Balears es, junto con Canarias, la única comunidad autónoma que volvió a recuperar población durante 2013 tras la caída registrada durante el año anterior. Y en esta ocasión, este crecimiento no hay que buscarlo en el fenómeno de la entrada masiva de ciudadanos extranjeros que impulso el boom del ladrillo, sino que viene de la mano de la llegada a las islas de españoles procedentes de otras comunidades autónomas atraídos por una de las pocas actividades económicas que muestra un estado de salud aceptable: el turismo.

Según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), a 1 de enero de este año el archipiélago contaba con 1.115.374 habitantes, es decir, 5.259 personas más que doce meses atrás. Este dato resulta relevante porque en el conjunto de España el número de residentes ha seguido evolucionando a la baja por segundo año consecutivo (ha pasado de 46,7 millones de habitantes a 46,5 millones a causa de las salidas al extranjero). Solo dos autonomías muestran un incremento al cierre del pasado año, y ambas con una características en común, como es su dependencia del turismo: Balears y Canarias, con tasas de crecimiento del 0,47% y del 0,46% respectivamente.

Como se ha indicado antes, esta evolución al alza no hay que buscarla en la llegada de personas desde otros países, dado que se han marchado al extranjero desde Balears 2.586 individuos más de los que han llegado desde el exterior del país, una cifra negativa que se ve compensada con la diferencia entre nacimientos y defunciones, que ha tenido un saldo positivo para las islas de 2.844 habitantes a lo largo del pasado año.

De este modo, el impulso en el crecimiento de la población balear se encuentra en la llegada de personas desde otras comunidades autónomas, que ha aportado 5.002 habitantes más al archipiélago. Y eso se refleja en el incremento de habitantes de las islas de nacionalidad española, que han ido de los 887.440 registrado el 1 de enero de 2013 a los 900.690 del primer día del presente ejercicio (en esta evolución al alza hay que tener en cuenta también los nacimientos y la obtención del pasaporte español por parte de individuos que han nacido fuera del país).

Es decir, según destaca el catedrático de Geografía Humana de la Universitat balear, Pere Salvà, las islas están viviendo un nuevo ´efecto llamada´ de residentes en otras autonomías que ven como la actividad turística abre una puerta tras la que existen más opciones de encontrar un puesto de trabajo.

Salvà destaca que los elevados índices de desempleo existentes en el país y el mensaje de que las últimas temporadas turísticas se han cerrado con cifras récord está reactivando este flujo migratorio interior, aunque suponga la obtención de un puesto de trabajo muy precario y con bajas retribuciones.

Hay otro dado que respalda esta tesis. Aunque en la península todas las autonomías han perdido población con carácter global, en las más vinculadas al turismo se detecta un aumento en la llegada de personas desde otros puntos de España, aunque éste sea insuficiente para compensar el número de personas que optan por irse a otros países.

Así, este saldo migratorio interior también es positivo en la Comunidad Valenciana y en Murcia, además de Madrid (por su carácter de capital del Estado) y en el País Vasco.

Nacionalidades extranjeras

Respecto a la población extranjera, ésta va perdiendo peso en el perfil de la sociedad balear, aunque su importancia sigue siendo más que notable. El 1 de enero de 2014 suponía el 19,3% de los residentes en las islas, tras muchos años con tasas superiores al 20%. Aunque aquí hay que señalar un matiz: no es solo que haya inmigrantes que hayan optado por volver a sus países de origen o por buscar su futuro fuera de las islas, sino que hay también un porcentaje considerable de personas, fundamentalmente llegadas de Latinoamérica, que han conseguido la nacionalidad española.

En cualquier caso, durante 2013 ha descendido la cifra de residentes con pasaporte de algún país de Sudamérica (en un año ha pasado de 46.926 a 39.580) de Centro América y Caribe (de 5.227 se baja a 4.982) y de Africa (de 35.636 a 33.225). En el caso de este último continente, Salvà señala que la principal reducción se está dando en la colonia marroquí, dado que la proximidad de su país de origen facilita el retorno cuando la crisis de la economía española cierra la puerta a la obtención de un empleo.

Por contra, se incrementa el número de personas con nacionalidades de otros países de la Unión Europea (en un año pasa de 116.900 a 118.601), de los europeos no comunitarios ( de 5.817 a 5.903), de los de América del Norte (de 1.556 a 1.671), de Asia (aumentan de 10.398 a 10.481) y de Oceanía (de 209 a 237). Hay todos ellos hay que sumar cinco apátridas, cifra que se ha mantenido sin cambios.