­Diego Torres y su esposa Ana María Tejeiro, a los que el juez Castro atribuye un papel capital en la presunta trama de Nóos, se autocalifican de "insignificantes", mientras que su antiguo amigo y socio Iñaki Urdangarin fue quien influyó, y no precisamente por su pasado deportivo, entre los políticos para conseguir varios millones de euros en contratos públicos.

Urdangarin fue, según el escrito de reforma, el único que pudo influir en políticos, "no por sus méritos, sino por su vínculo matrimonial".

El duque de Palma, "como jugador de balonmano" "seguro que no" desarrolló ese supuesto tráfico de influencias: "ni en sueños".

"Ahora bien como cónyuge de la hija del entonces rey Juan Carlos, todas las puertas (las tenía) abiertas". Esa facilidad de acceso se tradujo en que "todas las autoridades y funcionarios públicos que han desfilado por el juzgado, no dejan lugar a duda a que se le atendía porque era el yerno del Rey", argumenta la defensa de Torres.

En este punto, el recurso saca a relucir lo que llama "la escena del balcón del Ayuntamiento de Alcalà de Henares", cuando los duques de Palma y sus hijos asistieron un 5 de enero a la cabalgata de Reyes desde ese lugar privilegiado. Ese trato de favor no provenía de su pasado como jugador de balonmano, sino de la condición de su esposa, a la sazón "vocal del Instituto Nóos y titular del 50 por ciento de Aizoon (la consultora de los duques de Palma)".

El recurso incluye en ese listado algunas relaciones de la duquesa de Palma con políticos u otras personalidades: "No fue Tejeiro quien se encontró con Rita Barberá y Francisco Camps en la entrega de los Premios Salvador de Madariaga en Valencia en 2004 y comentó con ellos la posibilidad de celebrar el Valencia Summit (un foro) en dicha población".

La defensa de Torres ha interpuesto un sinfín de recursos para salvar del proceso a Ana María Tejeiro, a la que la Agencia Tributaria exculpa de un papel protagonista en la trama. Sin embargo, el juez Castro imputa numerosos delitos a Tejeiro.