Con la salud también se juega. El escándalo miliardario de Son Espases repugna especialmente por afectar al servicio básico sanitario. Sin embargo, la corrupción del penúltimo Govern del PP no reparaba en minucias. Al contrario, la carísima industria médica ofrece márgenes más holgados al negocio oscuro.

El Govern Matas batió un nuevo récord en Son Espases, el hospital que se concedió dos veces y vulnerando la legalidad en ambas ocasiones. Para redondear el pleno, incluso la ubicación en la finca aneja a La Real estaba viciada según el Tribunal Supremo, aunque no por supuesto para el Tribunal Superior de apoyo al PP, que arrastra siete vergonzosos años sin atreverse a fallar sobre el concurso. Mientras tanto, los vecinos y religiosos demandantes eran tildados de terroristas por reclamar el imperio de la ley.

En su angelical confesión y confusión, la entonces consellera Aina Castillo pretende que el diabólico Matas le impuso una concesión amañada a Villar Mir, que ella enmendó al dar marcha atrás para premiar a Florentino. Es una versión solo creíble para quienes acepten que el masajista del club le impone la alineación a Mourinho.

Los sucesivos procedimientos de entrega de Son Espases a Villar Mir y a Florentino Pérez compiten en corrupción, a falta de determinar tan solo cuál fue más escandaloso y las cantidades en juego. Así se desprende de los interrogatorios de una fiscalía anticorrupción que ha vuelto a colocar un espejo ante las vergüenzas de la sociedad mallorquina.

No hubo concurso, sino subasta. Por no abrumar con los centenares de irregularidades de la concesión, el Director Económico-Financiero del IB-Salut decide el 20 de marzo de 2006 la contratación de una empresa para que valore las ofertas por Son Espases. Una de las aspirantes firma su candidatura el 17 de marzo. Y así hasta el infinito.

Castillo y demás defensores del arrebato de legalidad al migrar de Villar Mir a Florentino solo garantizan la comicidad de su tesis. Una manipulable y manipuladora mesa de contratación decide una concesión ilegal, pero la paraliza ante la protesta el mismo día del tercer diario en difusión de Mallorca. No hay antecedentes, ni en Estados Unidos ni en Nigeria. Al cambiar su volátil decisión, la misma mesa no se siente afectada por protestas mediáticas y sociales de pareja intensidad. En cuanto a la calidad del vencedor final, según Villar Mir les copió hasta el proyecto técnico.

La “construcción, explotación y conservación” de Son Espases también se puede acabar pagando dos veces, ambas a cargo del ciudadano. Así será si prospera la demanda de Villar Mir, fundido en negro con Florentino y tal vez en blanco si se consolidan los rumores que unen a sus constructoras respectivas, OHL y ACS. Este hermanamiento clausuraría con broche de oro el escándalo del hospital.

Matas llega al poder en 1996 gracias al amaño por parte de Cañellas de la concesión de la mayor obra pública de Balears hasta la fecha, el Túnel de Sóller. Una vez en el Consolat en segundas nupcias, Matas amaña la concesión de la mayor obra pública de Balears hasta la fecha, Son Espases. El político es el único animal que tropieza las veces que sea necesario con la misma corrupción. La probabilidad se conjura contra los sucesivos Governs del PP.

Tanto en el Túnel como en Son Espases, se trampea con la mesa de contratación y se falsean las puntuaciones. En ambos casos se registraron concesiones sucesivas. Cuando el conseller del PP se presenta en 1989 ante el Consell de Govern con el resultado de la puntuación para la perforación de Sóller, se le ordena que dé media vuelta y no regrese hasta que no consiga el ganador predeterminado. Igual que en el hospital. La reincidencia otorga un valor histórico a la frase pronunciada por Matas en 1995, cuando era conseller de Economía en pleno fragor del escándalo del Túnel:

-Espero que mis amigos me avisaréis cuando esté en peligro de cometer los mismos errores que Cañellas.

Por desgracia, se quedó sordo. Su gestión sin complejos ni concesiones se manifiesta paradójicamente en la concesión del complejo de Son Espases. La hipótesis de que trabajaba en beneficio del PP de Madrid contradice su carácter, aunque sirve para explicar por qué el PSOE se brinda a actuar como coautor del hospital amañado.

La diferencia radical entre el Túnel y Son Espases se centra en las confesiones abrumadoras de los implicados en el segundo caso. Se entregan voluntariamente a Anticorrupción, no hay que arrancarles unas declaraciones que ofrecen espontáneamente. Ni siquiera hace falta detenerlos. No obran así por respeto a la ley que despreciaron en sus actos oficiales, sino por pánico a la justicia. Como bien se encarga de repetir a cada paso el fiscal Carlos Jiménez Villarejo, hoy rehabilitado en Banca Catalana, las sentencias de la Audiencia de Palma son la mejor terapia descubierta hasta la fecha contra la corrupción.

Jiménez Villarejo capitaneaba precisamente desde Madrid la acusación pública en el Túnel de Sóller. A mediados de los noventa, la omertà mentirosa de los miembros del Govern Cañellas impidió sustanciar la prevaricación en el Túnel de Sóller. Los consellers Saiz y Berastain soportaron estoicamente los rigores del banquillo sin traicionar a su jefe, aun conscientes de que la condena del TSJ era inverosímil.

Quienes solo admiten a regañadientes la corrupción del PP en el Túnel de Sóller y Son Espases, matizan a toda prisa que ambas obras están en funcionamiento, para solaz y salud de la población de Balears. Es el argumento dudoso de los clanes mafiosos, por no mencionar los recortes vigentes en sanidad. En aras del consenso, cabe aceptar que el Govern Matas hubiera efectuado una adjudicación corrupta en cualquier otro solar distinto de Son Espases y con cualquier otro concesionario distinto de Villar Mir o Florentino. Está en su naturaleza.

La dimensión del envite explica que la ansiedad venciera a Matas en Son Espases. Por una vez trocó el “hágase” en un explícito “no se haga”. Se implicó más de lo deseable, al solicitar en persona un dictamen del Consell Consultiu. Le costará alegar que se mantuvo al margen del proyecto más escandaloso de su provechoso reinado, que acabó con dos palacetes en Mallorca. Uno para el president, otro en Andratx para el presidente Florentino.

Son Espases destruye en fin un tópico futbolístico. Se sostiene que los grandes empresarios enloquecen al desembarcar en los palcos de los estadios, que incurren en comportamientos irresponsables y alocados que jamás se permitirían en su labor profesional. Es una falacia. Simplemente, la sobreexposición mediática transparenta su salvaje conducta habitual.

Así, Florentino y Villar Mir están tan fundidos en el palco del Bernabéu, por última vez en el Madrid-Atleti del pasado martes, que un hijo del segundo podría suceder al primero. Y no es casualidad que los líderes mallorquinistas Bartolomé Beltrán, Bartolomé Cursach y Vicente Grande aparezcan en papeles episódicos de la barbarie de Son Espases, un escándalo tan semejante al del fútbol.