Han subido una burrada, sí, pero a su pesar. O eso coinciden en asegurar los alcaldes de los municipios en los que más se ha incrementado el recibo de la contribución. El análisis es común y no entiende de colores políticos. Por un lado, la legislación les impide revisar antes de cinco años unos valores catastrales que en la mayoría de casos se establecieron en 2007 y 2008, con la burbuja inmobiliaria inflada al máximo. Así que los vecinos pagan hoy mucho más por propiedades que valen mucho menos. Por otro, añaden, un decreto del Gobierno Rajoy les impide compensar la subida de valores catastrales cobrando un tipo de IBI que baje de un mínimo. Con lo que los recibos han llegado a situaciones "disparatadas", reconoce por ejemplo Llorenç Suau, consciente de que hay quien pagaba 500 y ahora pone mil euros al año.

Aunque en los próximos meses la tendencia cambiará, dicen: vence para muchos ayuntamientos ese plazo de cinco años en los que no se puede revisar el catastro, y todos están negociando rebajas significativas. El alcalde de Andratx dice que espera una reducción del 15-20% en los valores. El de Marratxí, Tomeu Oliver, da por hecha una disminución del 22% en 2015. El de Esporles, Miquel Ensenyat, aspira a lo mismo. Mientras tanto, añade, los vecinos han pagado más. Algo que han intentado compensar: "Hemos acabado sin subir ni una tasa en Esporles. Ni basuras, ni escoletas, ni circulación. Eso tampoco compensa, porque el IBI es lo más importante, pero alivia", subraya, sin ocultar su mosqueo con el Gobierno. "Nos forzó a subir la contribución, nos dejó atados, y hemos tenido que asumir el descontento por una decisión de unos que llegaron con la promesa de bajar impuestos".

Los alcaldes del PP (Enseñat es de Més) son menos lenguaraces, pero están descontentos. Y subrayan los esfuerzos que han tenido que hacer para mantener servicios obligatorios. "Nosotros, el 60% de lo que recaudamos es de urbanizaciones, en muchos casos con grandes casas. Seamos justos: sin su aportación no podríamos tener la guardería, la piscina y el nivel de servicios que tenemos", admite Suau, que aspira a recompensar el esfuerzo vecinal con rebajas sustanciales.