Matas y Munar han dormido esta noche en la cárcel. Todas las informaciones y conversaciones deberían comenzar a diario en Mallorca con esta apabullante evidencia. Los presidents coetáneos de Balears y Mallorca entraron en prisión por voluntad propia. Es decir, atropellaron la legalidad con sobrada energía y firme propósito, hasta alcanzar el desenlace que hoy comparten.

Matas y Munar se odiaban a tiempo completo. Sin embargo, al airearse los escándalos gemelos de Son Espases y Can Domenge, una enajenación sanitaria y otra inmobiliaria, queda demostrado que ambos políticos se implicaron activamente en la corrupción de su rival. Al margen de sus propios méritos, colaboraron para enviarse mutuamente a prisión. Reeditaron El honor de los Prizzi, el marido a puñal y la esposa a pistola.

Matas y Munar, unidos más allá de la cárcel. Al Govern le urgía un pronunciamiento expreso del Consell en Son Espases, y lo consiguió en el mismo pleno que dio el espaldarazo a Can Domenge. A su vez, la institución insular presidida por Munar precisaba del auxilio del ejecutivo balear, que modificó gentilmente la legislación para avalar el método improvisado en la enajenación del solar palmesano mediante un concurso amañado.

Cuesta calibrar si el Govern Matas era más corrupto que el Consell Munar, con la salvedad de que el PP permitía a UM gobernar Mallorca en solitario, pese a su representación ínfima en la institución insular. Sí, se trata del mismo partido que hoy cambia leyes para que “gobiernen los ganadores”. Los consellers insulares populares votaron simultáneamente las tramitaciones corruptas del hospital y del solar, un récord que obligaría a dedicarles una calle. O las Ramblas, ahora huérfanas de advocación.

Son Espases era tan crucial para Matas, por razones ahora desveladas, que su orgullo se tragaba humillaciones amargas. Por ejemplo, la ampliación por el Consell del radio de protección de La Real, que anulaba un proyecto de urbanización ligado a la trama junto al monasterio. A veces se hace el bien por motivos oscuros. O solo por razones sombrías, en el caso de UM.

La espiral encadenada entre Son Espases y Can Domenge no conoce límites. Un postor de terrenos aledaños al hospital también pujaba por el solar salvajemente enajenado por el Consell. Incluso el Supremo ha privado de argumentos defensivos a Matas en el complejo hospitalario, al condenar a la cúpula de UM.

En la confirmación de la primera condena de Can Domenge, los magistrados del Supremo le recuerdan en media docena de ocasiones a Munar que se trataba del solar más valioso en manos del Consell. Por tanto, difícilmente se entendía que la presidenta alegara ignorancia de la enajenación, según pretendía.

En esta línea, Son Espases era la obra pública más importante de Balears hasta la fecha, por lo que a Matas le costará descargar el hospital construido por PP y PSOE sobre sus subordinados. Por equilibrar este contratiempo con una buena noticia para el ministro de Aznar, los magistrados del Supremo cuentan con una fila en el palco del Bernabéu que Florentino Pérez diseña con mimo y en persona antes de cada partido.

La circularidad entre Son Espases y Can Domenge se traslada a las constructoras participantes en ambos escándalos. La firma Ferratur resultó adjudicataria del solar palmesano, en la operación con sobornos reconocidos por la otra constructora, Sacresa. Simultáneamente, Ferratur se hacía también con la primera y fugaz concesión de Son Espases, en la opción liderada por Villar Mir que la cúpula del PP confiesa haber aprobado a instancias de Matas.

La polivalencia en obras manchadas por la corrupción enmarca a otra empresa mallorquina. Melchor Mascaró resultó agraciada finalmente con Son Espases, en el pelotón de Florentino Pérez. Además, el Consell de Munar le adjudicó en 2004 la carretera Palma-Manacor en espera de juicio, ahora dentro de la Unión Temporal de Empresas con Sacyr. Y para rematar el pleno, también levantó el mausoleo del Palma Arena que ha enterrado en la cárcel a Matas, en esta ocasión junto a FCC. A nadie puede extrañarle que la compañía de las hermanas Mascaró inspire una curiosidad singular en la fiscalía anticorrupción.

La confesión de la corrupción a cargo de Aina Castillo no descarta la corrupción de la confesión. Por tanto, si un observador agobiado por las prisas desea ver resumido el escándalo en un solo dato al margen de declaraciones interesadas, basta que se remonte a la elección por Cort de Son Espases Vell en 2004. El “justiprecio calculado” por el ayuntamiento para la finca citada ascendía a 7.224.053 euros. La cantidad en teoría independiente exigida por los propietarios era de 7.212.146 euros, con una diferencia entre ambas valoraciones inmobiliarias inferior al 0,2 por ciento. Esto no es una coincidencia, es un milagro, prohibido expresamente en matemáticas aunque no siempre en Derecho.

Sospechar que la corrupción ya confesada en Son Espases transcurrió sin derramas económicas, supone un reto de mayor entidad que la igualdad entre las cifras mencionadas. “Seguid el dinero”, por recurrir a la frase que jamás le dijo Garganta Profunda al periodista Bob Woodward del Watergate. La feliz expresión fue inventada por el guionista William Goldman para la película Todos los hombres del presidente, pero simplifica el reto final del hospital. A falta de reconstruir el rompecabezas, el laberinto monetario se remansa en palabras clave como Miami, apartamentos, Bancaixa y veinticinco, con etapas intermedias en Galicia y sin olvidar jamás al prolífico Real Mallorca.