado; poco después fue exculpado y apenas unos días más tarde volvió a la situación de encausado. Demasiados sobresaltos.

Aunque toda España interpretó que la Audiencia de Palma le había devuelto a la condición de encausado, la mano derecha de Rita Barberá sostiene que no está clara su suerte, que vive en el limbo de los procesados. Si en el resto de asuntos públicos el edil del PP valenciano muestra similar confusión, muy mal debe ir el gobierno de Valencia.

Donde sí ha hallado amparo el concejal es en el hecho de que cuando los antiguos patronos de la Fundación Turismo Valencia fueron interrogados por Castro y Horrach, como testigos, y le señalaron como el mandamás de la entidad, él no estaba personado en la causa, puesto que no estaba encartado.

Grau ha pedido que su abogado pueda formular preguntas a aquellos antiguos colegas que alegaron haberse limitado a seguir sus instrucciones y deseos. El vicealcalde sostiene que en la fundación se tomaban las decisiones de manera colegiada y tras votaciones y que los expatronos tienen mala memoria o peores intenciones.

Grau, pese a su aparente triunfo, seguirá imputado y acabará en el banquillo de los acusados, aunque él diga que se trata del palco de un teatro. Hay Nóos para rato, para años y años.