El Govern del Partido Popular no tiene una alternativa a la suspensión judicial del TIL. Su reacción ha sido infantil: tratar de ganar unos días en espera de que el Tribunal Superior se ratifique, como no podría ser de otra manera, en su drástica medida.

Lo normal sería que en el Consolat de la Mar aprovecharan esas horas de gracia para poner orden en el caos y liderar una retirada del TIL lo más digna posible y lo menos perjudicial para los alumnos.

"Nos hemos equivocado, lo sentimos, ahora cabe rectificar y que la sensación de naufragio se esfume de los colegios e institutos", debería admitir el president José Ramón Bauzá.

Pero el capitán de este barco autonómico está desaparecido: ha huido como el tristemente famoso Francesco Schettino, del Costa Concordia. Mientras, sus subordinados deambulan por las cubiertas escoradas sin saber qué hacer.

Bauzá eligió a sus tripulantes, entre ellos a la archicriticada consellera de Educación, Joana Maria Camps. La pobrecita da pena, con sus pocas dotes políticas y sus lapsus. Ahora el president se hace el desentendido.

No hay plan B en el Consolat de la Mar y cada centro escolar debate cómo va a salir del post-trilingüismo, si es que alguna vez llegaron a tomarse en serio el TIL. Son tiempos de efervescencia en las escuelas, donde debería reinar el sosiego de la pedagogía.

Anulado el calendario de la reforma, volvamos a lo antiguo de manera civilizada: los cambios futuros se tendrán que consensuar.