El martes, los directores de centros educativos de infantil, primaria y secundaria se aliaban con las asociaciones de padres y madres de alumnos para advertir públicamente de que "la antigüedad y falta de mantenimiento" de los colegios e institutos de las islas hace que hoy sea "un peligro" para los niños ir a clase. El miércoles, la realidad les daba la razón: el techo de un aula de niños de tres años del colegio público de es Molinar (Palma) se desplomaba en horario escolar. Y ayer, un día después de que los 25 alumnos se librasen del desplome solo porque se produjo durante la hora del recreo, todavía no había aparecido nadie ni de la conselleria de Educación ni del Ayuntamiento de Palma para reparar los desperfectos.

De ahí la indignación de los padres y de los docentes, que ayer mismo le explicaban a este diario que se han pasado meses denunciando el mal estado general del centro, "sin que ni la Conselleria de Educación ni la persona responsable del mantenimiento de los colegios en el Ayuntamiento se hayan dignado siquiera a responder", concretaban a media mañana, un día después del susto que los niños esquivaron por el azar del recreo. "Podría haber sido peor, pero la realidad es que hay deficiencias más graves. Esta es la gota que colma el vaso", subrayan en fuentes del centro, que detallan que las notificaciones ignoradas en los últimos cursos por los gestores educativos afectan a ventanas que no cierran, paredes que se desprenden, instalaciones eléctricas desfasadas y techos con goteras.

"Las persianas que protegen las ventanas se desprenden con el viento y cuando vienen [los técnicos de mantenimiento] se limitan a retirar las que están flojas, pero resulta que esas persianas son lo único que protege a los niños de las caídas de unas ventanas que no están siquiera a la altura reglamentaria", ejemplifican los docentes de un centro al que acuden cada mañana 430 alumnos.

Los recortes de Bauzá

Lo que no llega son los recursos de mantenimiento. Otro ejemplo: la conselleria se propuso impermeabilizar el centro, pero el presupuesto dio para blindar del agua una zona de tamaño ínfimo. Y no extraña que así sea. En la legislatura que el president Bauzá bautizó como la de "las autopistas de la educación" el Govern ha recortado drásticamente el presupuesto educativo, que pasó de 822 millones cuando entró el PP en 2011 a los 761 millones de este año (un 8% de recorte). El tijeretazo afectó especialmente a las inversiones en los centros de la única comunidad que aún recurre a aulas prefabricadas: Educación pasó de dedicar a colegios 31 millones en 2011 a mandarles solo 15 en 2014, menos de la mitad. Por no hablar de una situación que frisa el esperpento: el Govern tiene una empresa pública cuya misión única es construir y reparar centros (Ibisec, ente en su día empleado por Jaume Matas para pagar maquetas de una ópera flotante al arquitecto Santiago Calatrava), pero resulta que el ente tiene este año para inversiones exactamente cero euros, frente a los 12 millones de 2011, el año en el que entró Bauzá con su promesa de autopistas educativas.

Ayer, mientras el president y su nueva consellera de Educación, Nuria Riera, se hacían la foto inaugural en un nuevo centro educativo de Eivissa, los padres del colegio público de es Molinar barruntaban llevar su protesta ante la sede de la Conselleria de Educación y el Ayuntamiento, "porque se están pasando la pelota de unos a otros y no hacen nada". En teoría, el mantenimiento es cosa del ayuntamiento, pero resulta que cuando la obra es estructural ha de ser la Conselleria la que se haga cargo. Y mientras se deciden, el centro se cae literalmente a trozos. "Están jugando con la salud de nuestros hijos", se lamentaba ayer una madre, que exige al Govern y el Ayuntamiento "que reaccionen antes de que suframos una tragedia". Lo mismo reclaman los docentes, que recalcan algo que ya dijeron el martes los directores de centros educativos y las asociaciones de padres en su comunicado conjunto: el deterioro es generalizado en los colegios de la comunidad, que en el 40% de los casos suman más de tres décadas.