­El 10 de abril de 2002, cerca del estadio Santiago Bernabéu, dirigentes del PP balear con Jaume Matas a la cabeza cenaban con la cúpula de los constructores de las islas, tras un partido de futbol entre el Madrid y el Bayern. Con el Govern en manos del Pacto de Progreso, el entonces ministro de Medio Ambiente ya tenía la mirada puesta en las posibilidades que se le abrirían si recuperaba el Ejecutivo balear al año siguiente. Posibilidades económicas, sobre todo. Con un año de antelación, en aquella cena se producen las filtraciones de información de Matas, quien desveló que cuando el PP ganara los comicios autonómicos de 2003 haría un nuevo hospital que se edificaría en Son Espases. Los empresarios de la construcción avisados se apresuraron a firmar opciones de compra para las fincas en torno al solar.

Hasta entonces nadie se había planteado otra posibilidad que no fuera la reforma de Son Dureta. El propio PP, en agosto de 1999, apuntaba cómo sería el hospital remodelado, cuya reforma debía comenzar al año siguiente con un coste previsto de 48 millones de euros. Cuatro meses después, el Gobierno de Aznar fijaba la partida presupuestaria para la reforma, aumentando el presupuesto a 72 millones de euros. “Ya no hay vuelta atrás”, afirmaba el entonces director provincial del Insalud, Javier Rodrigo de Santos, quien después sería teniente de alcalde de urbanismo de Palma y apadrinaría la compra de Son Espases Vell.

En 2002 el Govern presidido por el socialista Francesc Antich había retomado el proyecto del Gobierno central para reformar Son Dureta. En enero de ese año, la consellera de Salud, Aina Salom, presentaba su plan, con varias modificaciones y un coste de 120 millones de euros. Matas, sin embargo, ya empezaba a maniobrar e incluso logró que el personal sanitario se rebelara contra los siete años de obras que duraría el proyecto de Salom. En ese contexto, nadie dio importancia a las palabras de Aina Castillo, entonces joven diputada del PP, quien por sorpresa afirmó que Balears necesitaba un hospital de referencia de nueva planta, en lugar de reformar Son Dureta.

En 2003 los populares ganan las elecciones autonómicas y la maquinaria para cumplir con los deseos del ya president Matas se pone en marcha. Aina Castillo es la nueva consellera de Sanidad. De inmediato, el IB-Salut pide al Ayuntamiento de Palma información sobre posibles emplazamientos para el futuro hospital y el 23 de septiembre de 2003 el pleno de Cort aprueba presentar al Ejecutivo balear cuatro opciones, una de ellas la de Son Espases Vell, que será la elegida.

La izquierda denuncia el pelotazo

Pocas semanas después el gobierno municipal decide adquirir Son Espases, el lugar que en 2002 Matas ya había señalado en la cena con constructores afines. La compra, ratificada por el pleno el 23 de diciembre de 2003, supuso el pago de 7,2 millones de euros, en medio de duras críticas de la oposición, que no dudó en calificar de “pelotazo” la operación destacando que Cort había pagado mucho más caro el metro cuadrado en relación con el precio de mercado.

De inmediato se crea Salvem la Real, que intentará oponerse por todos los medios a que se haga realidad el nuevo hospital a poca distancia del monasterio en es Secar de la Real. El rechazo y la dura oposición al proyecto queda claro en la romería de San Bernat del 20 de agosto de 2004, cuando un millar de romeros de la Real recibe a la alcaldesa Catalina Cirer (PP) con gritos, pitadas y caceroladas. En el monasterio se organiza una exposición bajo el título Història dels despropòsits, en donde se detallan las decisiones de Cort y el Govern para decidir la ubicación de Son Espases, irregularidades incluidas. “No cambia nada”, dice Cirer tras los abucheos en referencia a la posibilidad de buscar una nueva ubicación ante el rechazo.

En efecto, todo sigue adelante y el 17 de noviembre de 2004 el Ayuntamiento aprueba ceder gratuitamente al Govern el solar de Son Espases. Poco después se convoca el concurso para la adjudicación del nuevo hospital y el 21 de julio de 2006 la mesa de contratación se reúne para aprobar la adjudicación a la oferta mejor valorada, la de Obrascon Huarte Lain (OHL), controlada por Juan Miguel Villar Mir. Sin embargo, en la reunión, el entonces director económico del IB-Salut y presidente de la mesa de contratación, Juan Sanz -ya fallecido- apela a las acusaciones sobre el organismo para “recabar más información”. Se piden nuevos informes a los colegios de ingenieros y economistas, cuyas valoraciones servirán como justificación para inclinar la balanza hacia Dragados, liderada por Florentino Pérez.

Al final, gana Florentino

Así, el 29 de diciembre de 2006 se adjudica el contrato de construcción, conservación y explotación del nuevo centro hospitalario durante 31 años a Florentino Pérez por 635 millones de euros. Ante esta decisión, la UTE liderada por OHL presenta una demanda ante el TSJB, en la que exige 63 millones de euros.

Aina Castillo, en su confesión ante la fiscalía anticorrupción, afirma que Matas le dio instrucciones para primar en el concurso precisamente a la empresa de Villar Mir, de tal modo que la mesa de contratación debía dar la máxima puntuación a OHL.

Mientras, los opositores a la ubicación del hospital en Son Espases comienzan una batalla legal, litigio que aún está vivo en los tribunales. Esto no impidió que la construcción del centro hospitalario siguiera adelante, a pesar de la esperanza que supuso el triunfo electoral del Pacto de Progreso en las autonómicas de 2007.

Los partidos del Pacto habían dejado claro en todo momento su radical rechazo al proyecto de Son Espases. En 2006, en la presentación de su candidatura a la presidencia del Govern, el socialista Francesc Antich afirmaba que el nuevo centro se había hecho “famoso” por “la destrucción del territorio” y la “especulación” y que “al final lo de menos es el hospital”, ya que “lo importante son los solares de al lado” sobre los que “alguien” debería dar unas “buenas explicaciones”.

Con el triunfo electoral del Pacto, el Consell de Mallorca, bajo la presidencia de la socialista Francina Armengol, decreta la suspensión cautelar de las obras para el hospital en 63.000 metros cuadrados. A su vez, el Govern paraliza las obras durante dos meses y encarga un informe a los servicios de la Comunidad que, según Antich, se centra en las “distintas vías de actuación en el caso de que se quiera paralizar” el proyecto. Sin embargo, conforme pasan los días va quedando claro que el Govern del Pacto seguirá adelante con Son Espases. “Con todo el dolor de mi corazón”, dijo Antich al anunciar la decisión apelando a las dificultades para dar marcha atrás a un proyecto que, según dijo, había quedado “muy atado con el PP”. Armengol, una de las voces más contrarias al proyecto de Son Espases, se plegó, al igual que el Bloc.

El 10 de octubre de 2010, después de tres años de obras, el Govern de Antich recibía el hospital mientras a las puertas del centro protestaban 14 entidades para “denunciar las promesas incumplidas” del Pacto. UGT y CCOO rechazaron acudir al acto.