"En Balears no caben según qué empresas ni según qué turistas". Lo dice el Govern, que les ha declarado la guerra. Pero, de momento, caben, están y siguen.

Al grito unánime de "¡fiesta!", con camisa blanca y corbata azul a modo distintivo, más de medio centenar de jóvenes salen de un pub. Se dirigen a otro. Sólo para cruzar la calle se para toda la circulación, y no poco tiempo. Varias guías, vestidas con el mismo uniforme, tratan de aligerar la marcha del grupo; misión nada fácil entre los bailes y cánticos de los chicos y chicas, que, ya con vasos de alcohol en la mano, no quieren que la diversión se detenga ni un minuto. Se trata de las excursiones etílicas que llevan a grupos de jóvenes de un local a otro en Magaluf; de los polémicos pub crawling, que han centrado todas las miradas tras el vídeo de las felaciones colectivas a cambio de barra libre, cuya reciente difusión ha provocado la polémica.

Son sólo un elemento más de la fiesta en el núcleo más animado de Magaluf, Punta Ballena. Ofertas de alcohol desde cinco euros, clubs de striptease, prostíbulos y absoluta libertad para el desenfreno son el atractivo para miles de jóvenes, en su mayoría británicos, que han llegado a Mallorca con un único objetivo: fiesta, fiesta y fiesta. Ah sí, y más fiesta.

Lo confiesan Yoseuf y Jean. Es su primer día en la isla, y su primera noche en Magaluf. Tienen 21 años y han venido desde Londres para celebrar que han acabado la universidad. ¿Por qué Magaluf? "Por lo que todo el mundo viene a Magaluf, porque queremos fiesta y diversión", dice Yoseuf. ¿Sexo no? "No". "Bueno, un poco sí también", le contradice entre risas su compañero. Y aunque llevan sólo un día en la isla ya han oído hablar y han visto el vídeo de la felación colectiva. "¡A veinticuatro!", exclama uno de ellos entre bromas en referencia al número de jóvenes al que la chica del citado vídeo practicó una felación. "¿Dónde es que pasa esto?", pregunta entre risas, diciendo que quiere ir. No creen que vayan a participar en nada así, pero de momento para su segundo día ya tienen previsto participar en un pub crawling. Pagarán 50 euros cada uno por un tique que les permita pasar toda la noche de bar en bar consumiendo alcohol.

Hanna, de 19 años y también de Inglaterra, ya conoce el pub crawling. Ella y sus amigas han ido en estas vacaciones, que no son las primeras que pasan en Mallorca. Cuentan que lo de la barra libre no es del todo cierto. Que lo prometen, pero luego, en algunos locales, se trata de dos bebidas por el precio de una, pero que esa la tienes que pagar aunque hayas pagado el tique. También hablan de las fiestas de body painting, en las que uno paga para que le pinten el cuerpo, pero luego sólo le pintan media cara, y para el resto tienen que volver a pagar.

Ella y sus amigas son conscientes de los excesos, pero prefieren mantenerse al margen, dicen. No han visto nada que consideren "fuerte". De las felaciones han oído hablar por la prensa, y para ellas "es algo repugnante".

Genitales al aire

Empieza la noche y desde todos los puntos de Magaluf columnas de jóvenes avanzan hacía un mismo destino. Van a la calle más famosa de Calvià, el medio kilómetro que concentra más fiesta en Mallorca: Punta Ballena.

Luces de neón, música a todo volumen, olor a alcohol y cristales rotos por el suelo son el ambiente de una calle en la que no se puede avanzar más de dos metros sin ser parado por los relaciones públicas de los locales, que buscan conseguir un cliente más.

Otros reparten flyers. Uno de estos anuncios ofrece un pase con barra libre a seis establecimientos de la zona. La descripción de uno de ellos propone a los jóvenes una fiesta de la espuma que describe como "la fiesta sin ropa más salvaje de Magaluf". Sin demasiada ropa aparecen también en el mismo flyer las bailarinas de un club de striptease incluido en el itinerario.

La presencia de ropa es inversamente proporcional a la presencia de alcohol en las calles de Punta Ballena. Y alcohol hay hasta decir basta. Ellos sin camiseta, ellas justo con sujetador, cuando no directamente en bikini. También resulta inevitable cruzarse con quien va directamente con sus genitales al aire -como se puede apreciar en una de las fotografías que acompañan este texto-.

Hay presencia policial. Policía local, Policía Nacional y Guardia Civil. Se centran en perseguir a los vendedores ambulantes, que entran corriendo en el local más cercano cuando detectan su presencia. Los genitales al aire pasan desapercibidos. La Delegada del Gobierno en Balears, Teresa Palmer, dejaba claro esta semana que por "desagradables" que sean algunas prácticas y actitudes, no son sancionables.

"Se ve cada cosa..."

Los relaciones públicas y empleados de los locales no quieren contar nada. Los guías del pub crawling, ya no es que no quieran, es que huyen cuando se les acerca la prensa. Giran la cara y siguen a lo suyo, que no es tarea fácil: controlar a decenas de jóvenes que ya van ebrios. Pero la prensa ahí está. Cámaras de televisión de medios británicos están presentes en la zona. El vídeo de las felaciones colectivas, que ha convertido Magaluf en Magalick -lick es lamer en inglés- en las portadas de la prensa británica, ha vuelto a poner el núcleo turístico en el foco de estos medios. Paran a los jóvenes para inmortalizar su desenfreno, y ante los objetivos y el micro, los jóvenes se entregan.

Algún relaciones públicas habla. Pero pide que no se le cite, que está trabajando y le pueden decir algo. En un principio dice que no ha visto nada "demasiado fuerte". "Bueno, a partir de las tres de la madrugada sí que se desmadran. Se ve cada cosa...", acaba confesando. ¿Por ejemplo? Sonríe, piensa un rato, mira a su alrededor y cuando lo va a contar se muerde la lengua. Ya no puede hablar.

"He visto chicas en locales tocársela a varios tíos", cuenta Dave, que sujeta a Allan que casi no se aguanta, se tambalea y arrastra la lengua cuando define Magaluf como "la ciudad de la fiesta". Dave dice que también ha visto practicar sexo en plena calle. Felaciones colectivas no han visto. Allan, con la mirada perdida, dice, sin embargo, que le parece "algo sucio".

¿Es fácil conseguir sexo en Magaluf? "Para mí, al menos, es difícil", dice entre risas James, de 17 años, que hace cola para entrar en una discoteca de la zona. Pero "si uno paga, sí que es fácil", añade. Entre los relaciones públicas, también los hay de prostíbulos: "Entra y echa un vistazo a nuestras chicas", invita uno a los transeúntes.

Quedan más noches así

Pasa la noche, y el alcohol hace mella. Se empieza a repetir una escena: chicas agachadas vomitando en medio de la calle mientras sus amigas les sujetan el pelo. También aparecen los que se tambalean. Y también a los que tienen que separar para evitar la pelea.

Y queda noche. Se podría decir que no acaba más de empezar. Nada es nuevo en una noche más en Punta Ballena. Tampoco nada cambiará. Noches como esta, como poco, se repetirán durante todo el verano en Magaluf. Excursiones etílicas, sexo fácil y fiesta, mucha fiesta, seguirán siendo el atractivo para los miles de jóvenes que irán llegando.

El Govern anuncia campañas informativas en Reino Unido para evitar este tipo de turismo, que para las instituciones "no cabe en Baleares" y que según los organizadores del pub crawling, "nos dan de comer". Avisan desde la patronal de salas de fiesta que de poco servirán estas campañas mientras haya establecimientos y locales que mantengan este tipo de oferta y no "noten el aliento de la administración" de cerca.

Mientras, Punta Ballena garantizará la diversión y la fiesta a los jóvenes británicos. Que es para lo que vienen. Noche tras otra, miles de jóvenes acudirán al lugar. Esta noche, un día más, seguirá la fiesta en Punta Ballena.